Seguimos conociendo a quienes son los protagonistas de nuestra industria náutica. Historia de vida, de incesante trabajo y dura realidad; sueños y visiones que desde siempre, se reflejaron en resultados contundentes. Charlamos con Héctor Lois, constructor de uno de los productos más reconocidos en río: los Génesis. Resumen de una excelente charla, para disfrutar una gran historia de vida, hoy en su segunda generación.
Por Gustavo Revel
Génesis: Origen o principio de algo; serie encadenada de hechos y causas que conducen a un resultado (Real Academia Española). Interesante nombre para una serie de embarcaciones que siempre marcaron una diferencia. Hubo un creador de ese génesis: Héctor Lois. Podríamos decir que es un apasionado de la náutica. Frase hecha. O así buscar títulos u oraciones que reflejen a una persona capaz y políticamente correcto. Pero, buscando mi mejor prosa, no me equivoco si suscribo que es un verdadero capitán que, al zarpar en la industria en forma independiente, navegó en forma sostenida, liderando y capeando las peores tormentas económicas de las últimas décadas, las cuales lo hicieron volver a puerto para reparar todo a nuevo y, renovado en cuerpo y espíritu, con esfuerzo ejemplar, y con la misma visión de su primera salida, partió otra vez a la mar. Claro está, siempre – y hoy más que nunca – contó con una tripulación sin condicionamientos: su propia familia quienes, en su segunda generación, hoy timonean el barco, exitosamente.
Así empezó la charla.
Barcos: Cuando empezaste a trabajar, ¿tus padres o familia estaba involucrada a la náutica?
Héctor Lois: Yo empecé trabajando en el astillero Zimmerman y Sierra, y allí aprendí el oficio de carpintero. Fue por el año 1975 si mal no recuerdo. Y no, mi familia no era del ambiente. Anterior a esa fecha, yo había trabajado en un astillero de reparaciones navales en el Paraná de las Palmas, desde los 16 a los 19 años, una buena experiencia, con todo tipo de barcos.
B: Pero tu oficio es carpintería de ribera…
HL: Sí, eso era lo que me gustaba; cuando comienzo en Zimmerman y Sierra, allí fue donde me enseñaron a trabajar la madera; allí aprendí el oficio. Sierra fue un maestro especial para mí en la carpintería fina, en las terminaciones y Zimmerman, un profesor de primera en la parte externa del barco, en el armado del mismo. Fueron dos personas importantes en mi vida laboral, completando el círculo que permitió animarme a independizarme, después de unos cinco o seis años.
B: Cuando te independizaste, ¿tuviste tu primer astillero?
HL: No, seguí los pasos naturales que en esos años era lo cotidiano: fui contratista de Juan Segue, terminando alguno de sus muchos barcos que construía. Fueron otros tres o cuatro años en donde hice además otros trabajos para distintos astilleros; algunos barcos a César Zazzali, a Náutica y posterior a eso, me animé al astillero propio.
B: ¿Cómo fueron los primeros pasos de aquel primer astillero? ¿Cuáles fueron tus primeros barcos?
HL: Creo que fue por 1984/85; armé varios Flamingo, Sudestada y otros barcos antes de empezar con mi propio modelo: el Génesis 387.
B: Lo recuerdo perfectamente: el Génesis 387 fue un barco que hizo la bisagra histórica en la construcción de yates a motor en el país…
HL: Si, es verdad. Si bien mi oficio era la carpintería, con el paso del tiempo uno tiene que aprender de todo, por eso me especialicé y me animé a trabajar con el plástico reforzado con fibra de vidrio, ya que era un hecho que era el reemplazante natural de la madera, al menos en casco y cubierta.
B: Recuerdo que el primer Génesis 387 se presentó en el salón náutico de la Rural… fue todo un éxito; tenía todos sus vidrios en un tono verde agua…
HL: El proyecto lo presenté en Salón Náutico que se hizo en el Complejo Albardón, de Tigre y efectivamente, en el salón siguiente, en plena Rural de Palermo, se hizo la presentación oficial del 387.
B: ¿Por qué crees que el 387 fue un barco tan exitoso?
HL: Con la experiencia que había adquirido, quise hacer un barco que sea práctico y que no tuviera mantenimiento, aprovechando lo que conocíamos de los americanos: un barco seguro, práctico, simple en lo constructivo y efectivo en navegación, pero con diseño y terminaciones de los barcos europeos. Esa fue mi idea conceptual, y creo que hicimos un producto bueno y muy logrado para esos años.
B: El Génesis 387 cambió el concepto de diseño y construcción de los barcos…
HL: Creo que sí. Yo veía que los barcos que se hacían en los otros astilleros, el cliente tenía mucha participación buscando en forma independiente a los gremios: herreros, tanquistas, electricistas, tapiceros y demás, y los iba “subiendo” a la obra. Mi idea fue hacer un buen barco “llave en mano”, para que el cliente no tuviera que convivir con la obra, o ser Directo de Obra de su propio barco. Eso generaba más tiempo, y un desgaste para el cliente increíble. Nosotros entregábamos todo terminado, hasta con cabos, defensas, combustible… el barco iba al agua y los clientes salían a navegar, directamente. Creo que eso fue parte importante del éxito. Cambiamos la forma de fabricar barcos para la Argentina.
B: ¿Cómo era la relación con los clientes en esos años y como trabajaban?
HL: Los clientes venían y firmaban los contratos y en 90 días el barco estaba en el agua. Cuando el dueño venía a los dos meses para hablar por el tapizado, o el laqueado, nosotros ya teníamos el barco casi listo. El público se sorprendía, no lo podía creer. Aparte de eso, busqué con mucho esfuerzo que el barco tenga cero mantenimiento. Prioricé mucho lo que eran los problemas de la época, por ejemplo, las entradas de agua, y que destruía toda la buena carpintería interior y los tapizados. Prioricé el cero mantenimiento y que el barco no tenga que ser necesariamente atendido cien por ciento del tiempo por uno o más marineros.
B: También confiaste plenamente en un diseñador prestigioso y muy querido en nuestro ambiente…
HL: Siempre trabajé con Gino Gandino, desde el primer Génesis. Además de ser una excelente persona y profesional, siempre estuvo dos pasos delante de todos los dibujantes argentinos. Aún sigo trabajando con él, nos entendemos perfectamente y nos respetamos.
B: Desde que empezaste con tu propio astillero, han pasado años y tormentas fuertes. Y viene la segunda generación… Háblame de cómo se fue integrando tu familia al astillero.
HL: Cuando Silvana, mi hija mayor tenía 15 o 16 años se integra a ayudarnos administrativamente pues estábamos en plena comercialización del Génesis 387. Desde el 1994 al 2000 teníamos una entrega promedio de catorce barcos por año, y había que moverse mucho y muy rápido para cumplir con las fechas y demás. Casi por el 2000, mi otra hija, Paola, se suma al trabajo del astillero. Por ese año hacíamos la presentación del Génesis Del Plata; sólo en la presentación del proyecto, con los planos, hicimos doce ventas. Fijate que desde enero al 29 de diciembre de 2001 hicimos 18 botaduras… y vino la crisis y me fundí. Una cosa que sólo quienes vivimos en este país no podemos entender pero asimilamos, lamentablemente, cada siete o diez años…
B: ¿Y cómo siguió el tema?
HL: Como hacen todos los astilleros: se levantan de nuevo, con un esfuerzo descomunal, acomodándose a las nuevas reglas, trabajando duro, con poca ayuda y mucho sacrificio. En 2004 –o 2005, no lo recuerdo con exactitud-, se integran mis yernos, Ariel y Josue. Entre todos y con mucho trabajo empezamos a superar la crisis, que nos había pegado muy muy duro.
B: ¿Cómo llegamos de San Fernando a esta planta modelo en Benavidez?
HL: Justamente, la crisis nos hizo emigrar para estos lares, que vos conocías también; no había nada, incluso, el acceso era de tierra y más de una vez terminé en la zanja. Pero para ser honesto, una vez que estuve aquí, mi vida cambió por completo. Mi cabeza hizo un click, y no se explicarte el porqué, pero nuestra vida, nuestro día a día, empezando desde cero (era un terreno irregular, sin servicios ni un acceso al menos mejorado) fuimos paso a paso, construyendo un galpón, ampliando, pero siempre fabricando nuestros modelos, en las mejores condiciones que teníamos a nuestro alcance. Hoy veo las dos naves y todo funcionando y agradezco todos los días de haberme animado, con el apoyo incondicional de mi familia y de muchos de los que hoy siguen trabajando con nosotros.
B: La vida da revancha… ya funcionando en tu nueva planta, lejos del epicentro de San Fernando, cómo empezaste otra vez a reinsertarte en el mercado?
HL: Ya en esta planta veníamos bien en la producción, y tuvimos la posibilidad de exportar algo a Brasil y, para variar, nos agarró la crisis cambiaria que mantuvimos con Brasil, y nos quedamos con las ganas de seguir; los barcos gustaban mucho. Luego en 2006 creo, exportamos a España tres Génesis Cielo y un Del Plata y otra crisis, esta vez mundial pero con el tema dólar, nos cortó la veta. Recordá que eran los tiempos de la globalización y demás, pero siempre aparece algo que te pone el pie en la cabeza y debes parar y replantear todo de nuevo.
B: La pregunta es cómo se fueron adaptando tus hijas y yernos al quehacer diario del astillero.
HL. Obviamente, mi punto más carente fue la parte administrativa, con lo cual las chicas se abocaron de lleno a eso, sin problemas y cubriendo todo el espectro que en nuestro rubro, tal vez como en muchos, es interminable: atendían clientes, pedidos, comprar -que fue siempre una de mis principales necesidades y preocupación: comprar bien- entre otras tareas, como el personal, impuestos, habilitaciones y todo eso que es ajeno al barco.
B: La gente te siguió igual, tus clientes siguen fieles a la marca…
HL: Sí, tuvimos esa suerte; la transición que nos hizo venir aquí no fue obstáculo para que los clientes nos siguieran. Tengo la suerte de tener muchos clientes amigos, y muchos que van creciendo en la flota Génesis, cambiando sus modelos, algunos ya en su tercera o cuarta embarcación de nuestro astillero. Eso es un verdadero privilegio. He cumplido con todos, hasta en el peor momento. Fue muy duro pero, ya es historia del pasado. Siempre seguimos apostando. Esto es lo que me gusta y sabemos hacer; tengo apoyo y equipo. Las circunstancias del país… siempre hay algo nuevo que te frena, pero seguimos adelante. Estamos en pleno desarrollo de un 56 pies; obviamente, te confieso que las ganas sobran pero empiezo a delegar un poco en los chicos, ya que los años no sólo pasan, se nos suman a la mochila. Hoy estoy más mirando y asesorando que llevando el timón, pues comprendí también que delegar es muy difícil, todos los de nuestra edad tienen el mismo dilema, pero una vez que ves que todo se mueve con armonía, uno puede ocupar otro lugar, relajarse un poco; pero si no estoy en el astillero, me muero (risas). Mi hija Paola sigue en la parte de administración y con varios temas más; Silvana y su esposo, que también tienen su proyecto propio, siempre están al pie del cañón.
Ariel es quien hoy está al mando de Latin Yachts, es el verdadero motor del astillero. A diario, maneja la producción, proveedores y clientes en forma simultánea, siempre con mucho profesionalismo, respeto y con un carácter especial –propio de él- que permite que las obras sigan avanzando sin pausas, tomarse su tiempo para escuchar al cliente y estar al tanto de las compras y el stock en forma automática.
A veces me sorprende por la multiplicidad de tareas que tiene en mente y las lleva adelante en perfecto equilibrio. Se ocupa de mucho de lo que yo hacía. Lo considero mi mano derecha… o tal vez, a esta altura, quizás yo sea la de él (risas). Creo que es una de las formas de explicar tu pregunta respecto de la transición; es dejar crecer al otro, asistiéndolo y uno, un pasito al costado, aportando la experiencia. Así funciona.
B: Después de la crisis del 2001… ¿hubieras dejado todo y encarado otro proyecto?
HL: Cualquier persona normal en mi situación, estoy seguro que un noventa y nueve por ciento hubiera tirado la toalla. Tuve la suerte que mi familia me apoyó, no me reprochó nada y se puso a la par para sacar las cosas adelante. Haber cambiado de lugar me dio otra energía. Aquí estamos trabajando muy tranquilos, con otro aire, en sentido real –aire más puro- y en el sentido de no estar en el epicentro de los astilleros, con colegas y proveedores cercanos. Cuando compré esta fracción para hacer el astillero aquí me pregunté muchas veces si estaba loco… hoy agradezco haber tomado esa determinación. Y sabes, me entregaron el primer galpón el mismo día que debía dejar el anterior, el de San Fernando: no tenía agua, sanitarios, luz… tuvimos oficinas en containers por un tiempo hasta que pudimos armar todo. Esfuerzo increíble, pero convencido. Había liebres por las calles… pleno campo.
B: Y los clientes te siguieron hasta aquí….
HL: Desde el primer momento, incluso más que en San Fernando. Hoy, por ejemplo, tenemos muchos barcos vendidos en Rosario, una plaza que antes no llegaba, y ahora ver algún Génesis es habitual en esa hermosa ciudad.
B: No sólo fue la mudanza, sino la nueva identidad que le diste a toda la flota Génesis… ¿puede ser?
HL: De acuerdo, así fue. Desde aquí presentamos los modelos Del Mar y el Delta, totalmente nuevos, y nos dio un empujón importante. Todo sumó.
B: Dame una visión de como ves el futuro.
HL: Creo que debemos hacer productos muy modernos, y ponernos a la altura de los que es Europa y Estados Unidos; básicamente, apostar a lo nuevo, a crear conciencia que todo evoluciona, aun cuando las cosas del país no marchen como quisiéramos, hay que jugar a superarse siempre. Hay que diferenciar el producto de la competencia. Hoy la gente busca cosas distintas respecto de tan sólo diez años atrás. Nuestros clientes gustan de nuestros diseños y de nuestra construcción. Opciones tienen pero nos eligen por eso. Es parecido al mercado automotor: si hay cambios la gente compra. El futuro lo hacemos cada uno en cada astillero, con esfuerzo propio, no siempre el país tiene la culpa. Hay que trabajar, con inteligencia y calidad, nada hace mal.
B: ¿Otro secreto?
HL: No son secretos. Siempre estudiamos el mercado y hacemos lo que no hay. Desde cero, con la ayuda de Gino y Jeremías, quien nos da una mano enorme. No todo pasa por la comercialización y ganar dinero. Hay que lograr satisfacciones sobre lo que es tu tarea, es muy gratificante, es sentirte bien, aunque bien sabemos que de eso sólo no se vive.
B: Finalizando… ¿cómo sigue la tercera generación?
HL: Tengo cuatro nietos, son mi alegría y orgullo: un varón y tres nenas… son muy chicos… así que habrá un tiempo importante para ver si seguirán por este camino. Me gustaría mucho pero ellos son libres de elegir sus vocaciones.
B: Gracias Héctor por compartir esta historia.
HL: A vos Gustavo y a Barcos, por tenernos en cuenta.