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EDICIÓN IMPRESA – IZARRA POR EL MUNDO

La Vuelta a Ilha Grande, parte 2

Lo prometido es deuda. En la publicación de Barcos de octubre de 2022 describí la primera parte de la Vuelta a Ilha Grande. Recorrimos desde Abraao hasta Sitio Forte rodeando la isla por el este y el sur.
Siguiendo hacia el norte se encuentra la Enseada do Bananal con muchas playas dominadas por restaurantes y pousadas.


Al norte de esta gran bahía orientada al poniente queda la Praia de Barco, agreste sin construcciones y muy protegida del eterno viento noreste conocido como Carpinteiro pero nada recomendable para recibir un frente frío del sudoeste.
En el extremo oriental de la playa hay una trilha que en 10 minutos te conduce, pasando por una escuela abandonada e invadida por el mato, a la Igreja da Freguesia de Santana. Fue construida en 1843 y emplazada en un importante centro industrial y agrícola del siglo XVII donde se producía café, azúcar, legumbres, cereales y aguardiente. Está rodeada por tumbas antiquísimas y el mato, donde resaltan bananos y árboles de papaya.


Siguiendo nuestra navegación nos metimos en Lagoa Azul, un fenómeno geográfico donde tres islas encierran un espejo de agua que supo ser un paraíso submarino. Hoy es frecuentada por demasiadas escunas y lanchas con música atronadora y parrillas humeantes de donde caen latas y botellas que quedan por siglos en el lecho marino como cotillón para tortugas y peces de colores.
Rodeando la Ilha dos Macacos, se llega a la Enseada da Freguesia desde donde se puede apreciar la Iglesia, enmarcada por altísimas palmeras, desde el agua.
Continuamos navegando hacia el este y llegamos a la Enseada da Estrela, la antesala del Saco do Ceu. Es un area lindísima de extensas playas interrumpidas por arroyos que salen del corazón de Ilha Grande y que caminando se pueden vadear. Nos metimos aguas arriba en uno de ellos con el gomón, remando y esquivando rocas y árboles caídos. Al fondo llegamos a una cachoeira, rodeada de árboles enormes con ramas colgantes, un paisaje similar a la parte animada de Mary Poppins.


Frente a esas playas, a unos 50 metros hay unas rocas enormes a donde se puede llegar nadando para tumbarse al sol en la piedra caliente.
En Praia da Cachoerinha, nace la trilha hacia la Cachoeira da Feticeira. Es una caminata en trepada de media hora necesaria para llegar a una caída de agua espectacular, con un pozón en donde nos pudimos refrescar y comer un picnic. De ahí hay una trilha de dos horas que llega hasta Abraao, subiendo y bajando morros, con excelentes vistas.


De vuelta en el Izarra, entramos al Saco do Ceu, un lugar muy protegido de los vientos de todos los cuadrantes y con muy poca profundidad y fondo de barro donde el ancla se agarra bien. Fondeamos frente al Iate Clube que es una casa de madera con muchos adornos náuticos y un jardín con pileta inmaculados frente a una playa de barro arcilloso, terrible para desembarcar con el bote que quedó todo embarrado. Los socios son muy celosos de su club y no te dejan ni tocar el cerco. Nos fuimos caminando al pueblito. Un montón de casas apiñadas en el barro, con pasillos por donde uno circula entre gallinas y perros que ladran. La mayoría de la gente se dedica a la pesca y algunos a construir Pesqueros y Escunas enormes. El varadero es un claro en la selva y ¡contrasta mucho con lo impecable de las construcciones!
Ilha Grande es un paraíso tropical, con naturaleza imponente, pueblos de isleños pescadores mezclado con navegantes y turismo ruidoso.

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Por: Virginia Britos

barcos@barcosmagazine.com

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