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EDICIÓN IMPRESA – ASTILLERO NAVAL FEDERICO CONTESSI: Fe en Dios – Fe en el País – Fe en la Pesca

Al ingresar a este imponente astillero de Mar del Plata, ya se respira la vocación de trabajo y la perfección de sus instalaciones, constantemente ampliadas y renovadas.
Fuimos recibidos por Alejandra Contessi, una de las herederas de este legado de su padre, Federico quien inculcó a sus 4 hijos que el esfuerzo y la perseverancia son los baluartes del éxito. Guiados hacia quien sería nuestro interlocutor, nos encontramos en un ambiente sumamente cálido desde el que se divisa a todo el personal en overoles inmaculadamente uniformados. Allí llega Domingo “Vito” Contessi, el presidente de la empresa, el menor de los hermanos y único varón, hiperactivo y entusiasta que nos cuenta toda la historia apasionante de este emprendimiento que iniciara su padre que vino de Italia con sólo un capital de sueños… Y que esa sala en la que estamos es una antigua sala de gálibos, que traducido significa la sala en donde se hacían los trazados de los planos de los barcos a tamaño real, un piso pintado de blanco en donde se dibujaban las plantillas, cuadernas, etc. De cómo fueron evolucionando hasta llegar al lugar en donde están, aggiornándose constantemente y manteniendo la filosofía de “hacer las cosas bien y superarse”.
Más que un negocio, es una pasión.

Domingo «Vito» Contessi

Barcos: Contanos sobre el Astillero Contessi, ¿cómo empezó y cómo sigue pionero a través del tiempo?
Vito Contessi: Es una empresa netamente familiar creada por mi padre Federico, un inmigrante italiano. Su padre y familia eran pescadores de un pueblito del Adriático, San Benedetto del Tronto. Vinieron a la Argentina en la década del 20 cuando todavía no estaba listo el puerto de Mar del Plata y se quedaron enamorados de la ciudad y su potencial. Mi abuelo regresa a la Argentina en 1931, dejando en Italia al resto de la familia, entre ellos a Federico, mi papá, de apenas 40 días. La idea era juntar algo de dinero y traer a toda la familia para Mar del Plata. Mi abuela tejía redes de pesca y sus tres hijos eran infantes, así que dependia de las remesas que llegaban de la Argentina. Pero las sucesivas crisis y luego la segunda guerra mundial los terminó separando por más tiempo del previsto. Las remesas de Argentina se interrumpieron y los niños debieron comenzar a trabajar. Durante la guerra la casa en la que vivían fue totalmente destruida por los bombardeos y los hombres se refugiaron durante 9 meses en una cueva que ellos mismos cavaron. Una historia dura pero muy interesante. La familia estuvo separada durante 16 años. Mi abuelo Doménico dejó un bebe de 40 días para reencontrarse con un adolescente de 16 años. Increíble que mi padre haya conocido recién al suyo después de 16 años.
Cuando se reúne la familia en Mar del Plata, mi abuelo quería que alguno de sus hijos fuera pescador. El mayor ya se había orientado en otra actividad y papá, para no darle la contra se embarca. Siempre comenta que fueron los 16 días más inútiles de su vida ya que se mareaba, no sabía hacer nada… a lo que su padre le pregunta qué sabía hacer. Como él había aprendido el oficio de carpintero naval con sus tíos, especialmente con Ruggero que tenía un pequeño astillero en Italia, le contesta a su padre que sabía trabajar en los barcos, así que lo dejó empleado con un español que tenía un astillero donde construían lanchas pesqueras. A los 6 meses papá, con apenas 17 años, ya era el capataz del taller por lo que sabía, por su fuerza de voluntad… Él es una persona muy especial, todo lo que hizo lo hizo en base al trabajo, el sacrificio, una filosofía muy fuerte de trabajo, una persona muy particular. Una cosa es contarla y otra es vivirla. Fue presidente de la empresa hasta hace 3 años, todo el tiempo estaba con el mameluco puesto en el taller, nunca en la oficina. Siempre fue un trabajador, no se sintió un empresario y así fue desde el primero hasta el último minuto en el que estuvo activo en el astillero.
A los dos años de trabajar en ese lugar el dueño del astillero le comunicó que no le pagaba más si no se independizaba, pero igual siguió 7 meses sin cobrar, hasta que se dio cuenta que su patrón lo decía en serio y se vio obligado a iniciar su propio emprendimiento. Como su patrón no tenía dinero para pagarle le entregó herramientas y ma-
deras. La familia tenía un terreno y compraron una pequeña lancha para arreglar donde guardaban las herramientas mientras reparaba otros barcos pesqueros. Cada vez que cobraba, iba y compraba madera y herramientas. La gente asombrada le preguntaba para qué hacía ese acopio de madera a lo que él respondía que “algún día iba a hacer un barco”…
Esa oportunidad la tuvo en 1959/60 cuando le proponen hacer un barco y no empezó con un barquito, ¡fue el mayor primer pesquero de altura que se construyó en Argentina y de madera!. En simultáneo, el Astillero Mestrina, sobre el Luján botó un barco pero de acero de esa misma medida, 22/23 metros de eslora.
Para ese emprendimiento, mandó a buscar de su pueblo a su primo y a un amigo, formaron una sociedad que se llamó “La Juventud” en honor a la edad de sus componentes que empezaron a los 19 años. Y desde ese momento, el astillero nunca paró, al comienzo construyendo barcos en ese terreno donde ahora hay un edificio, pero a 4 cuadras del varadero público. Cada botadura era bastante engorrosa, porque habia que trasladar el barco por más de 500 metros de terreno baldío hasta el varadero. En 1963 y luego de botar el 3er barco, papá se dio cuenta que no podía seguir de esa forma y fue a la autoridad portuaria para pedir en alquiler un lugar con acceso al mar, que es donde estamos actualmente. El terreno era un descampado, no había absolutamente nada, se usaba para rellenar con los residuos del dragado. Se lo otorgé el predio por un plazo de 10 años renovables, pero con el compromiso que si debía devolverlo era sin construcciones, tal cual lo había recibido.
Allí se construyó el primer varadero privado de la costa atlántica donde se construyeron y botaron otros 16 barcos. Hasta que el 2 de febrero de 1974, mientras estaban fumigando se incendió el astillero y se perdió todo. Hubo que reconstruir y empezar de 0, fue muy duro. Por suerte no hubo que lamentar desgradas personales. Lo único que se salvó fueron los barcos que estaban en reparación y uno que estaba en construcción. Como el viento soplaba del noreste el varadero y todo lo que estaba fuera de los galpones se salvaron. ¡Era todo madera!
En ese momento se reformularon varios aspectos y se pensó que había que construir los barcos en otro material, acero naval, más que nada porque en ese momento no se conseguía la madera que se quería, que era curva y la traían de Paraguay. Ese país había puesto una limitación y solamente pasó a exportar madera en tablones. También en ese momento se contrata al primer ingeniero naval, un joven recién recibido llamado Angel S. Coronel. Los diseños de los primeros 19 barcos de madera, muchos de los cuales aún hoy siguen navegando y pescando, habían surgido de la cabeza de papá, que era autodidacta. Se contrataba un dibujante para hacer el replanteo y presentar los papeles en Prefectura cuando el barco ya estaba terminado. Hoy contamos con un plantel de talentosos y jóvenes ingenieros egresados de la UTN local y el jefe del Departamento Técnico es un nieto de Federico Contessi, el Ing. Leandro Goñi, quien se formó en el taller bajo la tutela de su abuelo mientras estudiaba la carrera de Ingeniería Naval.

Desde el aire – foto Matías Capizzano

Barcos: Entonces comenzó la segunda etapa, ¿el acero naval?
VC: Siempre nos especializamos en barcos pesqueros, ya van 135 buques nuevos construidos, y salvo 3 todos han sido pesqueros. De los otros, uno es “Regina Australe”, un catamarán turístico que opera en Puerto Madryn y que estuvo varios años en Puerto Madero donde se hacían fiestas a bordo con capacidad para 400 personas. Otro es el “Skua”, una lancha para transporte de prácticos de 30m de eslora que vendimos a Chile. Y el tercero es el “Yellow Submarine”, para ver ballenas debajo del agua, no es que se sumerja sino que la obra viva tiene ventanas por donde se puede ver qué pasa debajo del agua. Está en Puerto Pirámides.

Barcos: ¿En qué etapa se puede decir que están en este momento?
VC: Y hoy estamos realmente en una etapa inédita para los 70 años de historia del astillero. Nunca tuvimos la producción futura programada y hasta tuvimos que aprender a financiar con fondos propios para garantizar la continuidad laboral. La industria naval pesada no existe sin financiamiento, no vas a encontrar en ningún astillero del mundo que produzca barcos y que el comprador vaya, lo pague de contado y se lo lleve. En nuestro país el financiamiento naval se cortó a fines de la década del 80 con el cierre del Banco Nacional de Desarrollo y el Fondo de la Marina Mercante, junto con el financiamiento desapareció buena parte de la Industria Naval. Hasta la década de los ’70 y principios del ’80 teníamos unos cuantos astilleros de primera línea que fabricaban cualquier tipo de buques, porta contenedores, graneleros, mercantes, pesqueros y empleábamos casi 50.000 personas. Toda esa industria desapareció, astilleros como Alianza, Astarsa, Forte, Costaguta, Vanoli, Corrientes, Príncipe Menghi y Penco, Sanym… Buena parte del motivo de la desaparición de esos grandes Astilleros fueron políticas públicas, las variables económicas del país que no favorecía la construcción de bienes de capital y, sobre todo la falta de financiamiento. Fuimos uno de los pocos astilleros que dedicándonos a un nicho seguimos subsistiendo. Lo hicimos financiando con fondos propios la construcción de los barcos. Un poco vuelvo a la historia de papá a quien no le interesaba ser un gran empresario, le interesaba trabajar y mantener su astillero abierto y esa filosofía fue la que salvó la empresa. Muchas veces, las decisiones que tomó no eran decisiones inteligentes desde el punto de vista empresario, pero sí desde el punto de vista de alguien que no quería dejar de trabajar.
Tal es así que en la época de poca actividad, para no tener que despedir al personal llegamos a hacer barcos para stock, que eran de nadie. Llegamos a tener hasta 5 pesqueros en stock, reinvirtiendo todo lo que teníamos y luego nos vimos obligados a financiar esos barcos. Estaba terminado, venía el armador y preguntaba su precio. “Cuánto cuesta éste?” “ U$S 1.000.000”. “Bueno, tengo U$S 50.000 pero tengo el permiso de pesca, me lo llevo”, obligándonos a financiarle el resto hasta 10 años, a veces. ¡Una locura! Pero no teníamos alternativa, era eso o que nos quedara acá de “florero”.

Barcos: ¿Y qué pasaba con el resto del pago? ¿Lo saldaban?
VC: Tuvimos algunos deudores morosos, pero al tener un conocimiento acabado de nuestros clientes y del negocio, sabíamos en quien podíamos confiar y en quién no. No éramos un banco que prestábamos plata a alguien sin conocerlo, sino que estábamos en el ambiente y conocíamos. Cuando venían las épocas malas teníamos que esperar y algunos que no te podían pagar la cuota entera, te pagaban una fracción y cuando venía la época buena te lo compensaba. Y ahí, sin quererlo empezamos otra actividad paralela.

Barcos: Contanos de qué se trata esa actividad.
VC: Es la actividad pesquera. Papá estaba cansado de que el empresario pesquero viniera al astillero y se llevara un barco pagando nada y se terminaba pagando con la propia producción del buque. Hasta que un día vino un pescador y le dijo “¿Por qué no me das el barco a mí?” “Porque vos no tenés las garantías” dijo papá. “Pero si yo soy el que lo hace producir, dame una oportunidad…” Conclusión, hicimos una sociedad con ese capitán, con el ingeniero, con el contador y así nos metimos en el negocio pesquero. Hoy el astillero es la cabeza de un grupo pesquero que factura 10 veces más que el astillero. Pero mis hermanas y yo seguimos trabajando en el astillero que es la empresa que más cariño le tenemos, mientras que la tercera generación se ocupa más de las empresas pesqueras. En la actividad pesquera tenemos más de 900 personas empleadas en todo el país, plantas de procesamiento en Mar del Plata, Puerto Deseado y en Rawson y una flota de 9 barcos operando.

Barcos: ¿Y la sede de ese grupo está acá en el astillero, también u opera en forma independiente?
VC: Parte está en el astillero y parte afuera. El grupo se llama “Grupo Veraz” y su presidente es mi hermana mayor, que trabaja en el astillero desde los 15 años, como todos nosotros que estudiamos a la vez que trabajamos. Mis sobrinos y sobrinas son los responsables de distintas áreas de este emprendimiento.

Barcos: Nos llamó la atención ver el gran estacionamiento lleno de autos, ¿es toda gente afectada al astillero?
VC: El personal directo del Astillero se compone de 82 personas y el 70% de ellos tiene vehículo propio. Pero además también trabajan en la planta otras 150/200 personas que son contratistas y que tienen alguna actividad tercerizada por empresas de electricidad, hidráulica, plastificados, etc. Tenemos planes de beneficios de créditos que otorgamos a nuestros empleados para que puedan comprarse vehículos, vivienda, del cual hemos hecho planes (en el terreno donde funcionó el astillero en sus comienzos y luego se construyó un edificio de departamentos, muchos de los cuales fueron otorgados a crédito a nuestros empleados). También en la década del ’80 construimos un barrio de 7 casas que el personal las que fueron pagando con horas de trabajo. Esta actividad es muy artesanal y nuestro principal capital es el hombre, la experiencia del trabajador y a él es a quien tenemos que cuidar. Así y todo este astillero ha sido una fábrica de crear talleres navales y otras empresas. Reclutamos muchos jóvenes que luego de hacer una pasantía de una escuela técnica son contratados en su primer empleo; es una forma de tomar al personal sin vicios, lo formamos nosotros desde cero. Acá se trabaja bien y eso tiene una retribución. Del trabajo que hagamos depende la vida de la gente que se embarca en nuestros buques, es una tarea de mucha responsabilidad. Necesitamos gente con un alto nivel de seriedad y confianza.

Don Federico festejando sus 80 y su gran familia

Barcos: ¿Cómo medis el resultado de tanta dedicación y esfuerzo?
VC: Por ejemplo, si voy a La Banquina chica, veo que más del 50% de los pesqueros que se construyeron en Argentina salieron de este astillero. En ellos podes ver el sello distintivo que es la “llama de la Fe” en la proa de cada barco construido, nuestro logotipo. Somos el Astillero que más buques aportó a la flota nacional, donde lamentablemente la mayoría fueron importados usados, esa fue nuestra gran competencia, una competencia desleal que destruyó buena parte de la industria naval argentina, ya que nunca aprendimos a construir un barco “usado”.
Pero sin lugar a dudas la marca más importante que ha dejado el Astillero es la posibilidad que le hemos dado a centenares de pescadores de tener su propia pyme. Porque esa situación de financiar y dar crédito hizo que muchos pudieran armar su propia empresa.

Barcos: Con toda esta historia apasionante en su haber, con su particular forma de ser, ¿cómo fue el retiro de tu papá de esta actividad que era su vida?
VC: Lo retiró la salud, él no se quiso retirar, pensábamos que se podía morir cayendo de un andamio, o por algún accidente laboral… era imposible sacarlo del taller. Se retiró cuando el físico no le dio más, por su artrosis y la imposibilidad de caminar. Maltrató mucho a su físico trabajando 13/14 horas diarias. Pensar que cuando yo era chico, ¡a papá lo veía los domingos a la tarde! Acá se trabajaba sábado, día entero y medio día de domingo. Está en otra etapa de su vida, finalmente lo aceptó bien pero sólo cuando vio la limitación física.

Barcos: ¿Proyectos?
VC: Tenemos barcos vendidos hasta el 2024, cosa que nunca nos pasó y eso nos permite planificar, nos permite soñar con nuevas inversiones. Acabamos de agrandar y construir nuevos galpones. En el año 2019 hicimos una ampliación de 1/3 de nuestra superficie cubierta, en el 2020 inauguramos las oficinas nuevas, vestuarios y comedor del personal que eran necesarios para poder seguir aumentando la nómina. Pero nuestro sueño es construir una nave con salida al mar que nos permita construir barcos de hasta 75m de eslora, razón por la cual empezamos con los estudios de factibilidad. Ver todo esto y pensar que era un descampado cuando mi padre lo recibió… Se hizo todo a mano, tiraban las piedras rellenando el terreno y no sólo es lo que se ve sino todo lo que está debajo del agua. El varadero continúa 70m debajo del agua…

Barcos: Antes de cerrar esta nota, te queríamos preguntar por tus dos hijos y también por tu actividad náutica deportiva, de la que sos un ferviente entusiasta.
VC: Me encanta navegar y me encanta la competencia. Actualmente navego en Moth y J70, pero de manera más recreativa. Competí muchos años en J24 y match race junto a Juan Grimaldi y participé de Juegos Panamericanos y varios campeonatos mundiales pero en forma amateur siempre. Mis dos hijos, Massimo y Luca, heredaron esa pasión según parece. Arrancaron en la clase Optimist de muy pequeños, Massimo fue Campeón Argentino de Optimist en el 2014 y quedó 3ro en un Norteamericano. Actualmente están compitiendo afuera, ellos corren en Moth y 49er. Recientemente participaron de un campeonato en Gaeta, Italia, la “Liberty Bitcoin Youth Foiling World Cup” en la clase 69F formando parte de la tripulación de un equipo español. Se quedaron con ganas de formar un equipo 100% argentino para el año próximo, el diseño de este barco es de dos argentinos Wilson-Marquinez.
De ahí fueron Lanzarote (Islas Canarias) haciendo su primera experiencia en un campeonato internacional en la categoría olímpica 49er. No tenían ninguna expectativa en cuanto al puesto pero sí en aprender y recoger experiencia, ya que era un campeonato de muy alto nivel que repartía las últimas plazas europeas para Tokio y ellos venían de más de 20 meses sin poder correr regatas ni entrenar con otro barco. Están recién empezando en la categoría a nivel olímpico y su sueño es participar de los JJ.OO de Paris 2024.

Barcos: Muchas gracias por el libro, es impresionante y mil gracias por dedicarnos este tiempo tan preciado.
VC: El libro ya tiene 5 años de editado y fue un regalo que le hicimos a nuestro padre Federico cuando cumplió 85. La primera parte es una biografía suya y la segunda es una ficha de los 120 barcos construídos a ese momento, que contiene fotos y planos de cada uno más un extracto del discurso de botadura. Reconstruyendo cada uno de los discursos es posible reconstruir lo que nosotros llamamos la historia industria naval pesquera. Es interesante porque te das cuenta que a través de los años, las problemáticas fueron siempre los mismas, eran crónicas, sin capacidad de resolución, ojalá estemos consolidando el inicio de una etapa distinta y superadora de esa historia.
Nos despedimos leyendo la frase escrita en la grúa pórtico exterior y que muchos navegantes han visto porque puede leerse claramente desde el Club Náutico Mar del Plata:

FIDES MONTES MOVET, HIC AUTEM NAVES
LA FE MUEVE MONTAÑAS, AQUI BARCOS

Foto apertura: Matías Capizzano

barcos@barcosmagazine.com

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