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Alfredo Gorecki, en honor a su “mandato” familiar

Alfredo Gorecki posee una larga trayectoria en el esquí acuático, el wake y el surfwake. Es una pasión. Pero también, en honor a su “mandato” familiar, constructor de embarcaciones, especiales para ese segmento deportivo. Conozcamos a este personaje que, hoy junto a su hijo, construyen embarcaciones exclusivas para el deporte que ama.

Texto: Gustavo Revel – Fotos: Gentileza flia. Gorecki

Alfredo es un gran referente de los deportes que destacamos anteriormente y, gracias a esa mochila de conocimientos y experiencias personales, logró imponer una marca y crear embarcaciones, reconocidas en todo nuestro país y en los países vecinos. Sus familia entera, a excepción de la pequeña Luz navegan y hacen en sus horas de ocio wakesurf. Su hijo es la tercera generación ya que la historia de Alfredo en la náutica se inicia desde su abuelo, don Pedro Soriano… pero mejor vayamos a la entrevista.
Barcos: Nuestra segunda entrevista pero esta vez apuntamos a trabajar en familia… empecemos por el abuelo Pedro.
Alfredo Gorecki:
Bueno, mi abuelo era carpintero de ribera, tigrense de toda la vida, y tenía un astillero, astillero Soriano, ubicado en el mismo lugar donde estoy, José C. Paz 863, Tigre. Allí construía lanchas de madera, barcos, hablamos más o menos del año 1950. Él empezó a trabajar en un galpón propio en la calle Pampa y Que-randíes, enfrente al hoy astillero Klase A. Allí construyó barcos de madera y recuerda que para pasarlo por debajo de los puentes del río Reconquista, lo lastraba con piedras, recordando que en esa época el río era navegable. Después se dedicó a correr en lancha, en la categoría Mojarra, compitiendo muchos años, logrando títulos de Campeón Argentino, dos records de velocidad Mundial, de 198.42 km/h y otro no homologado porque en esos años, no existía un instrumento para testear velocidades de más de 200 km; el abuelo llegó a 213 km. Fue record sudamericano de velocidad a 179.105 km/h, logrado en La Plata el 21 de junio de 1970, compitió a Carmelo y en los lagos de Palermo. Yo era chico pero recuerdo las carreras y eso fue lo que me atrajo siempre, estar en el astillero y en ese mundo tan técnico, por decirlo de alguna manera.
Barcos: ¿Cómo era tu abuelo? ¿Qué recordás de él?
A.G:
Era un tipo sencillo, simple…muy querido, buen carpintero y apasionado de los motores Ford. También fue Sub Director de Deportes en el Municipio de Tigre, un hombre muy respetado. Y yo me crié dentro del astillero, todo el día subido a las lanchas, mirando cómo se trabajaba, iba a las carreras… papá también se llamaba Alfredo, y era quien le preparaba los motores de las lanchas de carrera. Su oficio era la mecánica de autos pero en esa época, un mecánico era un mecánico de autos, barcos y motos. Como verás vengo de familia de fierreros…
Barcos: Obviamente estaban ligados al agua pero ¿cómo empieza tu vida deportiva y luego en la construcción?
A.G:
Papá tenía una lancha, una Pagliettini de terciado, y corría en las categorías con motor F-100. Yo era chico y andaba siempre en el medio de todo ese ir y venir; mamá, que tenía terror de que corriera, hizo que papá vendiera esa lancha, y lo hizo. Sin embargo, yo seguí, de alguna manera, con las lanchas… empecé a hacer esquí acuático con mi primer lancha; se la compré a un vecino, estaba tirada y en mal estado, la reparé yo mismo, tenía motor Falcon, y allí empecé a esquiar. Sería por 1982.
Barcos: Era la época de esplendor del esquí…
A.G:
Sí, era amigo de Chalo Renosto, de Palo, de Jorge Renosto. Comencé a hacer figuras, slalom y nunca había competido. Esquiábamos en el Canal Arias, en el San Antonio, en cualquier lado que se pudiera… y luego fuimos a la pista del canal Aliviador. Allí empecé a arreglar lanchas de esquí de los amigos, a ponerlas a punto, a modificarlas, equiparlas. Siempre me apasionó este tipo de embarcaciones. Ese sería el primer paso en mi carrera de constructor, por 1985.
Barcos: Competías o navegabas con amigos y hacías las reparaciones de equipos… ¿Ya tenías tu propia lancha de esquí?
A.G:
Mi primera lancha de esquí fue una Aeromarine, las que hacía Edgardo Martín, dueño de Rioski. Esquié un buen tiempo con ella. Luego vendí esa lancha que tenía y compré en una buena oportunidad una MasterCraft nueva. Pero en el 2001 me fracturé una pierna muy mal, ocho meses con muletas. El médico me dijo que no iba a poder esquiar más… Entre la noticia de no poder competir y viendo el contexto de país en el 2002, pensé que podría ponerme a fabricar embarcaciones de mi especialidad, y así empecé. Comencé a poner las lanchas para los campeonatos argentinos, para la Asociación de Wakeboard, (yo ya hacía wake desde el año 1995). A pesar del presagio del médico, me sentía bien, no competía, pero como ponía las lanchas en los eventos, comencé a competir en forma gradual, en mayores de 30 y mayores de 40. Salí cuatro veces Campeón Argentino Amateur. Y estoy feliz de haberlo hecho. Es algo que me apasiona. Y las lanchas también.
Barcos: ¿Cuántos modelos hiciste?
A.G
: La marca es Skywake (la ola en el cielo), pero la gente me ubica más por mi nombre. Este nicho de mercado es muy chico, desarrollé tres modelos y casi un centenar de lanchas. Pero no soy ajeno al factor económico, como todos, y el cuarto modelo está en desarrollo, tal vez para este año.
Barcos: ¿Cómo evolucionaron tus modelos desde la lancha de esquí hasta el wakesurf?
A.G:
Las primeras, como vos decís, eran lanchas puras de esquí, que se le ponía peso para utilizarlas en wakeboard. Con el tiempo comenzamos a hacer modelos más grandes, con motores de cola (dentro fuera) en lugar de motores en el medio. Las lanchas fueron mutando a los nuevos tipos de deportes, del esquí al wake, del wake al wakesurf. Otra ola, otro diseño de carena y mil trucos para tener olas perfectas. Los fondos y accesorios, como flaps laterales, centrales y los de banda. Imaginate que cada persona elige una ola distinta y estos sistemas, junto al tipo de fondo, generan olas diversas, a gusto. Las torres también cambiaron. El pilón de esquí cambió por una torre de gran altura, para saltos más grande en wake. El arco quedó como insignia para portatablas y parlantes… en fin, pensá que un equipo full lleva 12 a 16 bombas, entre las de agua, hidráulicas, etc.….
Barcos: El público que compra tus productos, ¿es entendido?
A.G:
Sí, la gran mayoría sabe de qué se trata la embarcación, sabe que no falta nada y se siente seguro. La gente quiere estas lanchas para disfrutar, la competencia siempre fue para menos público.
Barcos: Vamos a los herederos de esta pasión. Tenés cuatro hijos…
A.G:
Sí, el más grande es Agustín (22), Sol (20), Maxi (16) y Luz (2), todos surfean desde chicos, y la nena en poco estará haciendo sus primeras olas, ellos arrancaron a los cuatro años.
Barcos: Así como vos empezaste a estar en el taller de tu abuelo, ¿cuándo comenzó Agustín a estar o a involucrarse en el taller?
A.G:
Agustín trabaja en el astillero y te contará su experiencia ahora…
Agustín Gorecki: Prestaba atención a lo que contaba papá, siempre estuve con él y mis hermanos en los torneos, en el Salón Náutico, en la parte deportiva. Empecé a trabajar con él hace cuatro años. Y el primer trabajo que me dio fue armarme un auto, un Mehari, desde cero, que me regaló a los 16. De esa forma me involucré en el taller, alternando mi auto con otros trabajos en lanchas… fue fácil y divertido, y mi auto no lo venderé nunca porque fue mi esfuerzo y aprendizaje. Hice mecánica, plástico, electricidad, empecé a ayudar a los chicos que armaban las lanchas… empecé a hacer compras.
Barcos: Hoy ¿cuál es tu función en el astillero, cuál es tu trabajo?
Agus G:
Hago de todo (risas), a veces no hay tiempo para elegir… quizás la parte de ventas me interesa y la llevo bien, pero también me gusta meter mano en las embarcaciones, además de otras tareas.
A.G: En verdad Agustín hace de todo, a veces le pido presupuestos, ir al banco, mandar repuestos… si bien es un astillero chico, o tal vez por eso, él sabe hacer de todo un poco, y lo hace bien. Si no estoy, el cubre todas las expectativas.
Barcos: ¿Y tu hermano Maxi, se integrará al equipo?
Agus G:
Es muy chico aún, tiene 16, pero él viene al astillero, surfea, le gusta la actividad, a todos nos gusta este deporte… tal vez en un par de años. Debe terminar sus estudios, o que papá le compre un auto para armar…(risas).
A.G: Maxi, al igual que sus hermanos, tiene plena libertad de elegir lo que quiere hacer en su vida a partir de sus estudios. El gen de navegar y disfrutar lo tienen incorporado. Si se suman, será por su propia decisión.
Barcos: Agustín, ¿cómo ves nuestra náutica en general, y en especial tu franja de mercado?
Agus G:
Escucho mucho a papá, pues nos cuenta su historia laboral que es en general la misma que pasaron los colegas.
Yo creo que hay mucho por hacer, lo veo a diario en el río y cuando viajamos al interior a competir o pasear. La náutica tendría que explotar en nuestros ríos y lagos, pero si no tenemos estabilidad general, seguiremos haciendo lo mejor que podamos en los tiempos que se pueda. Tengo ganas y entusiasmo, confío en que todo irá bien.
Barcos: Gracias a los dos por esta nota, y ¡buenas olas!

La charla se extendió mezclada de historias, experiencias, comentarios, discusiones técnicas incluidas…
Alfredo, al igual que muchos padres, supo integrar a su hijo a una actividad que es su pasión y sustento diario.
Utilizó una herramienta magistral: le enseñó que el trabajo y el esfuerzo es el camino, es la ecuación correcta, que no es la más fácil, pero es la que llega siempre a buen puerto. Agustín está hoy a su lado. Y si decide abrirse camino por otro riacho de la vida, esa impronta no se olvida, ni se negocia.
Pensaba, mientras redondeaba la nota, en que todos los reportajes que realicé tienen el mismo patrón: esfuerzo, sacrificio y apostarlo todo por una pasión, por un estilo de vida, por encontrar su lugar en el mundo.
No imagino quienes serían esos mismos entrevistados si tendríamos un país de verdad…

barcos@barcosmagazine.com

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