Ulises, corsi e ricorsi. Parte 2
Viene de la edición anterior
Cuando llega a la isla de los Feacios, descendientes de Zeus, felices y queridos por todos, lo reciben el rey Alcínoo y la reina Arete. Éstos dan al extranjero un banquete en su honor. Odiseo arriba precedido por su fama y, cuando en el banquete oye una hermosa voz cantar las hazañas de los grandes héroes de Troya, y otros cantos que recordaban la masacre que había causado, se pone a llorar. Compasivo, el rey ordena interrumpir los cantos y pregunta, porqué lloras?. Porque yo soy ese personaje, dice Odiseo.
Luego pasó a la isla de los Cíclopes, donde hambrientos, encontraron alimentos con los que se hicieron un festín. Al llegar el cíclope Polifemo, gigante de un solo ojo e hijo de Poseidón, estalló en cólera y devoró a varios de los tripulantes. Odiseo urdió un plan: convidó al cíclope con vino hasta adormecerlo, y casi dormido le preguntó, “Quién eres tú que no me temes?”, “¡Nadie!”, respondió Odiseo.
El ciclope se durmió, mientras Odiseo y sus hombres le clavaron una lanza en su único ojo. Éste se quejaba de dolor y al llegar los otros cíclopes preguntaron, “Quién te ha hecho daño?”, “¡Nadie!”, respondió, por lo que éstos no intervinieron. En la mañana llevó con dificultad sus ovejas a pastar, mientras Odiseo y sus hombres escondidos bajo el lomo de las ovejas lograron salir de la cueva.
A salvo en el mar y embarcado, Ulises comete un error de soberbia, gritando al cíclope, “Si tu padre Poseidón te pregunta quién te ha dejado ciego, dile que fui yo, Odiseo, hijo de Laertes”. Polifemo enfurecido, arrojó una gran roca al mar haciendo peligrar la embarcación, le echó una maldición que fue escuchada por su padre, el dios Poseidón, y éste lo vengó con grandes tempestades que nunca cesaron.
Aristóteles, en el libro de la ética aludiendo a Polifemo, dice que los cíclopes viven aislados, no tienen polis donde encontrarse a debatir, viven solo por su familia y no se cuidan unos a otros. Para Aristóteles, las virtudes más altas son aquellas que garantizan la convivencia política, y la ética es el umbral de la misma.
El inconsciente es atemporal, y desde allí cada autor se sirve de los mitos para hacer una razón actual y leer la realidad. Cada migrante de hoy, de los muchos que hay en el mundo, alojados o rechazados, posiblemente vean su propia imagen en Odiseo. Parecen tiempos a la manera de Polifemo, gigante individualista, que no hace lazo, no cuida al otro ni discute la política.
El de afuera es un enemigo. Cada uno de nosotros se sentirá más Polifemo, más Lotófago, más Alcínoo, o más Calipso. Podemos hacer el ejercicio de preguntarnos cuáles serían nuestras sirenas hoy?. Algunos se sentirán más Odiseo, como aquel orador que ha contribuido a la discusión de la política y del estado que cuida a sus ciudadanos.
La Odisea pertenece a la segunda mitad del Siglo VII a.C., época en que hay una ética del honor que gobierna las relaciones humanas en una sociedad de mercaderes navegantes. Respecto de amores y odios, entre el amor y el odio está la ética. Lo que transforma el amor es la ética de las diferencias sino, deriva al odio.
Historizar los legados nos permite hablar del pasado para escuchar nuestro presente, y perder ingenuidad sobre nuestros actos. Ese punto de llegada de singularidad subjetiva, a eso, no llegamos sin los mitos.
*Curso y recurso (traducción de la autora).
Aristóteles, Etica Nicomaquea. Libro X, pág. 405. Ed.Gredos.
Theodor Adorno, Dialéctica de la Ilustración. 1949.
Por: Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA. Psicoanalista.
cecilia.lavalle@gmail.com