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EDICIÓN IMPRESA – PSICOLOGÍA: Ulises, corsi e ricorsi.

Guerras, migraciones, refugiados, amores, odios, y enfermedades. La vida y la muerte jugadas en excesos dolorosos, dan lugar a una oscuridad insoportable, y de tanto en tanto surge la creación. (PARTE 1)

Así fue en la llamada época oscura griega, en la que el poeta Homero escribe “La Ilíada y La Odisea”, los dos grandes poemas épicos de la antigua Grecia.

El protagonista es el héroe griego Odiseo, luego llamado Ulises por los romanos, que llamaremos Odiseo como lo hicieron los griegos. Hombre de intuición y recursos que luego de ganar la Guerra de Troya, emprende junto a su tripulación la vuelta a Ítaca, donde lo aguardan su hogar, su mujer Penélope y su hijo Telémaco.  La Guerra de Troya duró muchos años, pero más duró lo que a él le llevó volver a su patria.

En su retorno, Odiseo visita pueblos y ciudades, donde a veces es recibido con hostilidad aunque en otras ocasiones es alojado, alimentado, amado, y enriquecido por la interacción con esos pueblos.

El regreso de Odiseo ha sido fuente de inspiración de literatos, filósofos y poetas, que ven en éstos cantos una alegoría de la travesía del alma humana, entre el vicio y la virtud, las fortalezas y las debilidades.  Leoncio Pilato, a pedido de Bocaccio,  traduce al italiano y reinstala la obra de Homero, incluso algunos historiadores cuentan que Boccaccio por las noches lloraba emocionado ante el texto.

Algunos padres de la iglesia toman a Odiseo en los cantos de las sirenas, como un virtuoso que vence las tentaciones. Séneca en su tragedia “Las Troyanas”, toma a Odiseo como aquel que se emociona ante la desgracia de sus enemigos.

La Odisea fue inspiración de autores de la envergadura de Dante Alighieri, Borges, Joyce, los hermanos Coen en su película “Dónde estás hermano?”, protagonizada por George Clooney y, hasta un capítulo de los Simpsons en el que se parodia la misma.

El filósofo alemán Theodor Adorno en Dialéctica de la Ilustración, al intentar explicarse el fenómeno del nazismo, ve en Odiseo al hombre que busca alejarse del encantamiento de los mitos hasta llegar a ser un hombre racional, burgués y autocentrado, características de la modernidad.

Adorno, dice que Homero toma los mitos de la época y los recopila en una historia lineal superándolos, como Odiseo frente a los obstáculos.

Odiseo niega su propia naturaleza para dominarla por la fuerza de la razón. En el nazismo vemos como convergen la extrema racionalidad científica, al servicio de un discurso de odio irracional que toma a las masas. El sometimiento del otro, diremos con Freud,  es captado por el super yo, que termina manifestándose como culpa y necesidad de autocastigo. Esto es lo que nos muestra la historia en los regímenes totalitarios.

Ninguno de los héroes de Troya, pudo volver sin haber pasado, luego del triunfo por grandes padecimientos. Para los griegos no había virtud que no tuviese una sombra.

Cito algunas escenas de la Odisea al azar, que me surgen para que pensemos cómo querríamos construir un “nosotros” hoy:

Las sirenas eran ninfas que vivían en el mar, cerca de lo que hoy es Sicilia. Tenían una voz muy dulce y musical con la que encantaban a los marinos, y su misión era hacerlos encallar. Los marinos quedaban tan fascinados con la musicalidad de sus voces, que saltaban de los barcos y morían ahogados. Si algún hombre era capaz de oírlas sin sentirse atraído por ellas, una de ellas debía morir. Para evitar su influjo, Odiseo ordenó que sus hombres se taparan los oídos con cera, aunque él se ató al mástil para oírlas y ordenó que no lo desataran aunque lo implorase. Hechizado, suplicó ser liberado, pero los tripulantes obedecieron y así escuchó la música, desafiando y venciendo la fuerza del encantamiento. Y así fue que Parténope se lanzó al mar, escoltada hasta la costa y enterrada con honores. Allí se construyó un pequeño templo alrededor del cual se fundó un pueblo con su nombre, Parténope, que luego fue Nápoles.

Odiseo sabía que las sirenas poseían una fuerza amenazante de disolución, la misma fuerza del mar. Cuando ordenó poner cera en los oídos de sus tripulantes hizo uso de la técnica, tal como lo haría un hombre moderno. Destacó su condición de jefe reconociéndose más fuerte, y se ató al mástil golpeando su pecho, contraponiendo su propia fuerza a la de los míticos dioses. Este pasaje muestra la transformación del hombre dominado por su naturaleza, al hombre que a través de la razón,  intenta escapar al destino inexorable del mundo mítico.

En el canto V, Atenea pide a Zeus que ayude a Odiseo a liberarse de la ninfa Calipso, que lo tenía retenido y hasta sobornado con su amor y cálidos placeres. Ulises recordaba a Penélope y a su hijo, y quería regresar junto a ellos. Luego de muchos años por órdenes de Zeus, Calipso dejó ir a su amado y lo ayudó a volver, porque realmente lo apreciaba.

A continuación el viento del norte los desvió al país de los Lotófagos, seres que se alimentaban de flores. Allí, los tripulantes fueron bien recibidos y convidados con su alimento, la flor de loto. Ésta provocaba el olvido, entonces los hombres olvidaron su intención de volver a su patria. Odiseo los sacó del efecto de las flores y los arrastró nuevamente a bordo. (CONTINUARÁ)

Por: Cecilia Lavalle

Psicóloga UBA-Psicoanalista

cecilia.lavalle@gmail.com

 

 

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