El Director de Diseño y Estructuras de North Sails comparte su experiencia y nos relata cómo vivió junto a su familia la aventura de una navegación en regata a Halifax.
Después que la 35ª Copa América finalizara en junio de 2017, yo ya estaba concentrado en la próxima aventura, que comenzaría solo doce días después: correr la regata desde Marblehead hasta Halifax, Nueva Escocia, y luego regresar navegando de crucero con mi familia.
Idea y preparación
La regata Marblehead – Halifax se realiza cada dos años, y generalmente son dos días de navegación en reach o con vientos francos contra una flota impresionante. Mis hijos estaban ambos interesados en participar. Tucker, que tenía dieciséis años en ese momento, me preguntó: si podía venir con un amigo. “Sí, ¿quién es tu amigo?» le conteste y resultó ser Garrett McKinnon. Soy amigo del padre de Garrett, por lo que rápidamente formamos un equipo doble de padres e hijos: tres McKinnons y tres Brauns, junto con Todd Barbera, quien aportó una valiosa experiencia en la navegación offshore .
Durante ese último año de la Copa América, planear la regata a Halifax fue un incentivo especial. Ganáramos o no la Copa con nuestro equipo, yo ya tenía un proyecto emocionante por delante en el que me podía concentrar.
Nuestro barco se llama EOS, un barco de crucero / regata de 38 pies diseñado por Jim Taylor que lo hemos tenido durante los últimos tres años y medio. Durante el invierno de 2016-17 y debido a que tenía mi base en Bermudas por la Copa América, fui aprovechando todos los momentos libres que tuve para ir preparando el barco. Mejoramos nuestro inventario de velas de regata con una Genoa y una Mayor 3Di nuevas y sumamos un Code Zero de poliéster que podemos usar tanto para regatas como para navegar de crucero. También recortamos un foque viejo para transformarlo en un tormentín y hacer una mayor de capa. Hice repintar la cubierta con antideslizante y para Navidad, desarmamos todos los molinetes del barco para hacerles un Service completo. Ryan, mi hijo mayor asumió varias de las tareas, incluyendo conseguir a último minuto una balsa salvavidas. Alan McKinnon se encargó de la preparación de la comida. Cuando regresé de la Copa América en Bermuda, pude tomarme unos días de descanso para preparar el barco y poder partir.
La regata a Halifax
Son 365 millas desde la largada desde Marblehead hasta la llegada en el puerto de Halifax. Como indica nuestra bitácora, “tuvimos un gran largada y con buena velocidad llegamos primeros a la boya de barlovento. Luego navegamos en reach durante una milla hasta la segunda marca, donde izamos el spinnaker y nunca más lo arriamos”. Organizamos que las guardias fueran por familia, con Todd libre para ayudar cuando hiciera falta. Navegamos junto a un tiburón de seis metros y cerca de algunas ballenas y vimos dieciséis globos de mylar.
Veníamos ganando nuestra clase, hasta que cometimos un error clásico y nos acercamos demasiado a Brazil Rock, en la punta sureste de Nueva Escocia. Estuvimos encalmados durante una hora, acompañados por una manada de delfines que se comunicaron conmigo y me dijeron que navegaramos mar adentro. ¡Los delfines tenían razón porque 400 metros más afuera los barcos nos estaban pasando navegando a ocho nudos! Finalmente llegamos a la brisa y una vez que tuvimos viento nuevamente, recuperamos posiciones para estar en tercer lugar de la general en tiempo corregido … pero luego nos encalmamos nuevamente antes de la llegada, donde tardamos cuatro horas para navegar las últimas diez millas. Terminamos terceros en nuestra clase y octavos en nuestra división.
Por supuesto, me hubiera gustado haber terminado mejor, pero la mejor parte fue navegar con mis hijos. La aventura de navegar juntos fue fantástica y además llegamos a una parte del mundo totalmente diferente y que no conocíamos. Mi esposa y mi hija nos recibieron en Halifax y trajeron el Genoa de enrollar, la chubasquera, el motor fuera de borda y otros equipos para la navegación de crucero. Rápidamente pasamos de una configuración de regata a una de crucero, y después de despedirnos de parte de nuestra tripulación, partimos con dirección oeste nuevamente.
A nosotros cuatro (mi esposa Kelley, mi hija Hayley y Tucker que navego la vuelta con nosotros) nos llevó siete días regresar hasta Marblehead. Contar con Tucker a bordo fue genial porque él conoce el barco, y ambos disfrutamos compartir esta etapa de la aventura con Kelley y Hayley. El viento se mantuvo relativamente calmo, por lo que las experiencias más memorables fueron navegar por todos los pequeños pueblos y puertos que descubrimos.
Después de terminar el papeleo en el puesto de control de Halifax, partimos hacia el oeste planeando ir a Peggy’s Cove. Fuimos a motor a través de la entrada estrecha, y como teníamos buen viento decidimos izar mayor y foque para navegar en un reach rápido hasta Lunenberg. Después de la cena, bajamos a tierra a tomar un helado y entramos en una librería con montones de libros por todas partes. Detrás de una pila de libros estaba un hombre que nos preguntó que si buscábamos algo ……. el sabría exactamente dónde estaría! Tucker encontró un libro sobre un aventurero en los años 70 que partió de Tucker ’s Wharf en Marblehead en un bote inflable para navegar a través del Atlántico.
Al día siguiente, después de comer a bordo panqueques de arándanos a bordo, navegamos a La Have Island y soltamos el ancla. Los cuatro hicimos un recorrido en bote por la isla Bell, y luego los niños se alejaron por su cuenta. Paseamos en bote por debajo del puente que conecta las islas Bush y Jenkins. El agua estaba tranquila y cristalina y pasamos algunas casas con trampas de langosta y botes en sus patios. Nos dirigimos hacia el sur a través de Wolf Gut, que es un canal estrecho (6 pies) con cabañas de langosta y barcos que decoraban la tierra a ambos lados. En Bell Channel, bajamos el bote en dos pequeñas islas. La arena era cálida y oscura, y cuando estaba mojada, podías hundir tus pies varios centímetros al caminar. El fondo fangoso estaba lleno de agujeros de cangrejo y pececillos y el agua estaba bastante tibia.
El clima del día siguiente alternaba entre niebla y sol, sin viento. Nos dirigimos a Little Port Joli Basin en las afueras del Parque Nacional Kejimkujik. El mejor recuerdo de todos fue acercarse a tierra, cuando escapamos de un banco de niebla en alta mar y fondeamos en una playa que parecía del Caribe. Agua transparente y arena blanca y este lugar especial ……solo para nosotros. Tucker y yo fuimos a nadar con nuestros trajes de neoprene mientras Hayley y Kelley observaban medusas desde el bote.
Esa tarde volvimos a la niebla y nos dirigimos a Little Port l’Hebert, a unas diez millas más al oeste. Aproximadamente a una milla de distancia, la niebla se levantó, salió el sol y pudimos ver nuestro oasis. Era una bahía circular con un par de pequeñas playas y cuatro casas alrededor de la bahía. Fondeamos con 5 m de profundidad. Tuvimos una foca amiga que nos visitó durante toda la noche. A la mañana siguiente, vimos un cangrejo herradura y una langosta en el fondo arenoso. Nuestro último puerto en Nueva Escocia fue Shelburne, donde pasamos dos noches y visitamos varios museos antes de partir navegando de vuelta a casa durante la noche.
Cruce nocturno
El tramo de Shelburne a Marblehead es de poco más de trescientas millas, lo que llevó veintinueve horas de navegación a vela y motor. Por la noche, la visibilidad se redujo a 100 metros por la niebla y con 10 o 12 nudos de viento navegamos con AIS y radar funcionando y no tuvimos ningún inconveniente . Kelley y yo tomamos la primera guardia y Tucker y Hayley tomaron la siguiente. Me sentí orgulloso de Tucker por tomar el control ya que puede dar un poco de miedo, especialmente por la noche con otros barcos alrededor.
Esa mañana en alta mar comenzó con una salida de luna espectacular, tan roja que la confundimos con una baliza de entrada a puerto. La niebla desapareció después del amanecer, pero el viento nunca apareció y para las últimas ochenta millas la preocupación paso a ser el consumo de combustible. Nos dirigimos a motor hasta Marblehead después del anochecer, cansados pero felices de estar en casa.
Haciendo memorias
Ha pasado casi un año desde que terminó la Copa América y comenzó nuestra aventura familiar y es difícil encontrar dos experiencias de navegación tan diferentes. En ambas situaciones aflora la camaradería; no hay mejor lugar para desarrollar relaciones perdurables que cuando uno está mojado, cansado y hambriento en un barco. Nunca olvidaré haber compartido una experiencia tan maravillosa con mi familia, especialmente porque ha mejorado nuestra comunicación. Fuimos capaces de reír y disfrutar de las cosas simples durante la experiencia, lo cual hace que todos los recuerdos de la Copa América sean también más agradables.