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TORNADO: En el ojo del huracán

GUARDERÍA NEPTUNO – CARENAGGIO PENTA

Texto y fotos: Gustavo Revel

“San Fernando renovó su Costanera, logrando mayor espacio para que sus habitantes accedan al río. El desarrollo produjo cambios en la ribera, y Astilleros Tornado, tradicional varadero de San Fernando, terminó su concesión. Pero, para la gente del astillero es apenas el paso del “ojo del huracán” pues Tornado comienza a tomar nueva y más fuerza arrolladora con su nuevo proyecto. Hoy hablamos con Gustavo y Margarita Martínez, de una historia diferente.”

Hace apenas un par de meses, cuando la concesión de Puerto Chico finalizó, quienes conocemos a este matrimonio y a su equipo nos acercamos a solidarizarnos en forma espontánea. Todos hemos sacado algún barco para reparar o, tal vez una simple limpieza de fondo en aquel varadero que en sus inicios era de avanzada. Recordar la ribera de San Fernando por los 80 y los emprendimientos que se iniciaban determinaba, taxativamente, el inicio de una nueva etapa en la Capital Nacional de la Náutica. Volviendo al presente, parecía que la mega mudanza no generaba tristeza; tal vez algo de melancolía, recordando casi cuatro décadas de historia pura. Pero algo diferente podía percibirse. Hoy entendemos que, doblegando esa tristeza, un nuevo proyecto había nacido con mucha fuerza y mayor desarrollo. Guardería Neptuno, gran exponente de la náutica local, una empresa exitosa con historia y bien enclavada en el centro de San Fernando, reaviva un viejo proyecto propio, al que se suma Carenaggio Penta S.A. (ex Astilleros Tornado S.A.) gente de sobrada historia de trabajo profesional. Este joint venture entre dos empresas sanfernandinas será un proyecto superador, capaz de absorber la demanda de reparaciones que se realizaban en Puerto Chico y, en menos de un año –acorde los avances de obra- sextuplicar esa superficie. Vamos a la nota.

Barcos: Es costumbre empezar la charla con tus inicios en la náutica… 

Gustavo Mateos: Empezamos con Tornado en 1983. Antes de eso, navegaba a vela, competía, tenía un grumete, y con frecuencia navegaba en barcos más grandes con amigos. Me divertía bastante, me gustaban las travesías en solitario, competí bastante tiempo… pero el tema empezó cuando, quien luego fue mi suegro compró un travelift para sacar su barco, un trawler de 60 pies en acero. Paralelamente había realizado una obra en Puerto Chico y el Municipio alquiló un espacio en ese lugar para hacer un varadero. Fue en los años en que San Fernando estaba con las obras de Puerto Chico, Marina del Norte, los inicios de la costanera, etc. En ese momento, y por distintas razones, me enganché con ese proyecto y así empecé.

Barcos: Pero además de vela tenías conocimientos generales de mecánica y de reparaciones… eras del ambiente…

G.M: No, nada; sólo navegaba a vela. Era un nauta más. A partir del varadero empecé a aprender, con sinceridad, todo. Había estudiado unos años de ingeniería agronómica, que nada que ver con esto; las circunstancias de la vida de mi familia, del fallecimiento de mi padre me habían llevado por ese camino y bueno, después cambié el rumbo para abocarme a esto. Era en 1983.

Margarita Martínez: Gustavo empezó de cero, sin saber casi nada, leyendo y aprendiendo. Y tuvimos mucha suerte de armar, en ese primer momento, un equipo de gente muy buena, de oficio, que nos ayudó mucho y nos permitió aprender.

Barcos: Y vos, Margarita… ¿cómo te ensamblaste en este proyecto?

M.M: Yo navegaba en el barco de mi papá, nauta de toda la vida; al igual que Gustavo, éramos socios del Club San Fernando, nos conocimos allí. Junto a mi padre, desde chica estábamos en el agua. A partir de los tres años del varadero, empecé a trabajar con Gustavo. Adquirimos la empresa en forma integral, como Astilleros Tornado S.A. y desde ese momento nunca paramos. Crecimos mucho, mucha experiencia y sacrificio pero en balance, nos fue muy bien. 

Barcos: Consolidaron una empresa y su vida juntos… ¿con cuántos hijos?

M.M: Con dos, de 30 y 31; Constanza es Licenciada en Comunicaciones, e hizo un master en Estados Unidos como desarrollista de Empresas Corporativas. Tomás administra una estación de servicio y recicla propiedades. Ambos están muy bien con sus emprendimientos y sus vidas, muy distintas a la nuestra, tal vez como debe ser.

G.M: Ellos no se involucraron con la náutica quizás por un tema familiar que te resumo rápidamente. Mi viejo tenía siete hermanos, una empresa típica familiar del español que vino y fundó su vinería, su industria, luego fallece, todo va a sucesión y es un lío muy grande porque los que quedan tiran agua para cada lado… nada que no se ajuste a la vida real de cualquier familia: el tío que trabaja, el otro que hace las cosas mal, el otro que no hace, otro que no quiere, los primos que opinan, etc, etc. Viendo todo eso, me quedó el “tick familiar”, y junto a Marga aconsejamos a nuestros hijos que se desarrollen por su lado, en forma independiente, con todo nuestro apoyo, por supuesto.

Barcos: Bien. Vamos con Tornado. Quienes fueron tus primeros operarios…

G.M: Un gran equipo de gente, muy bueno, fue el gran puntal. Miguel López y Carlos Brogia en mecánica, Carlos Pujol, Hugo Ratto en electricidad, Daniel Krainsky en electricidad, Beccacece y Ricardo en pintura… tuve muchísimo aprendizaje de las charlas con Miguel Prestera, Gino Gandino, Néstor Volker. El Ing. Mazzoli, con vos mismo, Guglielmi y su gente, los Penna. De los astilleros, los Segue, Riviera, Klang, Jorge Lopez de Luhtom, el negro Santana, Héctor Lois, la gente de Mediterranean, o los peritos, Cassese, Moreau, Bernard, Olgiati, Krause y una lista enorme que tal vez me olvide de muchos… siempre hay que rodearse de los mejores.

M.M: Cuando fallece Miguel López, que fue el padre de mecánica de Gustavo, hubo que tomar las riendas; Gustavo ya sabía respecto de la mecánica tradicional, de los motores sin electrónica, pues aprendió todo de Miguel, pero la nueva generación de motores, con los primeros componentes electrónicos ya estaba en el mercado y, por un tema generacional –como hoy nosotros con los teléfonos y todo lo más avanzado- a Miguel no le interesaba…

G.M: Sí, fue el problema de todos los mecánicos en general, no sólo en náutica; Miguel y su hermano Enrique López creo que fueron excelentes mecánicos de la ribera por esos años, junto a otros de su generación como Pucho Primavera, San Antonello, etc; Miguel, como estábamos con Volvo, se fue aggiornando a los nuevos modelos, pero a partir del 2000 se inicia la era de los electrónicos, a los cuales se resistía. Tomé la posta y comencé a ir yo, además de comenzar a capacitarme, a leer, a experimentar. Miguel no quería ir. Una vez, debíamos hacer una puesta en marcha de un Altamar, si mal no recuerdo. Yo lo había configurado en tierra y cuando lo botan le aviso a Miguel: “acompañame, tengo que hacer una puesta en marcha pero debemos salir a probar”. Me llevo los planos y le digo a Miguel: “yo voy a sala de máquinas, vos andá al fly y te voy diciendo qué debes tocar y así me ayudás”. Voy abajo y le iba dando las instrucciones: “tocá el amarillo, tocá el otro” y así… me estaba ayudando a configurar. Cuando termino, subo y le pido que ponga en marcha, “tocá ese control”… y el barco se puso en marcha. No olvido su mirada, cuando le dije “te felicito, configuraste un barco electrónico” ni tampoco olvido su respuesta (risas). Ese era el taboo generacional de los mecánicos que tenían en su oído la experiencia de saber que sucedía cuando un motor fallaba. Cuando llegaba y sentía el sonido decía: “hay un pistón roto” o “un inyector no está andando” y así era.

M.M: Hoy tenés dos o tres computadoras. Cuando llegas al barco, lo que antes era un manual de cien páginas para arreglar un motor, ahora hay diez manuales de cien páginas cada uno…

G.M: Cuando vas al barco y la computadora detecta el error, debes empezar a ver cables, ir descartando, el error te puede llevar a otro, a otro y así sucesivamente hasta llegar al problema. A veces es directo pero otras veces te lleva muchísimo tiempo hasta encontrarlo. Para un mecánico tradicional es tiempo que se pierde y no es productivo. Hoy no alcanza con el desarme, hoy hay que desarmar lo indicado, pero hasta llegar a eso, hay muchas horas de trabajo y en la mayoría de los casos se necesita un equipo coordinado, gente capacitada.

Barcos: La tecnología de hoy es abrumadora…

G.M: Verdad. Antes, arriba del escritorio había una llave Stilson, hoy hay manuales…. Mirá mi escritorio…

Barcos: ¿Cómo te relacionaste con las marcas en que te especializás?

G.M: La primera marca fue Volvo Penta representada por Volvo Sudamericana. Era un lugar muy interesante, en Tigre, sobre el río Luján; les plantee que nos interesaba y que nuestro varadero era un centro integral de reparaciones ideal para darles servicio (éramos los primeros). Nos dieron la representación mecánica. Desde allí avanzamos bastante bien. En 1986 creo, Volvo Sudamericana se retira, quedando con una oficina en Libertador, dando la representación a Naval Motor y a Navitronic, quedando luego Naval Motor. Con Volvo servicio también estaba Schneider, Palmisciano y en el Boating, los Emiliozzi. Quedamos un poco en el aire los primeros tiempos debido al cambio pero pudimos mantener el Servicio Autorizado como Servicio Oficial.

Barcos: ¿En qué tipo de barco te especializas y que otras marcas representas?

M.M: Nos especializamos en cruceros de todas las esloras, las otras marcas a las que les damos soporte son: Mercruiser, Onan (grupos electrógenos), Yanmar con Regnícoli y finalmente Iveco con Propeller. Hicimos mucha capacitación y estamos siempre, o mejor dicho, Gustavo y nuestra gente están siempre con lo último que sale. Es el verdadero secreto: estar al día de lo que sale a mercado y conocer a fondo el producto.

Barcos: ¿Cómo es trabajar junto a tu esposa durante tanto tiempo? Al ir a casa, ¿el trabajo se queda en el varadero, cierto?

G.M: Trabajar con ella es bárbaro. Al subir al auto rumbo a casa, tal vez hablamos algo pendiente de trabajo, pero después pongo la radio y hablamos de nuestras cosas. No hemos tenido problemas, lo hemos podido manejar bien.

M.M: Sí, yo no me entrometo en la parte técnica ni él en la administrativa; tenemos bien separadas las áreas de trabajo. Eso es clarísimo y a partir de allí… a veces podemos tener algún cambio de opinión pero nada serio, te lo aseguro.

Barcos: Como ves la evolución de nuestra náutica, tu varadero es un buen termómetro de la actividad a través del tiempo.

G.M: La náutica evolucionó bien, con saltos de calidad cuando hubo importaciones; a pesar de las protestas, las importaciones son buenas siempre que sean medidas. Pasó con los autos también. Nos pasa a nosotros como personas, necesitamos la competencia, pues nos incentiva a cambiar rumbos, tomar decisiones, arriesgarnos a mejorar. Es un aspecto humano natural. Los astilleros levantaron bastante la vara en general…

M.M: En los 90 hubo un salto de calidad, pero a veces las aperturas importadoras son algo… salvajes. Aun así, se mejoró muchísimo.

G.M: Cuando pudimos exportar, ese breve período del 2002 al 2006, nuestros astilleros tuvieron mejoras importantes para cumplir con exigencias de Europa o Estados Unidos. Lo vi en los modelos que salieron desde aquí. Tenemos muy buenos barcos, pero coincido con vos en el factor de escala, no tenemos demasiado mercado interno y para exportar, no dan los números y no hay continuidad económica como para lanzar un proyecto importante en el tiempo.

Barcos: Hablemos del hoy. La nueva traza urbana que el municipio de San Fernando dio a la costanera motivó que astillero Tornado terminara su actividad como tal, quisiera saber cómo encararon el tema tan propio, tan directo, el final de todo.

G.M: Una vez definido ese tema, ya sin vueltas, salimos a buscar terrenos, un lugar adecuado, tema muy difícil porque se necesita un lugar sobre el río, inversiones muy  importantes, etc. y además casi toda la costa cercana ya se está modificando para edificar. La gente de la Guardería Neptuno, sabiendo lo que estaba sucediendo, me llamó y empezamos las conversaciones y nos encontramos con gente con ganas de mejorar lo que poseían, de transformarse; de alguna manera el proyecto que tenían en mente era bastante similar a lo que necesitábamos al iniciar nuevamente las actividades. Luego de algunas charlas en las que intercambiamos nuestra experiencia con el antiguo anhelo de la guardería, pusimos manos a la obra, cada uno en su área. Neptuno comenzó inmediatamente a hacer las guías para el elevador de 75 toneladas y acondicionar el terreno para el varadero. Por nuestra parte, aportaremos el know how que logramos con nuestros años de experiencia en lo que fue Astilleros Tornado y nuestra clientela, la cual nos sigue; nuestros clientes se comunican y nos siguen confiando sus barcos. Eso es para nosotros algo muy gratificante.

MM: Es importante destacar que mucha gente, al enterarse el tema de Puerto Chico, nos llamó con otras propuestas, en verdad muchas de ellas interesantes y generosas…

Barcos: ¿Qué superficie tendrán disponible?

G.M: En Puerto Chico teníamos una superficie de unos 3000 m2, en un área cuadrada, que era como jugar al cubo mágico para poder sacar o botar los barcos; hoy se harán en distintos espacios de tiempo, 18000 m2 mínimos, en formato rectangular. Será “el varadero”, un concepto americano, mucho espacio, talleres retirados, amplio despeje para las máquinas… la manga máxima será de siete metros y poder de izado 75 toneladas… y a futuro un carretón autopropulsado para liberar la máquina y trasladar los barcos en el predio de unos 300 metros de largo aproximados, es una segunda etapa que ya está encaminada. Las obras comenzaron y estamos muy contentos. El hormigoneo inicial es de 3000 m2, ya iniciado y estimamos que en noventa a cien días sacaremos el primer barco a tierra.

MM: Insólito a la época en que estamos es la imposibilidad de tener internet y teléfonos en el área; es frustrante poner empuje, dinero, salud y tener ese déficit por parte de las prestadoras. Esperemos resolverlo urgentemente. Es importante destacar que todos los colegas de los varaderos de zona, al saber de la finalización de nuestra concesión en Puerto Chico, nos ofrecieron en forma incondicional sus instalaciones; nuestro reconocimiento a Marina Punta Chica en manos de Schneider, Sergio González del YCBA, Rubén Sarachiari, de Cantieri  que se brindaron generosamente. Siempre tuvimos con todos una  excelente relación, pero en estos momentos es donde se ve la calidad de colegas que tenemos. Aprovechamos este medio para un Gracias muy grande.   

Barcos: Es una nueva etapa, es comenzar de nuevo, pero… después de tantos años, y ya no somos jóvenes… ¿sienten las mismas fuerzas y las mismas ganas de antes para empezar otro proyecto, aunque sea con el bagaje de experiencias a bordo?

G.M: Inicialmente, cuando empezó este tema del desalojo dudamos de seguir o dedicarnos a otra cosa. Pero al ir avanzando en el tiempo, luego de descartar otras propuestas y encaminados en este proyecto, nos dio fuerzas, nos rejuveneció, y lo vemos como una gran posibilidades de hacer más, mejor organizados, con más tecnología, muchísimo más lugar… dar al cliente lo que no pudimos dar en los años anteriores por falta de espacio.

Barcos: ¿Con qué personal inician esta etapa?

G.M: Hoy contamos con cuatro mecánicos (Matías Gerez, Marcelo, Facundo y Kevin, Carlos y Raúl en tareas generales, Lorena en secretaría, Carlos Pujol en electricidad junto a Hugo Ratto, y Rubén Ezcurra en plástico y carpintería. Pintura inicia cuando tengamos el varadero listo.

Barcos: Las embarcaciones que solicitan servicio, ¿los atienden a flote?

G.M: Sí, sólo por ahora… tenemos muy buen calado, vienen por algún control o servicio… también nos movemos por la amarra del barco, por los varaderos de colegas. Estamos en marcha. Y muy entusiasmados.

Barcos: San Fernando, en cierta forma, les cambió las reglas de juego, pues el avance de la sociedad genera cambios. Hoy seguirán en San Fernando y, otra vez, como en tus inicios, con un desarrollo náutico privado sobre el agua –como debe ser, indefectiblemente- de igual servicio y mayor tecnología, con capital privado y manteniendo e incrementando la fuente laboral. ¿El Municipio ve con buenos ojos esta relocación de la empresa?

G.M: Luego de los primeros tira y aflojes, hemos terminado en buenos términos con la gente de San Fernando. Sé que ellos ven con buenos ojos este proyecto y confío en su buena predisposición para ayudarnos, porque seguimos en San Fernando, mejorando servicios y espacios, generando mano de obra, invirtiendo, con un gran esfuerzo de Neptuno y el mío propio, elegimos seguir en San Fernando. Vengo de doscientos años de generaciones de San Fernando, comenzando con un herrero allá por el 1800. Soy sanfernandino. Sería insólito no tener el respaldo del municipio, mi municipio, que es la Capital Nacional de la Náutica… eso está descartado.  

Pensamiento final: Cuando hay pasión, cuando hay vocación de trabajo genuino, cuando hay proyección y convicción de que uno hace las cosas bien, no hay forma alguna de detener el avance de un proyecto. Invoco otra vez a un prócer del siglo pasado: Winston Churchill decía: “Muchos miran al empresario como el lobo que hay que abatir; otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. GR.

Nuevos Contactos: Tel: 011-4725-0220 – celular: +54 911 61795684 – mails: carenaggiopenta@gmail.com / volvomateos@gmail.com / nuevo domicilio: Alvear 35 – Guardería Neptuno – 1646 – San Fernando – Buenos Aires.

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