Si bien sería razonable pensar que este año de pandemia retrasaría la inspiración de nuevos proyectos de embarcaciones de las grandes firmas internacionales y locales, podemos asegurar que los desarrollos se potenciaron, en nuevas líneas y mucho “refresh” de modelos consagrados.
Texto y fotos: Gustavo Revel.
“Cómo seguir… esa es la cuestión”. ¿Qué astillero no se habrá hecho esa pregunta? Cuando en los meses de febrero y marzo pasados se inició esta pausa mundial en todas las economías, las cadenas productivas mundiales se cortaron, rompiendo de alguna forma la inercia de la industria toda. Lentamente, con no menos problemas, se volvió a poner en marcha la construcción de barcos e insumos, e incluso muchos shows internacionales que, sin gran cantidad de visitas, ofrecieron parte de sus novedades.
Pero sin lugar a dudas, el rubro que de alguna manera no se detuvo nunca fue los nuevos desarrollos que ya venían en curso y este impasse permitió dar un espacio de aire fresco para finalizar proyectos y generar nuevos modelos y tendencias.
Justamente, cuando hablamos de tendencias, hablamos de estilos y formatos que marcan un camino, y en su mayoría, muchos astilleros convergen a ese mismo lineamiento.
El mejor reflejo de esto de los últimos años, por ejemplo, fue la por demás generosa luminosidad de todo tipo de embarcaciones mediante grandes superficies vidriadas en cascos y carrozas. Tan sólo menos de una década atrás, las ventanas y los ojos de buey eran pequeños, primaba la estanqueidad de toda la vida. Pero el cambio fue progresivo. Ventanas en casco tímidamente más amplias, bien arriba. Hoy el formato de ventana –con un estudio cuidado de diseño y resistencia- se extiende desde proa hasta la sala de máquinas, cambiando el equilibrio externo y mejorando la calidad de habitabilidad interior. Ni hablar de las estructuras superiores; los flybridges parecen estar montados sobre paredes de cristal. Laterales, parabrisas y popas se erigen en vidrios templados de calidad excelente, con mínimas superficies en PRFV (comparadas con lo tradicional) que ofician de columnas contenedoras de la cubierta de fly. Esa tendencia inicial es hoy una constante en los nuevos formatos no puristas de la náutica.
Pero este “pit stop” obligado por pandemia, dio posibilidades de nuevas lecturas sobre tendencias, mundiales y del extraño mercado argentino, del que me explayaré unos renglones abajo.
Para hablar de tendencias siempre hay que hablar de generalidades; el caso de las superficies vidriadas más amplias aplica a yates a motor (pongamos un límite de 100 pies de eslora) y a cabin cruisers de hasta 28 pies; de alguna manera esa tendencia ya está instalada en todos los modelos. Las proas rectas o invertidas han ganado espacio en algunas marcas (yates y algunos tenders) pero sólo crearon un nicho particular, no tendencia.
Otra tendencia que se instala es el rediseño del volumen de proa en las lanchas de hasta 30 pies; los modelos denominados “sun deck” han puesto de manifiesto que las proas finas (vistas en planta) desperdician volumen utilizable para utilizar con comodidad, incluso para abordar. Esa tendencia ha sido tomada por la gran mayoría de los diseñadores y constructores con infinidad de variantes.
Lo mismo pasa con los cockpits de lanchas y cabin cruisers, donde las popas ahora son más abiertas, con asientos y solariums que vuelan sobre la planchada; desde hace tres años, la tendencia en esloras desde 28 a 50 pies son la apertura hidráulica de los laterales de cockpits, generando un espacio adicional para diversión sobre y desde el agua, algo así como un gran patio para mejor tránsito y movilidad. En este último salón de Fort Lauderdale, por ejemplo, se vio esa tendencia en numerosos modelos. Lo mismo pasa con los yates y megayates donde los “balcones” afloran hidráulicamente desde el casco hacia el exterior con singular categoría tecnológica. Son tendencias que marcan estilos, definen una época y son bien recibidas por el mercado mundial que siempre aspira a más.
La utilización de fueras de borda en reemplazo de motores dentro fuera ya sí es una constante en todas las marcas del mundo, incluido nuestro país. Desde 2017, las primeras marcas mundiales se animaron a modificar sus popas perfectas para poner uno o más poderosos fuera de borda: los diseñadores más puristas pusieron el grito en el cielo, pero el público aceptó el cambio y hoy es tendencia.
Acompañado a ello, la electrónica, al igual que en las automotrices, es una tendencia activa al cien por cien. Hoy todo es led, pantalla plana, sistemas inteligentes, domótica y conectividad. Hay mucha información, fija o programable. La electrónica no marcó tendencia: se instaló definitivamente en la náutica.
Respecto a los interiores de yates a motor, hoy nos encontramos con unas resoluciones muy sencillas pero no menos impactantes: todo es estilo libre, muy concepto abierto, mucha luz, muebles más ergonómicos y no integrados a la estructura, más ajustados. Esto hace un maridaje impecable, renovando la tendencia tradicional de los interiores. Las telas náuticas superan a las maderas que se destacan sutilmente en piezas menores de acabados perfectos. Otra tendencia activa.
Respecto a los modelos cabinados de hasta 40 pies, hay un incremento de alturas de casco, a los efectos de aprovechar los volúmenes internos. Las mangas han crecido unos centímetros para complementar esa tendencia, con buenos resultados a la vista. En cuanto a carenas, no hay demasiado nuevo: sí lo hay en los hidrofoils, pero son un segmento en desarrollo y no considero que sea una tendencia general, al menos por estos tiempos.
Podría extenderme mucho más, como con el aprovechamiento de los flybridges hacia popa, con más superficie para transitar, los soportes y cambios de diseño que esa modificación del fly conlleva, las cubiertas modificadas -cruceros de 40 pies en adelante-, integrando mesa dinette en el triángulo proel, el ángulo visual de los parabrisas, etc., pero debo hacer mención a algo que definitivamente es tendencia: los one off.
Los “One Off” o también llamados “fuera de serie” resultan ser una pieza única, un barco exclusivo, sólo uno. Muchos clientes y astilleros, no conformes con lo existente en los mercados y haciendo eco de sus propias experiencias y gustos personales, solicitan proyectos únicos, en todas las esloras –por supuesto los megayates son el mercado por excelencia- pero hablo en este caso de esloras y modelos convencionales, en esloras que van desde los 20 a 40/45 pies. Por ejemplo, hay tendencias muy vigentes a tomar el ADN de autos emblemáticos y mutarlos en embarcaciones. O diseños muy logrados de tender boats con exigencias particulares, incluso con motorizaciones híbridas o eléctricas. A mi criterio, todo este último componente de los “one off” está cobrando mucha actividad, con grandes desafíos que darán piezas únicas, como debe ser. Y seguramente de allí, de esas locuras caprichosas, saldrán nuevas tendencias que se irán retroalimentadas por los grandes astilleros.
Un párrafo especial para nuestro mercado, que no ha claudicado. Por pequeño que sea, nuestra náutica satisface al 95% de nuestro consumo, que siendo más austero no es menos exigente. Los astilleros han tomado nota de todo lo expresado, ya que su seguimiento del mercado mundial es el ejercicio básico que todos los que estamos en este ambiente hacemos: la idea es mirar, asociar y diseñar acorde a nuestras posibilidades de escala. Tendencias de motorización fuera de borda, popas con solárium (aún sin apertura hidráulica, aunque en desarrollo), proas tipo “sun deck” o ampliadas, electrónica ampliada, ventanas y superficies vidriadas mejoradas, salones abiertos con mobiliario libre en yates y algunos proyectos “one off” son las principales tendencias en curso. También adhiero a esos propietarios que siguen apostando a los clásicos en madera, aquellos que mantienen intacta la esencia de los diseños de los años 40 en adelante. Esa tendencia viene a criterio personal, ganando adeptos.
Para finalizar, un último comentario. Hoy la contingencia económica de nuestro país posibilita y sólo en forma momentánea, a realizar las reparaciones o modificaciones soñadas en nuestros barcos… o comprar uno nuevo. ¿Se anima a las nuevas tendencias? Dele, dése un gustito.