El proyecto “Caoba – Rumbo Sur” consiste en una propuesta de navegación oceánica para el verano 2020-2021, con la singladura Ciudad de Buenos Aires – Ushuaia, Argentina.
Articula navegación, ecología, socialización y educación, a cargo del Capitán Sigfrido Nielsen y con la coordinación de Aníbal Risso. Se propone así una experiencia integral de navegación a vela, con una derrota de aproximadamente 4.300 millas náuticas.
La tripulación está compuesta por aproximadamente 30 personas que irán rotando de 5 a 8 personas entre las piernas de la singladura, mujeres y va-
rones con diversas trayecto-
rias en navegación, edades y aptitudes náuticas que se conocieron en el Club Náutico Sudeste, Escuela de Vela.
Ellos son: Sigfrido Nielsen, capitán; Aníbal Risso, coordinador; Rosana Actis; Hernán Aranda; Alejandro Baccani; Florencia Bonomi; Paula Cavicchia; Claudia Cortés; Vladimir Costa; Francisco D´Angelo ; Silvana Dans; Paz Delgado; Paula Doti; Juan Faieraizen; Lorena Gatti; Daniel Holzmann; Marcelo Hoszowski; Pablo Leoni; Alejandra Maciel; Jorge Merayo; Fernando Mompó; Julián Morvillo; Ruben Moscatelli; Carolina Najmias; Bernardo Pedroncini; Luis Salterini; Virginia Sandoval; Vicente Saravia; Federico Sarfatti; Mariana Seminara; Ramiro Silveti; Gabriel Tachdjian; Lia Terzaghi.
Caoba es un cutter de acero naval de 50 pies (15 metros), del diseñador francés Guy Ribadeau-Dumas, versión reducida en eslora del famoso “Credit Agricole”, de 56 pies, que ganara la regata de la vuelta al mundo con escalas, en solitario, “BOC Challenge – Around Alone”, en el año 1982/83.
Los responsables del proyecto son: Sigfrido Nielsen, licenciado en Geología, Máster en Geofísica. Armador y propietario de la embarcación. Piloto de Yate PNA (2005). Apasionado por la naturaleza, desde muy joven participó en regatas y desde hace varios años colabora con la escuela de vela del Club. Se desempeñó como docente náutico de la Universidad Nacional de Córdoba (1983-84). Orientado en los últimos años a la ecología y a contribuir a concientizar a la sociedad acerca del impacto del ser humano en el planeta, se ha propuesto usar a esos fines la embarcación Caoba como medio de difusión respecto a los principios enunciados. Y Aníbal Risso es navegante profesional, Piloto de Yate PNA, con muchas millas recorridas por distintos mares trasladando barcos, participando de regatas oceánicas y nacionales. Profesor de nave-gación deportiva desde hace 30 años, ha ejercido en distintas instituciones durante su carrera y en los últimos 9 años ha estado a cargo de los cursos de Timonel y Patrón del Club Náutico Sudeste. También, en el contexto del Sudeste ha coordinado y realizado viajes por la costa de Brasil y un cruce del Atlántico con socios/as y alumnos/as. Participó en el armado de las tripulaciones desde los primeros viajes del Caoba en el inicio de esta aventura de vida de su Capitán Sigfrido Nielsen.
Etapa 1 – cumplida
Buenos Aires – Mar del Plata. Una singladura de 250 millas náuticas.
“El movimiento en la marina empezó desde temprano. Cerca de las 6 AM llegaron los primeros tripulantes junto con el profe y coordinador Aníbal; al rato Paula, con la prensa; amigos, familiares y tripulantes de otras piernas completaban el grupo. Si bien estaba todo preparado, apuramos los últimos mates para dejar la marina y tomar puntuales el puente de las 7 AM de Dársena Norte, que se abrió sólo para nosotros y las dos embarcaciones que nos acompañaban en la salida, un velero y un gomón que llevaban amigos, tripulantes que se suman en otros tramos, fotógrafos que nos filmaban, dron incluido… Desde tierra también nos registraban amigos con sus cámaras y saludos. En sí, una salida muy emotiva, breve y casi irreal ya que luego de cerca de 8 meses de cuarentena salir en un viaje de ensueño sonaba surrealista, como si estuviéramos viviendo una realidad paralela.
Luego del fin de la cuarentena, fuimos el primer barco en zarpar desde Buenos Aires para una salida de largo aliento, así que llamábamos la a-
tención. El barco, preparado para la ocasión, empavesado y con 9 tripulantes ponía lo suyo para decir “¡acá estoy!”. Tras izar la vela mayor en el puerto y salir a motor por el antepuerto, el oleaje del viento norte con una brisa de unos 15 o17 nudos se hacía sentir; el velero y la lancha nos acompañaron un par de millas saludando y registrando la salida.
Un rato después nos quedamos solos en el río y pusimos rumbo SE, paralelos a la costa y cercanos al canal; mantendríamos ese rumbo durante todo el día. Lentamente la ciudad de Buenos Aires, todavía algo dormida ese sábado a la mañana temprano, se fue perdiendo en el horizonte, el Caoba se abría paso decididamente, a unos 6 o 7 nudos de velocidad, transcurriendo así varias horas. El pronóstico, favorable, indicaba viento norte en disminución y luego aumentando a leve del oeste a media tarde.
Al mediodía nos deleitamos con unas empanadas riquísimas traídas por uno de los excelentes tripulantes.
Pero los pronósticos son eso… pronósticos y a media tarde el cielo se fue poniendo cada vez más oscuro y una línea neta de nubes bajas paralelas a la costa argentina avanzando desde el oeste, tan bien conocida para los navegantes del Río de la Plata, nos puso en alerta. Bajamos todas las velas para quedarnos a palo seco y esperar el sifonazo, cosa que no ocurrió, vino en cambio un oeste con vientos de 30 a 35 nudos y algo de lluvia, a continuación y extrañamente el viento rotó al norte y aumentó hasta llegar a unos 50 nudos. A palo seco el Caoba con viento franco la corría a unos 6 nudos llevado por su piloto automático, una tranquilidad a bordo sin problemas, la tripulación dentro de la chubasquera o en la dinette.
Luego de algo más de una hora, el viento fue aflojando y, con el yankee a pleno, el barco mantenía los 5 ó 6 nudos. Con viento tranquilo de la aleta pasamos La Plata y la rada de los barcos fondeados. Más tarde viramos Punta Piedras y enfilamos hacia el sur para pasar la Bahía de Samborombón.
Así llegó el anochecer y con luna llena, sólo yankee y navegando plácidamente, terminamos de atravesar la bahía entre la noche del sábado y la mañana del domingo 29, para llegar al norte de Punta Rasa, extremo sur de la bahía y límite exterior del Río de la Plata hacia el mediodía. Buscamos entonces un fondeadero para esperar el frente del sur que, de vuelta, según los pronósticos, tendríamos a partir de media tarde.
El frente llegó puntual con vientos de más de 30 nudos constantes y nos sopló intensamente desde el final de la tarde hasta la mañana del lunes. El Caoba fondeado aguantaba estoicamente los embates del viento y por momentos de la ola, que según cómo orientara la corriente a veces nos pegaba de costado. El tipo de fondo, blando de contextura limosa probó no ser el mejor para el ancla Bruce que comenzó a garrear al entrar la noche y por varias horas nos mantuvo preocupados, llegando a moverse un total de media milla; la alarma de fondeo por momentos nos sobresaltaba.
La mañana del lunes nos encontró descansados y prestos a partir con la disminución del viento y la virazón hacia el SE.
Una mención especial merece la cocina a bordo, mérito de Coco, gastronómico profesional que nos mantiene con platos riquísimos que perfectamente podrían figurar en restaurantes gourmet, ¡¡un lujo tremendo!!
La buena onda y espíritu de equipo se mantienen altísimos y todo fluye”. *Sigfrido Nielsen,
Buenos Aires – Bahía de Samborombón.
Etapa 2: Mar del Plata – Ushuaia, con escalas. Una singladura de aproximadamente 1300 millas náuticas. ¡Allá vamos!