Lic. Cecilia Lavalle

Psicóloga UBA. Psicoanalista.

MN32057 MP93880.

Cel 1140234163

Los griegos consideraban que había un “arjé”, un principio constitutivo de todas las cosas. Así como para Pitágoras era el número, y para Heráclito el logos, para Tales de Mileto era el agua el elemento primero de todas las cosas, aquello que organiza el mundo.

Algunos hombres encuentran en la náutica una especie de liberación de presiones cotidianas que los ayuda a reorganizar su existencia.

Salir a navegar puede tener diversos sentidos, el alivio de no tener que afeitarse o vestirse, el encuentro descontracturado entre hombres que pueden jugar libremente su competencia entre ellos en el caso de una regata, el salirse por un rato del rol de marido o padre. En definitiva, “salir”, y este “salir” propiciará el ejemplo en los hijos para que ellos también puedan hacer su propia salida a la exogamia, un cruce de Rubicón#. En estos casos hay que destacar la importancia que la náutica tiene para el desarrollo humano.

Hay otros casos en los que se suelen suscitar efectos disparatados en las familias,  al llegar la hora del nacimiento de un hijo, o de asistir a una graduación…, “Dónde está papá!?”se escucha vociferar…

Hoy como ayer cuando la realidad hace tambalear, así como algunos hombres recuperan su eje utilizando el recurso pitagórico dedicándose a los números, otros encuentran su principio organizador en el agua, fuente de vida, a la manera de Tales de Mileto. Sin embargo, Heráclito nos ha dejado el recurso del “logos”, la palabra, para que podamos interrogarnos por los pasos que damos y los que no damos, y advertir así la diferencia entre un auspicioso “salir a navegar” y un desolado “tomarse el buque”.

#El río Rubicón es el río que cruzó Julio Cesar tomando una decisión histórica de arriesgadas consecuencias y se utiliza como metáfora de los actos decisivos en el crecimiento de los jóvenes.