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Hernán Vilá Mosso

Conocí a Hernán hace varios años, ¿quién no? Siempre lo vi de lejos, no se dio la presentación formal sino que nos saludábamos de lejos y todo bien.

Pero debo confesar que tuve una sorpresa tan grata como sólo lo brindan estas charlas que tenemos en este espacio “La personaje detrás del personaje”.

Casi no hizo falta hacerle alguna pregunta, la conversación fluyó como si fuésemos conocidos de toda una vida. Es que así es Herni, toda una energía que emana sin fin de esa cara con sonrisa eterna.

Nacido el 27 de marzo del ’63, los que tenemos alguna afinidad con astrología podemos asegurar que es el típico ariano, una locomotora de hacer cosas, de no parar. Y es así que nunca paró, que el día que pare va a ser parte de la tierra bajo un árbol brasilero que tiene en su casa, según sus dichos. Adora los perros, de hecho tiene 4 y es un clásico verlo caminar con ellos hacia el río todas las mañanas, incluidas las de cuarentena en las que transgrediendo las reglas se escapaba con ellos a disfrutar de este ritual. Las plantas son su hobby, es un ser mitad cuerpo y mitad alma, practica yoga ashtanga que le cambió la vida y le dio ese manto de paz que equilibra toda esa materia efervescente que destila.

Lu, es su encantadora compañera con quien tiene su hijo menor, Vinicio, Herni tiene dos hijos mayores Tomás, de 26 y Catalina de 20,  de su primer pareja.

Y así, en el jardín, sentados tranquilamente me contó sobre su vida, su actualidad, sus pasiones.

Barcos: Tengo una duda, cuando hablamos para combinar este horario, vos me dijiste que tenías que consultar con un paciente… ¿además de este trabajo que coach que conocemos, cuál es tu profesión?

Hernán Vilá: Ser psicólogo es mi valor agregado, me recibí cuando dejé de correr en tabla. En mi vida tuve momentos. En los ochenta el windsurf fue mi gran prestada, algo espectacular que se puso de moda como es ahora el kite y a mí me agarró en el lugar y momento justo y con el know how que traía de la vela y  las regatas, lo que me facilitó instalarme en el lugar importante en Argentina. Gané 5 campeonatos argentinos al hilo,  Mi vida de adolescente pasó a estar marcada por tener sponsor, por competir, correr ir a Europa, Brasil.

Estando embarazada de mí, mamá ganó con papá el Argentino de Grumete, imagínate, no hubo un día en que empecé a navegar, ya lo tenía incorporado, navegar y estar a bordo. Los barcos, la náutica siempre estuvo.

Papá, Cacho Vilá era capitán de Yachting en San Fernando, un tipo muy emprendedor que armó ahí la pingüinera y todo lo relativo a vela ligera. Un apasionado, corrió 7 regatas a Río, muy del circuito de los barcos grandes. Amigote del Mono Da Milano ,  Baylac , el Lobo Gianelli, Palau, Horacito Pan, y todo ese grupo de gente divina. Yo me crié un poco mirándolos a ellos, pero conmigo el viejo era un  hincha p…, y yo huía de esa escena. Así que con el windsurf armé mi propia escena, donde no tenía la mirada de mi padre en la nuca jajaja. Yo la pasaba mal y me aburrían los barcos grandes y era muy malo en  Optimist, no me divertía  regatear, no me iba y en esa época también jugaba al rugby, en BACRC que me gustaba muchisimo, los amigos, lo gregario y ahora  que  estudio  los procesos de las fases sensibles y los momentos de adquisición temprana de la preparación física, me doy cuenta que de  casualidad hice las cosas muy bien, porque tuve una muy buena preparación física q luego me daría una ventaja enorme en la tabla. 

Pero un día tuve una hepatitis jodida, 4 meses en la cama y la vida cambió.  No podía y no sabía si iba poder volver a navegar esa fue mi primera visagra en la vida y me dediqué a estudiar. Tuve que parar, dejé de tener mis sponsors, mi libertad económica que me daba navegar.

Me alejé del rio unos años e iba camino a ser un psicoanalista. Me iba muy bien en la facultad y un día, en los 90’s en vísperas del l Mundial de Windsurf que se hizo en la Argentina me ofrecieron ser entrenador de un en ese entonces proyecto de  primer equipo argentino. Así fue como empecé a entrenar este grupo dentro del cual estaba Camau Espínola, que tenía 16. Terminó esa experiencia, donde nos fue muy bien, Jorge García Velazco salió segundo. Camau me dijo que él quería seguir, no sabía qué iba a pasar pero quería seguir y armamos un grupo de entrenamiento con él y su hermana María Ines, allí proyectamos un proceso olímpico que tuvo en el ’91 la mejor medalla argentina en los Panamericanos (plata) al año siguiente ’92 fuimos a los JJ.OO. de Barcelona, y unos meses después, Marines fue Campeona Mundial Juvenil. Seguimos trabajando y en el ’95 Camau logra la medalla de oro en los Panamericanos.  Un super logro porque del otro lado teniamos a Mike Gebhard de USA que venia de ganar 2 medallas olímpicas. En ese momento ya teníamos consolidado  un equipo  argentino extraordinario de tres windsurfistas con una base técnica enorme, Eduardo “el Bata” Garcia Velazco, Marcos Galván y Camau. Y un grupete potente de juveniles, Maria-

nito Reutemann, Gonza Costa Hoevel, Martin Benitez entre otros y yo entrenándolos y coordinado la movida. Hicimos 5 podios del Campeonato del Mundo consecutivos, ganamos campeonatos de Europa, Asia, un equipo imparable. 2 mundiales juveniles.  En el 95 teníamos el objetivo olímpico entre ceja y ceja, sabíamos que podíamos  lograrlo… mi destimo cambió… el consultorio quedó postergado, íbamos por los juegos olímpicos.

Cuando yo hablaba con mis amigos, me decían que lo que queríamos hacer  en Argentina era imposible, era una utopía. Y lo decía gente que yo admiraba mucho, como Torkel, me acuerdo que lo crucé en un aeropuerto y me dijo que lo que yo estaba queriendo hacer era una locura.  ¡hicimos la locura! La hicimos, Camau ganó la Medalla de Plata en Atlanta 96 y fue, en ese momento, “tocar el cielo con las manos”. En ese momento no nos importaba nada más que el objetivo, mirando desde este lugar, es una locura que podes hacer a los veinte y pico de años.

Barcos: ¿Qué significa ser “coach”, ¿cuál es su función?

HV: Te puedo decir qué es ser coach hoy, soy muy distinto del coach de esa época. En ese momento estábamos atrás de los resultados, el alto rendimiento, momento en que me sirvió mucho la psicología porque entendía muy bien y pensaba  la dinámica  del grupo y pienso que se logró crear  un dispositivo muy eficiente que era pensado y diseñado para el rendimiento pero que implicaba  un nivel de tensión emocional  interna muy alto. Para mí, en ese momento era poder sostener ese dispositivo que tenía un costo  enorme porque el nivel de tensión interna de ese grupo de tres monstruos peleándose a codazos por ver quién era el mejor, era importante. Imagínate que el año de la medalla 96, que ganó Camau, el Bata salió 3ro en el mundial y Marcos Galvan 2do en el europeo. Los tres volaban.

Hoy es ser un mentor, un entrenador está trabajando siempre con el límite. Y ese límite  de tus posibilidades es igual  en un iniciante que lucha por sus primeros pasos  como alguien que está haciendo catch up para ganar  una medalla olímpica. El límite y como abordarlo es lo común, siempre está allí y allí está la mirada del entrenador,  en la interpretación, en la contención, en encontrarle la vuelta. Hoy, mi mirada es totalmente humanista, lo técnico es una parte, es importante tener ese expertise, pero la posibilidad de acompañar a alguien en el proceso, con todo lo que implica es lo importante, el proceso.

Barcos: ¿Vos les das a los deportistas todo un plan integral o trabajas con otros equipos de profesionales?

HV: Hoy le doy mucha importancia a los encuadres. Cuando sos entrenador, no sos psicólogo, no sos nutricionista, no sos preparador físico, aunque sepas de todo eso, Parte de los errores que cometí de joven fue tomar muchos roles, había déficit, y yo tambien tengo la tendencia a abarcar de más. Es importante saber disociar, poner las cosas en su lugar. Con muchos deportistas trabajo como psicólogo, allí no soy entrenador.

Barcos: ¿Cuál es tu rol en la Federación Argentina de Yachting?

HV: Hoy soy Director Técnico de Juvenil y tengo a cargo los programas de  formación de entrenadores bajo  las normas de la WS. Mi vida como entrenador de alto rendimiento terminó en Brasil 2016. Despues de 7 campañas era algo que venía pensando mucho, un poco cansado de estar siempre viajando lejos de mi familia. Gracias al lugar que me dio la Federación, el COA y Solidaridad olímpica,  fui a Inglaterra y estudié en la World Sailing Training Scholarship, en Weymouth para luego capacitar a los entrenadores, asi que a mi regreso  me dediqué a armar la estructura de enseñanza y certificación de entrenadores en Argentina y ser D.T. de Juveniles. Hoy estoy dictando los cursos de nivel 1 y 2. Es alucinante porque empezas a generar un montón de cambios desde la base.

Barcos: Vayamos al principio de tu vida, ¿a qué colegio ibas y cómo era tu rendimiento?

HV: Era un chico bastante problemático, como buen ariano jajaja. Hasta los 9 vivia en el centro  iba al Mariano Acosta, luego nos mudamos al norte, y ahí pasé a un colegio, que para mí fue fundamental en mi vida que fue el Florida Day School donde tuve un profesor de educación física a quien todos detestaban y para mí fue mi mentor, un inglés muy duro y rígido se llamaba  Rey Toppin, pero que a mi  me dio lugar, me encuadró. Yo era bueno jugando al rugby y él me valoró frente a mi familia. De los 10, a  los 15 años combinaba rugby y Optimist, en rugby era crack y en optimist malo… Disfrutaba navegar, pero cuando empezaba la regata, para mi empezaba la exigencia de mi padre, era indisociable, un espacio muy displacentero. En esa época no había entrenadores, recuerdo que algún papá nos llevaba remolcados con una lancha, al no haber entrenadores, la presencia de los padres era muy fuerte y a mí no me divertía. Pero en cambio me encantaba ir  y navegar en  la Barra de San Juan, nos acordábamos el otro día con Martín Billoch que ambos aprendimos a navegar en un Platerito, allí me pasaba navegando, estar ahí en el verano era como una colonia de vacaciones y era lo mejor de la vida, íbamos con el Cadete de mi viejo, farolito de kerosene, disfrutaba y pescaba, no era regata no había el “tenés que”…

Y secundario fui al San Gabriel, en Vicente López, donde jugaba en BA al rugby y un verano del 79 comencé a navegar en tabla, en la playita de Olivos  y ahí todo cambió.

Barcos: ¿Qué fue lo que cambió?

HV: Empecé a ganar los primeros campeonatos,  corrían tipos buenísimos como  Martín Billoch, Gaby Borgström, eran campeones mundiales de Optimist, de Snipe a los que yo admiraba y no entendía nada. Terminé el colegio, momento de tomar decisiones y me dediqué full time al windsurf. Fue un duelo para mí dejar el rugby. Luego en el 81 -82 vino la colimba, me morfé la Guerra de las Malvinas, no en el frente sino en la agrupacion Albatros de Prefectura, estaba en Dock Sud haciendo logística con los tanques de petróleo. Fue muy conflictivo, un año muy duro en el que me pegué una depresión, un momento de m… angustia, tristeza. Salí de la colimba y perdí los dos campeonatos argentinos, no podía hacer nada… al año siguiente, ’83 los volví a ganar, el de Winglider y el de División II. Siempre digo que haber pasado la adolescencia bajo la dictadura fue un tema que me dejó marca, la colimba me dejó marca…

El deporte me salvó la vida en muchos aspectos, era mi forma de aislarme, yo era muy para adentro, algo fóbico, me gustaba navegar porque sentía esta cuestión de integración con el medio. No necesitaba más que eso. En un punto el mundo exterior al agua me aturdía, no sabía como manejarme.  Fue una etapa en la que navegar se volvió muy intenso, entrenaba muchísimo todos los días. Horas y horas. Puse todo ahí.

Barcos: ¿Tenés familia?

HV: Cuando estaba en la facultad me enamoré de mi primer mujer, a quien quiero mucho y es la mamá de mis primeros dos hijos pero ella se enamoró de un psicólogo y un día le cambié el libreto jajajaja. Y reconozco que fue muy duro el cambio de proyecto de vida, resistimos lo que pudimos hasta que nos separamos. Después estuve 3 o 4 años muy lindos con Solange, que era deportista, saltadora en alto, estaba compitiendo y compartimos la pasión de deportistas hasta que nos separamos y me mudé a esta casa. Tenía que vender mi departamento y había una chica que quería comprarlo. Negociaba con la inmobiliaria y era Luciana. Nos vimos cuando firmamos y… la invité a salir, “vos compraste y yo vendí, tenemos que festejar” y acá estamos hace ya 13 años, con Vinicio q tiene 9. Ahora  soy un optipapi, tratando de no cometer los mismos errores de mi padre. Mi viejo era un personaje, estructurado, duro, pero a la vez un tipo que disfrutaba mucho la libertad, volar, esquiar, bucear, vivía a fondo… Murió hace dos años y días antes de morirse me dijo ”te quiero” por primera vez, pero lo logró… El viejo  era un tipo bravo, pero si no fuera por él yo no estaría acá, se fue de este mundo y dejamos todas las cuentas saldadas. Lo recuerdo con muchísimo cariño y el hecho de estar navegando, estar al aire libre, es algo que le debo. Está muy fuerte en lo que hago, él enseñaba a navegar y yo lo escuchaba. Ahora, cuando me veo en mis funciones, obviamente eso viene de la línea paterna, más allá de lo conflictiva que fue nuestra relación, al punto de decirle “no navego nunca más con vos” y no lo hice más. En el barco, era imposible de llevar. Pero me pasaba a mí, porque mis amigos la pasaban genial con él a bordo.

Mi hermana, Bibiana es una capa total, la traga de la familia. fue una gran navegante y clasificó en Tornado para los Juegos Olímpicos, de Rusia, al que Argentina no fue, navegando con Marcelo De Combi. Ella es bióloga, etóloga, tiene post doctorados en Oxford, asesora de las Naciones Unidas, en cambio climático. Vive en Luján y trabaja con camélidos americanos, vicuñas. Es Investigadora principal del Conicet, titular de varias materias en la Universidad de Luján. Una mujer militante muy comprometida, brillante.

Barcos: Retomemos la campaña posterior a la medalla de oro de Camau

HV: Ganamos la Medalla de Oro y la cosa siguió con 6 campañas olímpicas más. Cuando Camau se ganó la medalla quiso cortarse solo con todo el presupuesto lo que derivó en un conflicto al que le puse el pecho porque eso había sido un proyecto grupal, que él no quiso sostener. En el grupo se armó lio, quedó el grupo por un lado y él por otro. Asi que arrancamos con el grupo sin él. Y le empazmos a ganar, Marcos Galván, que estaba dentro del grupo, le ganó el Selectivo para los Juegos Panamericanos, y logra  la medalla de oro en Winnipeg, Canadá, en el ’99 y fue un desencadenante terrible durísimo para Camau. En el Mundial del ’97 Marcos también salió 3º, delante de él que salió 11º, en el ’99, Marcos 3º y Camau 20º y pico. Situación que  generó mucha tensión entre Camau y yo,  luego de haber vivido en casa cuando era un niño, haciendo todo ese recorrido juntos. Cuando finalmente logra ganar el selectivo para el 2000, yo renuncio al día siguiente porque ya nuestro vínculo no daba más. Camau le pide al Bata García Velasco, que hasta ese momento era su rival, que sea su entrenador y el Bata tuvo la honorabilidad de hablarlo conmigo para pedirme la autorización, lo cual habla de lo que era y es como persona. Le dije que “en este juego de ajedrez, lo que vale es el windsurf de Argentina, soy la pieza que quedó deshabilitada pero el proyecto es de todos, no es mío. Andá y ganen la medalla”. Así fue, la ganaron. A partir de ahí Camau empieza a correr con Santi Lange y nos reorganizamos con los juveniles que ya  venían trabajando conmigo, habiendo ganado el Mundial Juvenil en el ’97 con Gonzalo Costa Hoevel. Alli empezamos un nuevo proyecto  virtuoso que tuvo otros protagonistas como Cata Walther, Martin Benitez, Marquitos Galván y  Mariano Reutemann, que logró ganar selectivo del 2004. En ese momento hicimos alianza con Canadá y Venezuela armando un equipo internacional que logró financiar la malaria que había en el país y resolvimos la situación. Mariano hizo un buen Juego Olímpico, saliendo 14º en Atenas, su primer Juego, 2008 en China En 2012, Londres,équedó 11º, a un punto de entrar en la Medal Race, un excelente windsurfista  entre los 10 mejores a nivel mundial. Durante ese proceso Mariano Ganó 3 medallas panamericanas y dos mundiales de distintas categorías del windsurf.

Para los juegos del 2016 comence a entrenar  a Celi Tejerina, de Mendoza, asi que la dicha  de haber pasado estas últimas campañas olímpicas trabajando con gente linda, seres humanos maravillosos, como Mariano y Celi, además de deportistas de Canadá y Colombia con quienes conformamos  un grupo humano muy valioso de crecimiento personal y deportivo.

Barcos: ¿Cómo se determina la duración o la vigencia de un entrenamiento?

HV: Hay algo que es difícil para un entrenador que es soltar, hacer el duelo y dejar ir. Con cada deportista es un proceso que tiene un principio y un fin y está bueno hablar los encuadres.

Igual yo estaba necesitando un cambio y donde estoy ahora, en este rol un poco de coordinador, trabajando con los entrenadores, me encanta. Puedo unir todo lo que tiene que ver con el intelecto, pensar contenidos, armar las formas y pensar la estrategia de desarrollo.

Barcos: ¿Hace cuánto estás en la FAY? ¿Tu trabajo es rentado?

HV: Estoy desde el ’92, como entrenador junto con Ale Cloos, pero en este rol que hablamos, después de los Juegos de Brasil, 2016. Un poco es la visión de Luis Velasco, a quien admiro profundamente porque tiene una capacidad de laburo y empuje enorme. Va para adelante con una visión muy clara  en su trabajo que es 100% ad honorem.

Como entrenadores vivimos siempre al borde de la cornisa, desde que se creó el ENARD, mejor, tuvimos años buenos, pero ahora estamos bastante mal, es triste ver como otros países se llevan excelentes recursos humanos porque aquí sostener el trabajo como entrenadores es muy complicado. Tenemos una beca  de la Secretaría del Deporte y del ENARD, que no acompaña la inflación además de un sueldo de la FAY que complementa un poco esas becas. Todo ese paquete no alcanza a cubrir la mitad de mi presupuesto familiar. El resto es la docencia, mi escuela de windsurf y el consultorio.

Barcos: ¿Podes hablar de tu mayor logro, alguien en especial que te costó, pero llegó?

HV: A ver, llegar, me quedo con esa palabra. En algún momento los papás me han dejado chicos, pensando “qué bueno, un entrenador psicólogo, le despachamos a nuestro hijo, con el que no podemos más, adolescente taciturno que no duerme, introvertido que no habla, que apenas sabe navegar pero dice que le gusta”… Y adoptar un niño así, porque realmente es adoptar porque vivía en otro país y terminó viviendo en casa. Y que ese chico llegara en una preolímpica a virar barlovento entre los cinco primeros todas las regatas, haber ganado el campeonato nacional de su país y haber encontrado su lugar en el mundo, para mí, eso es llegar. Tal vez no llegó a un JJ.OO., pero es llegar.

Después trabajamos en un proyecto acá con la Escuela 26, en el Bajo, Latiendo con el Río y todos los chicos, colaboramos con varios entrenadores y esos chicos, en vez de ir al anexo con un 100% de deserción, fueron al Nacional San Isidro y ahora están la mayoría  en la Universidad, para mí eso es llegar. Entonces me dicen, ¿qué es lo más importante para vos? Tal vez no estaríamos hablando si no hubiera ganado medallas olímpicas o medallas panamericanas, porque eso tuvo un momento y un lugar y reconozco que fue importantísimo y que  me llenó de alegría, pero hoy, si miro cuál es el logro, y el logro es un chico que no puede con el colegio encuentre a través del deporte una forma de realización y un lugar en la vida donde se siente seguro de si mismo, donde puede, donde es valorado y a partir de ahí reconstruir su vida, sus vínculos, lograr salir a flote, lograr un desarrollo personal. Entonces veo un montón de entrenadores que están en la misma y, si me preguntas a quien admiro, te digo que admiro a Nico Dasso que en Posadas hace un laburo extraordinario con los chicos vulnerables y ha logrado la  “inclusión” en serio.  Poder colaborar con esos proyectos que unen deporte con el desarrollo humano, poner un granito de arena en lo que me toca a mí con la mentoría de los deportistas, en la vida es lo que en definitiva te queda y te llevas, las medallas no las llevas, te cambian simbólicamente en un mundo materialista el lugar que te da frente a los demás, te habilita una palabra “ de éxito” nada más… pura ilusión.

Me gusta  tambien estar trabajando para los Juveniles, pensar y diseñar  el desarrollo . En la medida que uno pueda dejar experiencias positivas en los demás, me parece que es lo mejor que podemos hacer. Somos esta continuidad, lo que trasciende entendés la finitud, los propios límites, lo que dejas son marcas, afecto, lo único importante.

Barcos: ¿Alguno de tus hijos navega?

HV: Mi hijo mayor un día me dijo “papá, vos sos papá y entrenador, las dos cosas es mucho. Así que, como no podes dejar de ser mi papá, no me voy a dedicar a navegar”. Se dedicó a otro deporte, la escalada deportiva pero el tipo tenía toda la sistematización de alto rendimiento, se armó su carpeta y pedía asesoramiento a los chicos de Canadá que estaban viviendo en casa. ¡Salió a buscar sus sponsors y lo logró! Llegó a ser campeón argentino. Ahí fui papá, lo acompañé a las giras en Europa, coincidíamos cuando podíamos en algún circuito de escalada… Después se dedicó a la economía, a la música, es un maravilloso músico. Ahora trabaja en un laboratorio, es máster de economía en el San Andrés, está muy bien.

Mi hija es música, es bohemia, hippie, hermosa total que no engancha mucho en el mundo capitalista, va muy a la suya, es muy libre, heredó eso, la libertad, ser quien quiere ser.

Y queda el más chiquito que está en la escuelita del Sudeste, le gusta tambien hacer un poco de windsurf, tiene 9. Un terremoto, re kinetico. Igual mi postura de experiencia es que vaya haciendo la suya con sus entrenadores y meterme poco. Va mamando la cultura del agua… ahora me voy a Cuesta del Viento (un lugar  que adoro) con los chicos del equipo nacional a entrenar,  y él lleva su tablita de windsurf, entonces ve lo que se enseña, peor no desde el padre, sino del ambiente.

Barcos: ¿Qué te pasó con la cuarentena? A un espíritu tan libre, que le cercenen su libertad…

HV: ¿La verdad? Yo estaba trabajando en los protocolos de la FAY para ordenar todo esto con todas las pilas. En lo personal no entendía por qué no podía moverme, si lo hacia con las precauciones  del caso,  porque de acá estoy a dos cuadras del río, asi que me escabullía  con mis perros, escapando de la policía que debo decir me paró varias veces. Volvió mi hijo de EE. UU. y estuvimos conviviendo tres meses todos juntos, fue maravilloso, mi hija se iba a vivir a Europa y se quedó, entonces viví un lado muy lindo de estar todos acá en casa, habilitamos nuevos espacios como el techo, era otoño y estaba re lindo, disfruté de eso y después empezó “mundo zoom” y empezamos con los zoom multitudinarios, donde estuve ocupadísimo y no me daban los días. Dimos los cursos de entrenadores por zoom y fue un éxito total. A partir de ahí empecé a trabajar muchísimo, me convocaron de otras federaciones y empecé a dar cursos para ellas, la Federación de Esquí Acuático y Wakeboard, Licenciatura de Deporte de Combate, lo que me llevó a estudiar, armar materiales indagar e investigar contenidos nuevos, fortaleza mental, miedo,  temáticas ligadas al deporte. Fue sumamente productiva, me reinventé completamente al punto de disfrutarla. Por ahí tuve algunos días o semanas en las que te agarra la locura, me escapaba igual sin poner en riesgo ni a mí, ni a nadie, un cajoncito de manzanas en la bicicleta como que iba a hacer compras y me iba a pedalear, transgresor mal. Lo más duro fue el colegio de Vini, el tiempo para los chicos, llevar ese tema en casa fue complicado. Ahora arranqué de nuevo con mi escuelita de windsurf que es un hobby, acá en el Club Tribunales y en el Talar del Lago, porque me encanta enseñar. Tengo un socio que es como un  hermano o un hijo, no tengo claro que es, Juli “ Elvis” De Mare, con quien armamos el proyecto de la Tribu del Viento, tenemos una amistad entrañable y asociación de trabajo muy productiva. Ahora está como ayudante de cátedra de los cursos de la FAY y colaborando en la campaña olímpica de Facundo Olezza y con el CVB, tenemos un espacio de trabajo y pensamiento donde todo el tiempo se generan cosas. Todos le preguntan si es mi hijo porque es mucho más joven que yo jajaja. A pesar de tener una distancia generacional, tenemos un vínculo especial de afecto y  laburo. Volvió después de trabajar con Facundo y estamos generando cosas sin parar.

Barcos: ¿Tenés alguna rutina para mantenerte en forma?

HV: Hago yoga, respiro,  me muevo, navego, pero el yoga  me cambió la vida completamente. Ahora mas tranki, pero un tiempo hice el instructorado de ashtanga y le metía intensidad. Hace muchísimos años en la campaña del ’96, convivíamos con Camau y Santi y vino Dani Espina en aquellos días empecé y luego adopté la práctica para mi vida,  es complemento extraordinario porque te pone en eje, un estado de mental.

En parte por eso me gusta tanto ir a Cuesta del Viento, tengo allá amigos que son grandes navegantes y yoguis también y justo me mandaron mensaje que se iban 5.30 am a una lomita a meditar y ver el amanecer. Están esperándome para esos programas.

Barcos: ¿Te vas para allá, entonces? ¿Y después adonde?

HV: Hasta el 10  de enero me quedo en Cuesta tambien con los juveniles del windsurf y Mariano Reutemann que hoy es entrenador del grupo, de allí a una regata en Potrerillos de windsurf Foil. Luego Mardel en febrero  para SIY y si da Madryn al argentino de windsurf Foil.

Barcos: Después de esta lindísima charla de más de una hora, en la que hablaste de toda tu vida, ¿cómo sería un cierre?

HV:  La vida es un juego, es como el de la oca, a veces avanzas, otras retrocedes, pero siempre terminas yendo para adelante.

Tal vez algún día pare, o me paren y terminaré siendo finalmente plantita, puro compost… pacha mama. Show must go on.

barcos@barcosmagazine.com

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