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EDICIÓN IMPRESA – Privacidades Compartidas

Una niña que navegaba con sus padres rumbo a las vacaciones, despierta por las voces de éstos trabados en una fuerte discusión. Atemorizada llama a su mamá y le pregunta, «Ma, ¿estás bien?», con una sonrisa triste que no olvidaría, la madre le explica que ella y sus hermanos seguirían viaje junto a su padre mientras ella bajaba del barco para volver a casa.

Al llegar a tierra la niña corre a la playa, se sienta en la arena y traza un círculo alrededor de su cuerpo una y otra vez, delimitando con su trazo un adentro y un afuera.
La escena del juego resurge como recuerdo años después, por estos días de confinamiento a un mismo espacio por la pandemia. Los navegantes son un buen ejemplo de vérselas habitando espacios comunes y propios a la vez. El juego del círculo en la arena fue la manera que la niña se dio para crear una diferencia y una distancia posible entre el espacio de los otros y el suyo, entre las voces de los otros y la propia.
La cultura con sus espacios diferenciados, regula los lazos entre los seres humanos y, cuando estos lazos no están regulados producen dolor. Convivir confinados en pandemia requiere la elaboración de espacios diferenciados y filtros simbólicos que sirvan para cuidar y cuidarnos. Para no invadir ni ser invadidos escuchando discusiones ajenas, malestares, o aun exultantes bienestares, porque bien sabemos que se puede cerrar los ojos para no ver, pero no se pueden cerrar las orejas para no escuchar.
Ya no se escucha decir que los problemas se dejan en la oficina, porque hay un solo espacio para trabajar, para estudiar, para amarse y para odiarse. Las parejas que más se aman y entregan al placer de compartir un mismo espacio, son las que más se odian a la hora de ceder y perder el propio. Mientras que las que no se quieren se sostienen en la costumbre de convivir con el desamor, la indiferencia, o el dolor. La vida pasa a desarrollarse en un «moño ambiente» que nos ata, nos desata, y nos convoca a pensar los límites nuevos de nuestras privacidades compartidas.
Vernos, escucharnos y pensar en la importancia de trazar nuestros círculos entre lo íntimo y lo externo, entre nosotros y los otros, será una buena forma de responder a la exigencia de cuidarnos y volver a regular el acercamiento y la distancia con el otro.

Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA. Psicoanalista.
cecilia.lavalle@gmail.com

Imagen: IoanaMenendez

barcos@barcosmagazine.com

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