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EDICIÓN IMPRESA – LA PERSONA DETRÁS DEL PERSONAJE: Juan Carlos Zorzoli

Sailing Gear es la empresa que representa, fabrica y distribuye los productos de: North Sails, Harken, BandG, Lewmar, Lowrance, Sparcraft, Profurl, Facnor, Dr Sails, Wichard, Leisure Furl y Southern Spars.

Su equipo de ventas y servicios se caracteriza por tener los mejores técnicos y profesionales.
No podría ser de otra forma que Juan Carlos Zorzoli pertenezca a dicho equipo con las marcas B&G y Lowrance. Su vasta experiencia en el mercado así lo avala. Con 42 años de servicio, lleva muchas millas recorridas a bordo de las embarcaciones más prestigiosas del yachting.
En una charla amena, Juan Carlos nos contó mucho acerca de su vida, tanto que no tiene desperdicio.

Barcos: ¿A qué atribuís la elección de tu actividad tan reconocida y valorada en el río?
Juan Carlos Zorzoli: Nací en Acassuso, cerca de las barrancas y veía el río. Eso me pegó. Estudié el secundario en el Industrial San Isidro, me recibí de técnico en telecomunicaciones. Estudié ingeniería electrónica, pero no la terminé porque me casé, vino mi primer hijo y no me daba para estudiar. Y me recibí de analista de sistemas, en vez de 6 años hice 3. De ahí en adelante nunca ejercí como analista, siempre volví a la electrónica. Antes se reparaba todo, había bastante para detectar y se fue perdiendo. Todavía hoy sigo aprendiendo: todo lo que es software para un tipo grande como yo, cuesta.


A los 27 años estaba trabajando para el estado, la Secretaría de Comunicaciones. Luego me ofrecieron la subgerencia del departamento naval de la empresa Oton Klein. Ahí fue que empecé a relacionarme con los barcos, con buques mercantes, petroleros. Me ofrecieron la gerencia naval.
De a poco, entre astilleros F&C, Nautivela, Plenamar y clientes particulares, empecé a armar barcos con la firma B&G, de forma independiente. Renuncié y me independicé, dedicándome por completo a equipar los barcos de regata.
Barcos: ¿Es así como nace tu relación con B&G?
JCZ: El destino me llevó a conocer B&G cuando estaban en un pueblo llamado Lymington. Recuerdo que la empresa eran todas casitas cuando fui invitado a hacer un curso de nuevo tecnología con los primeros equipos digitales y el gerente de servicios me llama aparte y me dice que me necesitaba para reparar los barcos de la Whitbread, que en aquella época eran 20 barcos que llegaba el primero a un puerto y el último, 30 días después.
Barcos: Pero ya tenías tu trabajo en Buenos Aires…
JCZ: Tenía un socio en Baires, Guillermo Hornus que me cubrió localmente. Cuando volví, 9 meses después continué independiente armando los barcos.
Llegó la guerra de Malvinas, con lo cual todo equipamiento inglés no se podía traer. Fue una época muy mala donde sobrevivimos haciendo de todo, con otras marcas y fui tomando la experiencia técnica tanto de B&G como de Raymarine, Autohelm y otras.


Barcos: También entraste en el mundo de las regatas…
JCZ: Sí. Fue cuando el capitán Escarlata tuvo un problema técnico. Viajé para repararlo y me llevaron a Punta del Este. La anécdota de esa regata es que siempre es de proa y fue la única vez en mi vida que fui hasta Punta del Este sin bajar el spi. Desde ahí me empezaron a buscar como navegador en regatas largas. A bordo del Conni M, donde estuve 9 años adquirí experiencia en la navegación. Extraño las regatas, lamentablemente las tengo prohibidas por tema de salud.
Estos dos últimos años me acomodaron y me favorecieron, ya que mucho de este trabajo se hizo por home office debido al Covid. El alternar entre tu casa y la oficina y los técnicos mantuvieron mi cabeza muy ocupada.
Barcos: ¿Cómo se vincula B&G en Argentina?
JCZ: Unos años después de terminada la guerra y levantadas las prohibiciones, la representación de B&G la toma North Sails. De ahí en adelante es que trabajo con ellos, asociado en el servicio técnico de la firma. Hasta que me llamaron nuevamente para la siguiente Whitbread y por tema familiar, no fui: tenía chicos y no podía irme de casa tanto tiempo. La empresa aceptó que hiciera la parte que corresponde a Punta del Este, que era una de las paradas de la regata. En ese entonces la empresa enviaba técnicos, hoy ya no es así. Un barco de regata es un consorcio dentro del cual hay algún técnico, especializado en distintas marcas, 90% B&G. Así vinimos trabajando hasta que mi socio se retiró. Decidí seguir solo, y empecé a capacitar algunos técnicos independientes en Buenos Aires, Rosario, La Plata, Chile, Perú y Ecuador.
Barcos: La marca B&G, ¿qué origen tiene y cómo surgió?
JCZ: Brookes y Gatehouse eran dos pilotos de la RAF en la Segunda Guerra Mundial y sabían de electrónica, unos de los primeros del mundo. La historia de B&G nace en Lymington y luego pasa a Hampshire, en el sur de Inglaterra. Un grupo que también compró Navman la llevó a USA y abrió fábricas en varias partes del mundo. Se transformó en un holding hasta que hace más o menos 10 años la compró el Grupo Navico (Simrad, Lowrance y B&G) y mudó toda su gerencia a USA. B&G en Inglaterra quedó sólo como fabricante de veletas. La guerra me sorprendió allá, yo había ido a aprender y estaba en ese lugar y es muy cerca del Puerto de Portsmouth, donde están los barcos de guerra.


Barcos: ¿Por qué está centralizada la actividad en Buenos Aires?
JCZ: Descubrí que éramos los únicos capacitados para hacerlo, no existía gente especializada afuera. Fue por eso que empecé a viajar y hubo un resurgimiento de la náutica de placer con la construcción de barcos por King Marine y barcos como el Doña Francisca, o los 32’ y 40’ que se exportaron. La necesidad de viajar fue mandato.
Barcos: Ya casi en cierta normalidad, ¿cómo ves el parque de la vela, tanto a nivel nacional como internacional?
JCZ: Con respecto al nacional y en Chile, se va achicando cada vez más. Perú y Ecuador siguen bien y en el mundo hay una reactivación, en Europa especialmente. Acá no hay astilleros de barcos grandes y estamos perdiendo la gente de valor que hacen barcos de este tipo como laminadores, etc. King Marine, un gran astillero se fue a Valencia y les va muy bien. CLC Composites, de los hermanos Costa está haciendo lo mismo que hicieran ellos, agregar el agro a sus productos.
Hay varios clientes que han comprado barcos afuera del país para navegarlos allá. Nos piden productos pero sus barcos no están acá. Tenemos otro nicho que es la venta de equipos para esos barcos ya que acá favorece el tipo de cambio oficial.


Barcos: Pero Uds. tienen mucha actividad, ¿cómo se explica si el mercado se achicó?
JCZ: La parte técnica ha cambiado violentamente, antes los equipos se reparaban, hoy se cambian.
El público de regatas está acotado. La gente cambia el instrumental de sus barcos, no el barco. Hay muy pocos astilleros de veleros y algunos barcos one off como el 33 de BZ, o los de aluminio.
Nosotros tomamos Lowrance, que generó otro mercado que es el de las lanchas. Hay astilleros, como Promax que colocan nuestro instrumental en forma seriada. De vez en cuando también hay algún crucero, pero fundamentalmente B&G es vela. Lo que pasa es que Lowrance tiene software para crucero. Existe también un público de cruceros que eligieron B&G, que son ex veleristas.
Barcos: ¿Es por un tema de vida útil o un tema de aggiornamiento?
JCZ: Vida útil no, los B&G pueden durar 20 años, el tema es que hoy se ponen obsoletos como un celular o una tablet. Hay gente que, aunque todo funcione bien, deciden cambiarlo. Y ese período es de 5 años, antes los equipos nacían y morían con los barcos. Vivir la historia de la evolución de este instrumental me sorprende, porque de la tecnología de la aguja fuimos a parar a la del transistor, y de allí al microprocesador. Hoy, todos estos equipos que están acá tienen microprocesadores que no se pueden cambiar ni se consiguen. Hay que cambiar toda la placa y toda la placa es el equipo. Uno pasa de tener un stock de repuestos a tener un stock de equipos.
Barcos: En este momento, ¿hay dificultad en la importación de estos equipos?
JCZ: No, lo único es que cada vez hay más trámites para hacer, son más las trabas que ponen. Por eso tenemos stock.
Faltan containers, microprocesadores chinos, entonces los plazos de entrega de algunos productos a veces son largos, agravados por la guerra que encarece todo. Esto produce inflación en todo el mundo.
Acá podes ver un equipo que prende y se apaga. Resulta que un señor apretó el botón de actualización del software y erró. Ahora el equipo no funciona. Entonces hay que cargarle nuevamente el software, con computadoras, tablets, celulares, tarjetas SD o mini. Hay muy poca falla en los equipos. El procedimiento es tener muy buena señal de wifi y no parar la carga del software. Ahora, ya mayor estoy usando lo que aprendí de analista de sistemas. Fue destino.
Barcos: Al comienzo te referiste al nacimiento de tu primer hijo, ¿cuántos son los que tenes?
JCZ: Tengo dos hijos. El menor es el que salió náutico y vive en Ushuaia, donde lleva a los turistas a navegar. Es socio del Club Náutico Ushuaia.
Barcos: Como cierre de esta nota, un recuerdo
JCZ: Estar en el medio del mar con las ballenas, escuchar los chiflidos de noche y no saber para qué lado ir con el barco. Tormentas a Punta del Este, sobre todo una en el Don Quixote… Por suerte, nunca tuve problemas con los barcos.
Lindos hay muchos… Cuando fui a B&G en la marina veo una bandera argentina. Era el Recluta III y me puse a llorar de la emoción. Estaba en Europa tras correr una Fastnet. Otro momento fue en Chile, con el primer barco de regata, el Poseidón cuya construcción fue dirigida por Luis Buglioni y viajamos juntos para ponerlo en servicio. Llegué como un ingeniero de la B&G (nunca me lo tomé así) y me hicieron sentir como que era una eminencia. Una de las reglas es que al entregar un barco, tenes que entregar una bandera del pais. Entonces compré una bandera chilena, justo estaban jugando un mundial y me invitaban todos los días a casas diferentes para ver los partidos, no concebían que un argentino pudiera regalar una bandera chilena. Me marcó.

barcos@barcosmagazine.com

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