EDICIÓN IMPRESA – Embarcación de fibra o semirrígido: esa es la cuestión
Muchas veces esta elección es muy discutida por el grupo familiar antes de comprar o cambiar de embarcación. Ordenamos algunas ideas para ayudarlos en lo que debe ser un momento de disfrute y alegría comprando su nuevo equipo.
Ya iniciada la temporada estival, este tema recurrente será tal vez bien aprovechado para aquellos que, entusiasmados, deben decidir por una embarcación semirrígida o un casco rígido ó, sin dudarlo, para aquellos que tengan algún reparo o no conformidad con su propio equipo y dudan de hacer el cambio.
Tanto para uno u otro, debemos poner parámetros comunes y hacer un verdadero análisis de nuestro estilo, formato, tipo y frecuencia de navegación. Al respecto, he tenido varias charlas y debates con amigos, lectores y familia donde aseveran, con “contundencia”, que eso es imposible de determinar, que una embarcación debe ser “amena y adaptable” a muchas exigencias, que no hay lugar donde no se pueda ir ni plan que no se pueda adaptar a una embarcación.
El tiempo y la experiencia me ha permitido “abrirme” a tales expresiones y tratar de comprender esas máximas motonáuticas que, crudamente expresado, no siempre son posibles. Pero sí podemos encontrar un punto intermedio en donde un conjunto casco-motor pueda satisfacer y adaptarse a la mayor cantidad de solicitudes del timonel, pero no siempre serán todas las imaginables. Negociemos entonces los parámetros iniciales para la elección.
Eslora: Para hablar de una eslora promedio de una embarcación que pueda adaptarse a más requerimientos, debemos estar por encima de los cinco (5) metros de eslora y no superar los seis (6), o veinte (20) pies en sistema americano. Razón: una mejor relación eslora/manga para navegar, espacio interior aceptable y adaptable a las distintas necesidades, traileable sin dificultad, valor de guarda razonable y, aquí un punto debatible…. potencias para uso moderadas.
Capacidad de personas: Los astilleros diseñan embarcaciones y las normativas limitan la capacidad de personas; el profesional a cargo decide cual es la capacidad máxima de personas a bordo en condición segura de navegación. Y aquí hay grandes problemas: ¿Cuánta gente transporta Ud. habitualmente? Debe ser realista. Sea lo que fuere, debe respetar ese máximo. No es capricho, es seguridad. Nuestra normativa tiene, en los semirrígidos importados una discrepancia en cuanto a las capacidades máximas de personas: Las normas ISO permiten, por ejemplo, ubicar gente sobre los tubos. Nuestra normativa no. Aquí deben tener un asiento interno asignado por persona. Es así que lo que ingresa al país, muchas veces es recategorizado con menos personas a bordo si no hay espacio interno. Pero bueno, de cualquier manera, uno debe saber con certeza, cual es el promedio de pasajeros que navegan en nuestra embarcación en cada salida. Esta media general se ubica entre 3 y 4.
Potencia: El gran dilema inicial antes de decidir el tipo de embarcación es la potencia a instalar. La tradición nacional es sobredimensionar las embarcaciones. No es un mito sino la historia motonáutica de competición que siempre hubo en nuestro país, donde las distintas marcas competían en infinitos desafíos, con grandes logros nacionales e internacionales. Este tema ha dejado una huella real en los constructores locales aunque hoy hay una tendencia hacia potencias más lógicas instaladas, ya que los motores de hoy son muy eficientes, son cuatro tiempos, algo más pesados y más caros; eso hizo pensar a los constructores (en general) y hacer caso omiso a los diseñadores. Ahora, luego de este prólogo, hay que definir la potencia promedio de elección: ardua tarea; para una lancha de 20 pies, algunos dirían que no menos de 200 hp de máxima es algo razonable; otros dirán que un 150 hp es suficiente. La potencia será proporcional al peso de la embarcación y a su manga, ya que un equipo de 20 pies de hoy llega a los 2.5 metros de manga comparados con los casi 2 metros de máxima de antaño.
Hay que recordar que estamos buscando una media para embarcaciones entre 5 y 6 metros de eslora, por eso, podemos arriesgar una potencia que va desde los 90 a los 150 hp es aceptada para esta ecuación.
Más potencia o menos hp puede variar de acuerdo a su zona habitual de navegación (río, lago, mar), a la condición habitual del clima en esa zona (zonas de mucho viento, mucha correntada, de olas importantes, zona calma etc., a su plan de navegación y cantidad de personas a bordo. Como vemos, en la elección de la potencia empieza a interactuar con todos los datos que vamos concretando como válidos. De cualquier manera, el rango de potencia propuesto es amplio y generoso para la mayoría de las carenas de lanchas y semirrígidos que estamos buscando. Ese será el parámetro fijado.
Diseño de fondo (obra viva): Aquí el juego es amplio y muy preciso. Fondos en V de pureza absoluta, con escalones, cantoneras anchas o angostas, proas lanzadas o más rectas… todo será cuestión de probar y comparar performance, sin olvidar que el componente “principal” de cada casco es su “dead rise” o “astilla muerta”, o en simple castellano el ángulo del fondo respecto del plano de flotación transversal. Este tema da para una nota aparte pero, en forma básica, mayor ángulo es fondo más plano, (más velocidad con dureza en el oleaje); menor ángulo es ideal para marejada (lento en velocidad en aguas tranquilas, más inestable y mayor consumo)… la opción lógica siempre será la intermedia.
Llegamos al punto: lancha o semirrígido
Finalmente, vamos al punto central de la nota. Ya tenemos claro los ítems a considerar, así pues la decisión será más acertada.
Cuando hablamos de semirrígidos hablamos de una carena o casco en plástico reforzado con fibra de vidrio (PRFV) y, en algunos modelos importados en aluminio naval. Los tubos, o collar tubular, pueden ser construidos en PVC o en Hypalón Neoprene, este último, de mayor calidad y resistencia. Su mantenimiento no es complejo: siempre limpios con detergentes neutros y mucha agua, desengrasados, inflados no al exceso y evitando exposiciones al sol en guarda. El PVC es un elastómero y con el tiempo puede llegar a perder propiedades… he tenido semirrígido de PVC por más de veinte años y no he tenido problema alguno; menos aún si hubiera sido en Hypalon Neoprene. La realidad es que los tubos quitan espacio interno, ya que el 50% aprox del diámetro de los mismos ingresan al interior habitable, limitando la superficie.
La configuración del interior de un semirrígido brinda algunas alternativas: consola central tipo torre, consola lateral, asientos enterizos, algún modelo especial con sofá en “U” en popa y un gran asiento doble-solarium en proa. A mayor eslora, mayor espacio interior.
En contraposición, un casco de lancha rígido no merece mayor atención más que limpieza interna y externa. Las configuraciones serán con consola central (poco común) o lo tradicional con asientos back to back en cockpit y un sector open en proa de tamaño estándar: (las nuevas tendencias de hoy poseen proas más amplias para disfrutar (sun decks) y cockpits apenas más diminutos. Pero, el espacio interno es mayor pues no hay tubos que saquen volumen hacia dentro: la manga es aprovechada prácticamente al cien por ciento.
¿Qué tienen de diferente un semirrígido y una lancha?
# El factor seguridad: Casi todos los semirrígidos pueden llegar a inundarse por completo y no hundirse, siempre que estén inflados y no averiados sus compartimientos. Eso es más seguro siempre, en cualquier lugar y condición de navegación. De querer navegar en los fríos lagos del sur, o en el mar, o en rio abierto, la seguridad siempre supera los límites normales. Los tubos están divididos de tres a cinco compartimientos independientes, lo que lo hace literalmente inhundible.
Ello no es tan así en un equipo en PRFV. Una lancha posee buena estanqueidad, mayor puntal pero en general, posee doble fondo, capaz de soportar una avería llenándose ese espacio de agua. Los ingresos de agua al cockpit y sector open de proa serán eliminados por la/s bomba/s de achique. En seguridad, el semirrígido tiene mayor puntuación pero, es fácil de constatar que no existe espejo de agua donde no haya lanchas. Los cascos rígidos son de hecho seguros. Algunas marcas, inyectan espacios estancos por sobre flotación para tener una flotabilidad positiva en caso de inundación por olas o avería, pero son pedidos especiales de clientes puntuales. La normativa actual local hace hincapié en este punto para equipos nuevos: flotabilidad adicional.
# Navegación: En navegación, el casco rígido ofrece un mayor confort de marcha. Se navega más sereno y sin estridencias, ya que el casco navega sin interferencias. El semirrígido alterna contra el agua la carena y los tubos mientras planea, y todo el conjunto ofrece un movimiento particular, perfectamente tolerable pero es parte del tipo de navegación. Los tubos deben estar correctamente inflados para una buena navegación. En contraposición, un semirrígido “perdona” tomar olas en ángulo desfasado, pues los tubos absorben esos saltos irregulares; un casco rígido, comparado con la base de los tubos, tiene cantoneras chicas, y el cruce de olas al querer adelantarnos a otro barco, debe hacerse en forma correcta (tomar las olas con más perpendicularidad) para que la estructura no sienta el impacto de la caída. Más allá de eso, son técnicas y costumbres. El semirrígido posee mayor salida y “reprise” respecto de un casco rígido. La relación peso potencia así lo permite.
# Mantenimiento: El mantenimiento de un semirrígido no es difícil ni oneroso si se cuida correctamente. Los tubos pueden emparcharse y si están viejos o deteriorados pueden renovarse por completo, recomendando siempre en astillero constructor o en su defecto, uno habilitado por Prefectura. Las lanchas pueden tener un mantenimiento integral que incluye cambio de espejo, pinturas externas e internas. Los valores de reparación sólo varían en los tubulares ya que cascos de ambos, pinturas y tapizados pueden llegar a ser el mismo gasto. Los tubos de hypalon-neoprene son más caros pero realmente pueden durar más si se la navega en zonas muy duras (mar, zonas de piedras, contacto con muelles, personal embarcado a diario etc. o si el uso será muy frecuente.
# Precios: Opté no aventurarme en los valores de mercado por tres razones: primero porque no sé si el lector busca nuevo o usado, segundo porque el rango de valores de cinco a seis metros es muy amplio en ambos casos, y finalmente, los precios de mercado actuales son bastante disímiles por la restricción cambiaria, la existencia real de unidades, el alta en valor de usados por demoras en la entrega de unidades nuevas, falta de motores, etc. No obstante algunos parámetros siguen iguales. Las embarcaciones importadas siguen siendo más caras que las nacionales. Los semirrígidos de alta gama pueden equiparar o superar el precio de una buena lancha nacional. En usados las cosas se acomodan de acuerdo a todo tipo de presupuesto. Siempre en Argentina la compra de una embarcación será conveniente viendo el momento económico que se vive, pues casi nunca hay estabilidad. Este veranito de ventas fue producto del alza de la divisa dólar y de la posibilidad incierta de viajar, entonces la gente compró o cambió embarcaciones para disfrute local. En ese contexto, los precios se acomodan a esa realidad, que no es la real, sino la de esta coyuntura. De todas formas, todo lo planteado sirve para al menos definir que tipo de embarcación conviene.
Como último consejo, antes de elegir o cambiar de fibra a semirrígido o viceversa, pruebe lo que va a comprar, o navegue en uno similar de un amigo. Debe convencerse pues son estilos diferentes en todo sentido.
Después de todo, será su próximo aliado a la hora de navegar…
Por: Gustavo Revel