EDICIÓN IMPRESA – Construcción de Embarcaciones Deportivas en Argentina ¿Qué, quienes, cuándo y dónde?
Con frecuencia solemos escuchar “los números son los dueños del mundo”. Mentira y verdad a medias, las estadísticas pueden reflejar algunos parámetros interesantes para entender la trazabilidad de los hechos en períodos de tiempo. Hoy analizaremos los números de nuestra industria náutica recreativa a lo largo y ancho de la tierra de Nunca Jamás.
Estadística/co: “Rama de la matemática que utiliza grandes conjuntos de datos numéricos para obtener interferencias basadas en el cálculo de probabilidades”. Me quedo con esa definición de la Real Academia.
He dicho ya en algún texto una definición que escuche por allí… “las estadísticas pueden reflejar absolutamente todo, menos la verdad”; teoría bastante dura pero, cierto es que los datos que revela cualquier tipo de estadística pueden tener varias interpretaciones, de acuerdo a posición, interés, objetividad o apreciación del analista.
De cualquier manera, las estadísticas son herramientas imprescindibles para nuestra vida, pues de ellas pueden obtenerse datos relevantes para interpretar todo tipo de acciones a tomar, para fijar proyectos y posicionamientos, para comparar, entender errores cometidos y/o modificar tendencias o metas. Son, en cualquiera de sus variables, un punto de partida, retroceso o inflexión.
Nuestra idiosincrasia en general no es demasiado amiga de las estadísticas. Ni siquiera analizaré el porqué pues no merece la pena, somos así. Pero en otras latitudes las estadísticas son esenciales, públicas y motivo de análisis y mejora constante.
Nuestra Cámara de Constructores de Embarcaciones Livianas (Cacel), lleva adelante y en forma anual una estadística de embarcaciones matriculadas, basadas en información que Prefectura Naval Argentina le entrega cada año en un formato diferente. Luego de un laborioso ordenamiento, podemos obtener datos bastantes certeros de qué es lo que se matricula anualmente en todo el país, provincia por provincia, de acuerdo a diferentes tipos de embarcaciones. La realidad es que si bien es una muy buena herramienta para entender el comportamiento y la realidad de la náutica, esta información involucra embarcaciones importadas que, aun en menor cantidad que lo que se construye aquí, distorsiona en parte el resultado. Tampoco se encuentran las embarcaciones en stock, en construcción, las demoradas en tramitación burocrática para matricular y por supuesto, el delay de tiempo en que se dan a conocer. Aquí hablamos del último año de registro: 2018 (¡otro mundo!). Pero no importa, no claudiquemos, es lo que hay.
Venga la data…
No soy amigo de desdoblar las notas pero la cantidad y calidad de datos merece la pena. En esta entrega, vamos al número duro, al número fuerte del total, y en la próxima, desmenuzaremos los datos. Mis disculpas pero sé que valdrá la pena.
Las estadísticas nacionales datan oficialmente desde 1980, 40 años hacia atrás. Nuestra industria náutica, al igual que todas, está fuertemente ligada a la economía en cada período de tiempo. Año 1980, industrias a pleno pero ya había comenzado un período de inestabilidad económica (y social, sin entrar en detalle). Paradójicamente, el número de matriculaciones en ese año, totales, fue de 8558 embarcaciones (lanchas, botes a motor, veleros, cruceros (no había motos de agua ni semirrígidos).
Dicho número era muy preciso, teníamos una población de 25 millones de habitantes, (¿recuerdan la canción del mundial 78? 25 millones de argentinos, jugaremos el mundial…), es decir, un 0.034% de la población compró en ese año una embarcación.
Recuerdo perfectamente ese tiempo: era una constante ver botes a motor para pesca, de hasta 4.30 metros con fuera de borda de 25 ó 35 hp, motores ¡nacionales! e importados. Amigos, familiares o compañeros de trabajo accedían a la compra en sociedad de embarcaciones simples, en PRFV, o gomones, en pleno apogeo, para ir a pescar en el río o mar, practicar esquí acuático, recorrer tímidamente los lagos del sur y por supuesto, cubrir la demanda de todo el litoral argentino, la zona fuerte de la náutica argentina, vigente a la fecha. La vela era un mercado muy importante y había un número pequeño de yates a motor, incluso en madera, pero en firme tendencia alcista. Las lancha dominaban el mercado y las regatas a vela y motor eran una constante todos los fines de semana.
Otro dato adicional que revela la estadística es que el promedio de esloras matriculada en 1980 era un 81% menores a 5 metros, y el 19% restante se dividía en esloras de 5 metros en adelante hasta más de 14 metros, y más. El poder adquisitivo no era bajo pero la necesidad o la oferta que el público consumía en su mayoría eran lanchas y botes a motor de baja eslora.
Hasta inicios de los 90 (1991 con exactitud), la matriculación decayó hasta las 1275 embarcaciones, producto de una nueva crisis económica de hiper inflación que algunos canosos o calvos como yo recordamos con bastante dolor. A partir de allí y con una economía dolarizada (remember 1 peso = 1 dólar), las proyecciones comenzaron a subir (unas 4528 embarcaciones en 1998) en hasta que en 2001 cayó otro bombazo económico sobre Nunca Jamás y otra vez bajamos al piso, con 1694 unidades matriculadas.
2011 fue el año de máxima matriculación histórica: 9370 unidades en todo concepto: record pero… hablemos de estadísticas: Censo de 2010: 40 millones de argentinos; 0.00023% de la población accedía a una embarcación recreativa. Menos comparadores, pero hay un dato por demás importante: si bien la cantidad de embarcaciones matriculadas decreció, la demanda del público creció en eslora y potencia. Aquel 81% de esloras menores a 5 metros se redujo a 59%, creciendo otros segmentos de acuerdo a este esquema:
Las tendencias fueron cambiando, el público compró más eslora y potencia, y así siguió sucediendo hasta 2018.
PRIMER BALANCE
Como podemos ver somos un mercado muy pequeño, en términos genéricos, pero existe una fuerte cultura náutica y una impronta marcada a fuego sobre la construcción de embarcaciones. Argentina posee el gran problema del factor de escala: gran país, pocos habitantes, miles de km de ríos, lagos, mar diques y canales: poco infraestructura a lo largo y ancho del país para actividades náuticas e imposibilidad de crecer; no existe la hipoteca naval; imposibilidad de exportar barcos propios, no por calidad sino por los eternos vaivenes de la economía, que no permite expandirse y tomar trabajos del exterior que, créanlo señores, son muy solicitados.
Este primer análisis estadístico revela muchas aristas más, no detalladas: el mercado de construcción de veleros decreció en forma alarmante; los cruceros sumaron metros y hp, incluso con exportaciones puntuales. Pero el mayor logro fue el de todos los astilleros, que se mantuvieron firmes ante todas las tormentas que pasamos desde 1969 en que se fundó Cacel hasta hoy, los astilleros vienen reinventándose año tras año detrás de una economía ciertamente siniestra.
Los primeros números que vimos en esta entrega parecen poco; pero créanme: es una historia de trabajo sin fin, que sigue sin detenerse, buscando sin cesar un pequeño oasis para poder trabajar en paz, con proyección y profesionalismo.
TEXTO: GUSTAVO REVEL
FUENTE: CACEL