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Autonáutica NyC

Continuamos con esta sección que nos presenta, familia por familia, a quienes son los integrantes de nuestra comunidad náutica. Historias de vida que tienen siempre el mismo denominador común: esfuerzo, trabajo y la misma pasión por la náutica, en cualquiera de sus formatos. Alberto Cancelar y su hija María Sol nos cuentan sus inicios y proyectos; conozcamos la historia de quien ha dejado marcado su ADN en el mundo del motor.

Texto y fotos: Gustavo Revel

Sin equivocarme, Alberto Cancelar, “Chucho” para todos aquellos que nos llamamos amigos, ha dejado una impronta en la náutica, específicamente en el rubro que me apasiona: los semirrígidos. Su participación en regatas a motor en diferentes categorías -incluso en el off shore-, le permitió abocarse a reparar, diseñar y construir semirrígidos a motor; una nutrida trayectoria en la que brindó un incalculable apoyo a la motonáutica, sea en el rescate de las regatas de off-shore, (campeonatos  sudamericanos y mundiales de los años 90), travesías increíbles, como así también en una categoría propia, la monomarca NyC 550cm3 que, durante años fue la más nutrida y espectacular que el parque motonáutico argentino supo tener. Por supuesto, Alberto contaba con un socio que su nombre aún hoy es garante de aquellos momentos mágicos de la náutica, Roberto Nardini, “el Loco”, quien ha sido también parte artífice de esta historia, que Alberto recuerda y nombra a lo largo de toda la entrevista. Nuevamente este espacio de la revista me ofrece el placer de entrevistar a un gran amigo, de cuyo trabajo, esfuerzo y generosidad soy testigo; donde compartimos deportivamente más de una década, y disfrutamos de un grupo de amigos apasionados por las regatas, en los lugares más recónditos del país. Hoy, con más años en el haber, hablamos del pasado, de sus inicios, y del apoyo incondicional de Sol, su hija quien es el puntal que ayuda a seguir manteniendo el sueño vivo, el de seguir adelante, sea cual fuere el temporal a enfrentar. 

Éste es el resumen de más de cuatro horas de charla franca, recordando infinidad de momentos, hechos, historia y amigos, mucho de los cuales fui privilegiado en compartir.

Barcos: Alberto, repasemos como fueron tus inicios en la náutica; ¿venías de familia relacionada con el medio?

Alberto Cancelar: No, en absoluto. Empecé a los 17 años viniendo con un amigo al río; él tenía un casco Codinet (Pagliettini) con un 40 hp, y fue quien me introdujo en la náutica; conocí el Yacht Club, la guardería Poseidón, que recién abría… fue por el año 75 ó 76; después me tocó el servicio militar. Cuando volví del servicio militar, ya no quería trabajar más en la fábrica donde estaba; yo era vendedor de rodamientos y viajaba por todo el país. De ese trabajo quedó un amigo que vos conoces, Jorge Frejeiro. Yo quería cambiar porque viajaba por todo el país y no paraba nunca. Iba a Salta, Mendoza, Misiones, con un Citroen 3CV furgoneta. Paraba en cualquier lugar y dormía en la camioneta misma. Así fue como cambié de trabajo y me fui a realizar mis primeras armas con Oscar Guembe, como vendedor de embarcaciones. El trabajo me lo recomendó Gerardo González, otro conocido en común. 

Barcos: ¿Guembe tenía el local de ventas en Tigre?

A.C: Sí, en Liniers al 100 y el astillero en Liniers al 2500. Ahí conocí a Nardini, quien después iba a ser mi socio. Roberto (el Loco) era el chofer del astillero, llevaba las embarcaciones a todos los lugares que le asignaban entre otras tareas. Yo quedé de vendedor en esa esquina, hasta que se abrió Náutica Barbot integrada por Germán, Fernando y Fernandito Barbot. Allí empecé a operar con más volumen de ventas. La náutica estaba en Libertador, a media cuadra de la quinta de Olivos.

Barcos: ¿Recordás que vendían por esos tiempos?

A.C: Vendíamos lanchas Aquamarine y botes Ferramar, primeras marcas de esos años… era una época increíble, se hacían compras de a cien embarcaciones a los astilleros… era por el año 79, 80. Se había abierto la importación y entraban motores fuera de borda sin asignación de embarcación, vendíamos los motores en caja, apenas bajaban del camión (no existían los containers); la gente los cargaba y se los llevaba. Representábamos a motores Johnson, en una época de recambio de motores, ya que Pagliettini vendía Mercury sólo con sus cascos. En ese momento el importador de Johnson era Casa Stewart y nosotros teníamos esa exclusividad. Teníamos las mejores marcas del momento y el mercado estaba en su esplendor. Trabajaba hasta los domingos. Así fue que me relacioné con todos los amigos comunes que tenemos. 

Barcos: Entonces te involucraste rápidamente a las regatas, ya que Germán, por esos años, corría en forma profesional….

A.C: Sí, es así, empecé a correr con chiquito Kremer, en carreras de Turismo a Carmelo. Son recuerdos imborrables. Pero bueno, en un momento Naútica Barbot se disuelve y me voy a trabajar con Fernandito Barbot a Capital, a su local en la calle Paraguay; estuve unos meses vendiendo algo, pero estaba un poco en el aire. Un día me junté con Roberto Nardini, que ya lo conocía de las carreras y de la época de Guembe. 

En ese momento Nardini trabajaba en Tarrab; su padre tenía un local en San Fernando, en Perón 2181, que le alquilaba a Marina Piccola. Esta firma se desintegra, y el “Loco” ya era mecánico, trabajando para distintas náuticas y astilleros. En una de esas charlas típicas nuestras, Roberto me propone hacer algo juntos, y me animé; era agosto de 1982. Allí empezó Autonáutica NyC (Nardini y Cancelar).

Barcos: A esta altura ¿cómo se involucran siempre ligados a los gomones y luego a los semirrígidos?…

A.C: Roberto atendía la parte de competición de Ferramar; en esa época corría Alejandra y Carlos Marciale. Eran botes de goma, los Halcones. Entonces en el local que teníamos, Roberto se abocó a la mecánica y yo a la reparación de botes neumáticos, que en ese momento estaban en su apogeo. En verdad, en esos años acumulamos experiencias increíbles, trabajando y divirtiéndonos en las regatas.

Barcos: Imposible no preguntarte por las regatas…

A.C: Sí, lo sé, vos también estabas por esas épocas… yo empecé corriendo en catamaranes, en la clase OE (1979), junto a Jorge Lau, el gallego Vázquez, José Bordas, Salvador Trotta, Ricardo Widembach… después corrí también con bote de goma, con 35 hp; también hicimos dos veces la bajada de Cataratas a Buenos Aires en bote de goma, en esos años aún no estaba la represa Yaciretá; realizamos la bajada del río del lago Viedma, navegando el río Leona, donde hoy están haciendo las represas, desembocando al lago Argentino (Calafate) y luego seguíamos por el río Santa Cruz de nuevo hasta el puerto de Santa Cruz, más de 1000 km con ríos de montaña, con muchísimas piedras… una odisea para aquellos días, navegando de la cordillera al Atlántico. Recordá el conflicto limítrofe con Chile con Laguna del Desierto. Fui dos veces a hacer esa bajada, me pasó de todo… era en 1984 u 85 aproximadamente… recuerdo que conocí un paraje donde no había gente, sólo un guardaparque. Era la nada misma en un lugar soñado… el Chaltén… fue una gran movida para hacer presencia en nuestro territorio.

Barcos: Podemos hablar todo el día de esto… ahora bien, ¿cómo se involucraba la parte de trabajo con la parte deportiva?

A.C: Era todo un mismo rollo. Era difícil trabajar cuando competís, todo se mezcla. Ferramar nos pasó las garantías de los botes que fabricaban, era el mayor ingreso que teníamos junto a algunas reparaciones de motores. Pero las carreras eran cada 15 días, además de las travesías, entonces el taller estaba siempre lleno de botes de carrera… y vos sabes bien que las regatas no dejan dinero, al contrario. Desde el miércoles al domingo, que era el día de regata, el taller estaba a full para el mantenimiento o reparación de todos los botes. Siempre fue igual… lleno de amigos… era nuestra forma de vivir la náutica. Nos contactábamos con la gente de planta de Ferramar y allí nos capacitábamos para hacer las reparaciones. También hacíamos reparaciones de otras marcas, recordá que estaba Callegari por ejemplo, realizamos algunos trabajos de balsas salvavidas, que era quien nos vendía la tela de Hypalón. 

Barcos: ¿Cuándo empezaron 

a fabricar los semirrígidos NyC?

A.C: En 1987 hicimos las primeras transformaciones… eran los botes de goma a los que les acondicionábamos un fondo en PRFV, eran botes de regata y poco a poco hacíamos transformaciones de gomones comunes, por ejemplo, a los modelos Zodiac. En 1991 hicimos el astillero y allí empezamos a fabricar nuestros propios modelos. Fuimos precursores en las transformaciones. Fue en el Salón Náutico que se hizo en Albardón, donde presentamos nuestros primeros botes. Cuánto trabajo… ahora que lo pienso…

Barcos: ¿Qué es lo que te deja este recuerdo de toda tu trayectoria hasta ahora?

A.C: Las experiencias vividas. Pasamos de ser un pequeño taller naval a un pequeño astillero, trabajamos mucho con las ideas de Roberto y las que aportaba yo. La motonáutica nos ayudó a encontrar nuestro nicho de mercado, y logramos imponer nuestra marca, botes que hoy están dispersos en todo el país. Y la gran cantidad de buenos amigos  que conseguimos en todos estos años. 

Barcos: ¿Cómo empieza vincularse Sol al astillero?

A.C: Fue un poco cuando disolvemos la sociedad en 2007. Entonces Sol se viene trabajar conmigo, porque entendí que debía delegar la administración para abocarme de lleno a la producción.

SOL CANCELAR: Recuerdo perfectamente todo lo que cuenta papá, y te recuerdo a vos también… eras parte del equipo. En 2007 empecé a trabajar aquí, en el astillero, y me fue bastante difícil al empezar; el trabajo era intenso y divertido, pero había que realizar la transición de la sociedad; hubo que reorganizar muchas cosas y con ayuda pude armar el nuevo sistema, acorde a lo que papá necesitaba y lo que yo podía aportar.

A.C: No fue fácil, pero Sol pudo con todo, y yo me esforcé en los productos… 

S.C: Mamá también vino un tiempo para ayudarnos. Yo era chica y tenía que adaptarme primero a la estructura creada y entender el proceso de la construcción, los proveedores, el personal… al tiempo comencé con mis aporte de ideas y poco a poco –papá es bastante convencional con respecto a los cambios- pude adecuar todo más o menos a lo que tenía en mente. Debo admitir que papá fue bastante abierto y supo aceptar mis ideas, eso fue importante: confió en mí.

Barcos: ¿Disfrutas lo que haces?

S.C: Me encanta. Costó adaptarme porque a pesar de haber tenido mujeres trabajando en planta, es un rubro que se mueve entre hombres. Lo noto en las ventas, no aceptan que una mujer les explique o trate de venderle un bote o cotizar una reparación. Muchas veces llamo a papá para que cierre la operación porque noto ese temor o incomodidad, pero bueno, es anecdótico.

A.C: Sol trabaja bien, y tiene buen trato con el cliente, es muy pragmática y en general ella toma las decisiones. 

S.C: No puedo comparar los años de experiencia comercial de papá con los míos, pero sostengo que el cierre de la operación es mejor entre hombres, pues es un producto más utilizado entre los hombres.

Barcos: Proyectos.

A.C: Muchos, pero en este momento, de la eterna coyuntura, los tenemos medio freezados. Estamos trabajando en desarrollo de cabinas para nuestros modelos, además de uno de trabajo. Me gustaría cambiar algunos modelos… nuestros botes navegan muy bien y para mí eso es fundamental. Los botes que fabricamos tienen que gustarme en todo concepto y soy bastante reacio al cambio sencillo. Estamos trabajando en varios temas, a paso lento.

Barcos: ¿Hay un cambio de moda en el tema semirrígidos? O los potenciales clientes migraron a los cascos de PRFV…

A.C: Trabajamos mucho en eso. Tal vez no es el boom de los semirrígidos como lo fue en los 90, pero hay consumo. En el mundo los semirrígidos siguen vigentes y cada vez más grandes. Estoy muy informado, pero aquí el mercado es muy chico. Quien compra importado, sea cual fuera el valor, no consume lo nacional, es bastante acotado pero existe esa franja de mercado. Si la economía se mantuviera estable y sin inflación, la gente compraría más equipos nuevos, nacionales. El semirrígido llegó para quedarse, está instalado. Y tiene mucho desarrollo por delante aún. La gente espera eso.

Barcos: ¿Cómo se distribuye el mercado del semirrígido en el país?

S.C: El público de Buenos Aires, Rosario, Paraná y Santa Fe son los principales clientes. El resto de la Mesopotamia no gusta de este tipo de botes. En el sur vendimos embarcaciones  en  los  lagos y en el  Atlántico. El PVC hoy es aceptado sin restricciones. Botes importados de primeras marcas lo demuestran. Trabajamos con las mismas telas de procedencia alemana, Bélgica y de Francia, entre otros países. El precio del PVC es cinco veces más barato que el Hypalon-Neoprene y es extremadamente confiable. 

A.C: Nuestros modelos, por ejemplo, no salpican. La gente los elije por eso, por una navegación rápida, buena terminación… hay cosas que reivindico y otras que estoy trabajando en ello. 

Barcos: Finalizamos aquí, aunque podemos seguir todo el día… muchos recuerdos de historias, momentos y gente común.

A.C: Sí; tengo que hacer un agradecimiento especial a Marta, mi esposa que siempre estuvo a mi lado, con apoyo incondicional, y a mucha gente que me ayudó en forma directa e indirecta a mejorar el astillero y los productos. Ya van  40 años de náutica, es mi vida, y espero seguir en ella hasta que Dios me lo permita. Gracias Gustavo por este buen recuerdo.

barcos@barcosmagazine.com

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