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Alejandro «Mono» Damilano, ¡navega al más allá!

El domingo pasado, exactamente el 13, sus hijos Lola y Pato y sus nietos Lola y Michay, rodeados del amor de tanta gente en una lindísima ceremonia de despedida, llevaron las cenizas del Mono a su lugar en el mundo, el agua. Las palabras del Mono Calvo fueron el fiel reflejo de lo que este ser nos dejó a cada uno de nosotros.

Ale, ¿nos copiás?

Aquí estamos, con Lola y Pato a bordo del Malay en medio del río, rodeados de barcos, con este puñado de seres afortunados que tuvo el honor de conocerte. Le llamamos despedida a este acto. Pero en verdad sabemos que es un hasta siempre.

Nos acostumbramos a tus partidas, a tus zarpadas sin fecha de regreso. Mientras, te imaginábamos lejos, solo o acompañado, y te evocábamos en charlas, mirando el horizonte o merodeando la costa. Te esperábamos, sin darnos cuenta te esperábamos. Queríamos saber de vos. Que nos trajeras noticias del mundo exterior. Y en algún momento volvías. Aparecías en tierra firme de cuerpo entero vistiendo algún nuevo atuendo. Y nos poníamos al día en charlas regadas de mate, vino o paella.

Es rara tu partida esta vez, Ale. Vamos por las calles del bajo y a cada rato nos parece ver la Rambler, el Falcon o el Fairlane asomando por una esquina con tu gorra y tu barba al volante, con el asiento de atrás repleto de cables, velas y cabos…

De pronto despertamos y nos quedamos mirando tu ausencia: los peatones, los autos, la panadería… el mundo que sigue en sus asuntos como siempre. Como si no advirtiera que falta tu magia. “Mirá a dónde te traje”, decías en broma pero con orgullo después de amarrar en algún puerto remoto. Mirá a donde nos trajiste, Mono… Nos sentimos queridos por vos. A pesar de tus gruñidos, de tu exigencia, de tu aparente dureza.

Una noche, amarrando el Mago del sur al muelle del Náutico, despotricabas por el modo en que hacíamos la maniobra, corregías cada movimiento nuestro con bronca. Susana irritada, pero en secreto, me dice: “es increíble, a bordo con el Mono, te sale todo mal”- Nos querés, Mono. Nos enseñas, nos puteas… y nosotros aprendimos y te queremos.
Siembra misterio en el interior del hombre el horizonte. Quizá por eso tu figura nos cautiva. Dibujaste una derrota única, irrepetible. Sin dios, sin rol, con el carnet vencido, a puro juego y coraje con tu corredera de arrastre. Pareo brasileño, sandalias alemanas, mate argentino, cuerpo vikingo y apellido italiano. Universal de barrio con costa que en patas repletas de cayos timonea el mundo. Tu carcajada alegre, tu buen humor, tu rebeldía, tu desprecio por la comodidad burguesa, por lo convencional, por la electrónica. Tu sencillez, tu gesto con la mano indicando el rumbo, tu seriedad en el temporal, su silencio, tu espera, tu lectura.

Es una época extraña, Ale: El Tigre Sailing se entrega al tiempo luego de haber dado su mejor fruto. Pero repito: aquí estamos este puñado de seres afortunados que tuvimos el honor de abrazarte y de ser abrazados por vos. Sos parte de nuestras vidas. Mono, echamos tus cenizas al río, al agua marrón que corrió por tus venas. Al agua cálida en donde te espera Charly. Al agua que los lleva al mar y los une a Einion Jones, para que juntos naveguen ese otro mar que todavía no conocemos.
Hasta siempre, Mono.
Cambio y fuera.

Alejandro Mono Calvo

barcos@barcosmagazine.com

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