Somos Olivia (29), Alvaro (32) y Perica (3), una pareja de argentinos y su border collie que el 23 de marzo de 2017 nos decidimos a embarcar en nuestra motorhome VW Westfalia, empezando una aventura por el Pacifico Americano, desde Bs As hasta California.
El 11 de marzo de ese año nos casamos y, después de unos cuantos años de buscar el momento para partir, decidimos hacerlo como Luna de Miel. Hoy llevamos un año y más de tres meses, más de 15.000 km y 7 países recorridos. Pensamos continuar unos 8/10 meses más para poder llegar a EEUU.
Éste no era el plan inicial, el viaje nos fue mostrando sus tiempos y nosotros adaptándonos a él. Hacia 7 años que veníamos pensando en poder empezar una aventura como ésta. Creemos que pudimos hacerlo porque nunca dejamos de pensar en ello.
Una vez que la decisión fue tomada, quisimos darle un propósito que nos guste hacer y compartir a los dos. Fue cuando terminamos pensando en el deporte que veníamos practicando y viajando juntos: el kitesurf. Esto facilitó nuestro rumbo y ruta del viaje, recorrer las que bordean el Pacífico Americano.
Con Oli practicamos kitesurf hace más de 6 años y esto fue el disparador que le dio una marca especial a la aventura, viajar con un deporte y viviéndolo en distintos lugares que encontramos en el camino.
Desde que salimos de Bs As los destinos para practicarlo fueron: Embalse Puclaro,
Pichidangui y Arica, en Chile; Paracas, Lobitos, Cabo Blanquillo, Organos y Mancora, en Perú; Santa Marianita, Ecuador; Lago Calima, Puerto Colombia, Cartagena y Cabo de la Vela, en Colombia; Punta Chame, Panamá
Una de las formas de sustentarnos el viaje es dar clases de kitesurf.
Como primera advertencia, hay que saber manejar el localismo en distintos lugares ya que por más que consigas alumnos, las escuelas se ponen un poco celosas y podes pasar un mal rato. En Máncora estaba dando clases a un amigo alemán, y a los 45 minutos de haber empezado la clase se me acercó un instructor a decirme que no se podía hacer lo que estaba haciendo. Tuve que cortar la clase y evitar problemas 🙂
Esto cambió un poco la forma de ir trabajando en el viaje. Si estamos en lugares donde hay escuelas ya instaladas, nos sumamos al equipo de la escuela y si no es asi, damos clases por nuestra cuenta.
Es importante saber que el kitesurf es un deporte de riesgo y el método de enseñanza debe ser cumplido paso a paso para evitar cualquier situación incómoda.
Generalmente los cursos de iniciación se dan en 8/10 horas, pero cada persona tiene sus tiempos y lo importante es que se aprenda de una manera segura, conociendo los métodos de eyección y auto-rescate. Los accidentes son momentos que pasan en un segundo, impredecibles y difíciles de reaccionar, por eso hay que practicar en el de iniciación y cuando uno tiene un equipo distinto al que usa generalmente, saber cómo funciona y preguntar.
Lo que más nos gusta de este deporte es el contacto con el agua, la posibilidad de recorrer lugares desde el agua, compartirlo con amigos y gente que vamos conociendo.
El kitesurf es un deporte que sigue creciendo. Creo que las ventajas que tiene es la portabilidad, la amplia ventana de edades que abarca, no es un deporte tan físico como parece y hoy hay posibilidades de navegar con muy poco viento, teniendo en cuenta los foils (tablas con mástil y quillas que van sobre el agua generando muy poca inercia).
Durante el viaje tuve una alumna de 10 años y un señor de 69 años. La amplitud de edades es enorme. Esto significa también que, aunque sea un deporte nuevo, llegó para quedarse y puede ser compartido en familia.
Cada ambiente/lugar se comporta de diferente forma. Es importanto conocerlo, saber si la velocidad o la dirección del viento cambia en cierto horario, cuáles son los lugares donde se puede llegar si nos pasa algo, si hay corrientes, etc.
En nuestro viaje y en nuestra vida pre-viaje, el deporte siempre fue un cable a tierra en donde, aparte de compartirlo, nos cambiaba la semana.
¡Hoy podemos decir que nos cambia el día!