LA PERSONA DETRÁS DEL PERSONAJE
Visitar el Bajo de San Isidro y no conocer a Francisco «Pancho» Cirio es perder parte de la historia del lugar. Instructor de kitesurf desde hace ya casi 20 años, lleva adelante su escuela con la onda que lo caracteriza. Pancho es paz, tranquilidad y confiabilidad y su temperamento influye notablemente en el resultado que obtiene cada uno de sus alumnos, ya que su aplomo y buen trato lo hacen único en su estilo.
Estuvimos en @kitepancho y nos contó cómo encara la enseñanza y práctica de este deporte apasionante.
Barcos: ¿Cómo empezaste en el ambiente del río?
Pancho Cirio: Empecé a navegar, haciendo windsurf en el año ’95, cuando tenía 15 años. Mi viejo ya navegaba y me llamaba la atención hasta que un tío me regaló una tabla vieja que fuimos a buscar con un amigo. Fue así que empezamos los dos a navegar, le agarramos la mano y al poco tiempo, cuando lo hacía bien y me sentía totalmente capacitado ya estaba dando clases en Perú Beach. Lo hice durante nueve años, los primeros siempre windsurf y después arrancamos con kitesurf.
Barcos: Tuviste también experiencia internacional, según recuerdo de comentarios…
PC: Yo era muy amigo de Lucas Palmer, trabajábamos juntos y él decidió ir a Tarifa a practicar kite. Me entusiasmó y fui a hacer algunas temporadas allá, también pero lo mío era acá, en el río, se fue dando así por distintas circunstancias como hijos, familia, etc. Así que decidí volver. También estuve trabajando en Cumbuco, lugar ideal donde existen las mejores condiciones y, obviamente varias temporadas en Punta del Este.
B: ¿Adónde está ubicada tu escuela?
PC: La escuela, @kitepancho está ubicada en el Bajo de Acassuso, sobre Elcano. Tenemos la ventaja de la salida directa al Río de la Plata. En la oficina guardo todos los elementos necesarios para los alumnos, desde neoprenes, tablas, arneses y velas.
B: ¿Cómo son las clases, grupales o particulares? ¿Enseñas chicos o sólo adultos?
PC: Las clases son a elección. Hay quienes las prefieren grupales y otros las prefieren particulares. Generalmente son individuales. Sí, enseño chicos y adultos. Además tenemos la opción de cursos intensivos que se dictan en Punta Rasa. Nos vamos un fin de semana, nos quedamos en cabañas u hoteles y es muy efectivo ya que el viento está garantizado y al disponer de más tiempo se aprende mucho. Muchas veces, lo que se tarda en Buenos Aires en un mes o dos meses de clase se logra en esos dos días dedicados a full. En este caso vamos más instructores, se calcula uno por cada dos personas.
B: Contanos cómo es trabajar con chicos
PC: A partir de los 8 años es una buena edad para empezar. Justamente mi hija Anita, que cumple 12 este mes me pidió empezar a navegar. Hay que acompañarlos mucho. Un tema que para mi es fundamental y en el que hago mucho hincapié en adultos pero sobre todo en los chicos, es la seguridad. Y eso empieza en tierra con varios elementos como armado y teoría. Pero realmente, para que no tengan que retener tanta información de golpe, lo que realmente sirve es la práctica y cada chico evoluciona a distinto tiempo y eso es lo que difiere de una clase a otra porque no todas las clases son iguales para todos. Primero viene el manejo de velas y recién cuando tienen un control casi absoluto, ahí se pasa a la tabla, respetando siempre los pasos y al lado del alumno. Esto aplica también para los adultos. Es un deporte que podes llevar a diferentes niveles, desde recreativo hasta competitivo.
B: Hablemos sobre el equipamiento, ¿qué se necesita?
PC: La tabla, la vela, neoprene para el río, arnés, chaleco salvavidas y casco. Disponemos de todo tipo de equipamiento para las clases. Existen varias disciplinas en el kitesurf y de acuerdo a ellas hay diferentes tablas y velas, hay gente que le gusta navegar en agua plana, otros con olas, etc. En cuanto a tablas, la novedad son los foils, que te permiten navegar con muy poco viento, a partir de los 6 nudos, ideales para la zona pero que son un paso siguiente a saber navegar y tenes que tener mucho cuidado con el calado; también están las de surf, para olas, las que llevan botas, para salto y las convencionales. Existen los arneses de cintura y los de asiento, que facilitan el descanso para quienes eligen el paseo. Las velas también tienen diferentes medidas dependiendo del peso de cada uno (a mayor peso, mayor superficie vélica) y del viento existente. Se mide en m2 y van desde 5 hasta 14m2, promedio, un rango bastante amplio. No siempre se utiliza el mismo equipo en las clases, va a depender de las condiciones del momento. No nos olvidemos del casco que es sumamente importante. Justo acabo de incorporar el casco con intercomunicadores así podemos comunicarnos cuando algún alumno más experimentado se aleja un poco de la costa. También utilizamos un gomón, clave para el apoyo.
B: ¿Es cansador levantar la vela del agua?
PC: La vela de kite siempre flota y no se desinfla. Hay que tenerla controlada y, de acuerdo a lo que se aprendió llevarla utilizando las diferentes maniobras, tirando de las líneas que corresponda y se levanta sola. Si bien es un esfuerzo físico, al aplicar la técnica a medida que se va practicando ya deja de serlo. La prueba es que cada vez hay más mujeres que se están sumando al kitesurf.
B: ¿Existe una limitación para la navegación en kitesurf?
PC: Nosotros, con la escuela no nos alejamos de la costa, pero no hay una reglamentación al respecto que limite la zona de la práctica. Sí está regulado en la costa donde hay balnearios.
B: ¿Hay una época del año mejor que otra para la práctica de este deporte?
PC: La mejor es ahora, arrancamos en agosto, septiembre y seguimos hasta abril, mayo. Los otros meses los dedico a mi otra actividad que es el trabajo en madera, @wood_works_arg, haciendo muebles, decks, pérgolas… ¡Hasta hice una casa en Dique Luján!
B: Y por último, ¿cuáles son los cuidados que hay que tener con el mantenimiento del equipo?
PC: El equipamiento es clave guardarlo seco. Si se utilizó en el mar, hay que enjuagarlo siempre porque el salitre deteriora. Pero también necesita que no esté mojado.
Y nos vamos de este lugar tan particular, a orillas del río y entre clase y clase. ¡Gracias Pancho!