EDICIÓN IMPRESA – Warum Krieg – Why War – Почему война – Чому війна – Pourquoi la Guerre ¿Por qué la Guerra?
En 1931, la Comisión para la Literatura y las Artes de la Liga de las Naciones, encargó al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual que organizara un intercambio epistolar entre intelectuales representativos sobre temas de interés.
El Instituto eligió a Einstein y éste eligió a Freud. La correspondencia fue publicada en París, en francés, inglés y alemán, aunque su circulación fue prohibida en Alemania.
En su carta, Einstein pregunta a Freud si hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra. Con el avance de la ciencia moderna, esto ha pasado a ser un asunto de vida o muerte para la civilización, y todo intento de ponerle fin ha fracasado. Aquellos que deben abordar profesional y prácticamente el problema cada vez se percatan más de su impotencia. Así, Einstein proseguía en su carta diciendo que aunque el objetivo habitual de su pensamiento no era penetrar en los sentimientos humanos, pedía a Freud que iluminase acerca de la vida pulsional del hombre.
Einstein sugiere la creación de un cuerpo legislativo y judicial para dirimir conflictos entre naciones, aunque la dificultad radicaría en que ese tribunal sería una institución humana y, en la medida en que su poder para hacer cumplir sus veredictos fuera insuficiente, éstos serían desvirtuados por presiones extrajudiciales.
El escaso éxito de todos los honestos esfuerzos realizados deja al descubierto que hay en juego fuertes factores psicológicos, hambre de poder político hostil a las limitaciones de las soberanías, aspiraciones mercenarias y económicas. Grupos de individuos que ven en la fabricación y venta de armas una ocasión de mejorar sus intereses particulares.
¿Cómo es posible, se pregunta Einstein que una minoría someta a la mayoría a un estado de guerra que representa pérdidas y sufrimiento? La clase dominante tiene bajo su influencia la iglesia, las escuelas y la prensa, y esto permite organizar y gobernar las emociones de las masas y convertirlas en su instrumento.
Cómo puede ser que estos procedimientos logren despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo hasta sacrificarse, si no fuera por su apetito de odio y destrucción?
Y finalmente Einstein pregunta, ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre para ponerlo a salvo del odio?
Un mes después el profesor Freud responde, “Me ha ganado el rumbo de barlovento, pero de buena gana navegaré siguiendo su estela”, aludiendo a que Einstein había planteado un concepto psicoanalítico sustancial del asunto, la vida pulsional del hombre.
También nosotros abordaremos la carta de Freud en respuesta a Einstein en el próximo número de Barcos.