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LA NAUTICA QUE SE VIENE

¿Y ahora, quién podrá salvarnos?

En épocas de crisis, siempre hay que agudizar el ingenio. Pero para la náutica local, el ingenio ya no alcanza.  Pero a esta altura de los hechos y de nuestras vidas…  ¿puede algo cambiar? Pongamos las cartas sobre la mesa.

Estamos complicados

Sé que soy demasiado crítico.  Aprendí hace bastante que las críticas constructivas suman, pero que la mayoría de los mortales no están preparados para recibirlas, entenderlas u aceptarlas como superadoras. Básicamente, es nuestro mal: argentinismo puro.

Así las cosas, esta maldita pandemia ha cambiado el eje del mundo que conocemos. No entraré en un debate filosófico sobre ello, ya hay demasiadas opiniones de algo que ocurrió, nos damnificó a todos y sólo queda rescatar lo que quedará después de la tormenta.

Tomo una frase popular: “En este barco estamos todos”.  Destruyo el concepto con otra excelente oración: “Estamos en la misma tormenta, NO en el mismo barco”.

Por el mundo

Y aquí vamos. He realizado un seguimiento pormenorizado de cómo los diferentes países, los más afectados por el corona, ergo, las potencias náuticas, han tomado previsiones importantes para con la industria náutica deportiva, acorde planes de contingencia formulados  tiempos récord. La cantidad de desocupados y los resultados negativos que los astilleros de los grandes países están arrojando, luego de casi dos o tres meses de inactividad, son increíbles. Una sola muestra: la suspensión del Palm Beach International  Boat Show ( que se debió haber realizado del 25 al 28 de marzo pasado). La industria náutica es un elemento importante de la economía de Florida (USA), responsable de más de U$S 23.3 mil millones anuales en todo concepto.  El Salón Náutico Internacional de Palm Beach tiene un impacto económico total en todo el estado de $ 682.7 millones y respalda 4,394 empleos de tiempo completo. Cualquiera diría que 682 millones de dólares es poco… pero hablamos de sólo una exposición. Sumen el resto de la actividad en todas sus facetas…

Recordemos que por estos días, nuestro país no puede pagar un vencimiento de 500 millones de dólares. Estamos en un punto límite.

España ha desarrollado una sinergia especial con el mundillo náutico. Prohibición de navegar y fabricar, al igual que Italia y otros países europeos. Pero, existen formatos de apertura para quienes fabriquen barcos para exportar, por ejemplo.

Cada lugar del mundo fabrica su propia medicina: los gobiernos salen al rescate –por supuesto, no siempre en primera línea- pero la flexibilización de  créditos,  impuestos, dinero para sueldos en tasas moderadas o subsidiadas, protocolos de emergencia se han generado en tiempo récord. Aun así el paro de actividades fue absoluto. Pero todas las partes involucradas entienden que la náutica deportiva y comercial liviana es parte de la fuente laboral y económica de cada país. Hay espíritu de pertenencia. Hay respeto a la actividad y a la generación de ingresos –impuestos- a los gobiernos.

NO contamos con la misma suerte –en nada-  por esta parte del globo.

Teoría del sincericidio

Pero, ante todo,  seamos honestos:  nuestro factor de escala respecto de esas economías productivas es absolutamente invisible. Nuestro mercado es diminuto, nuestros astilleros son empresas familiares, y nuestra actividad agrupa poca gente, en forma directa e indirecta. En algunos casos, tenemos demasiada oferta para un público cada vez más restringido, en especial en estos tiempos de crisis económica, sumado a la pandemia.

Nuestro aporte a la industria nacional,  es poco en valor económico pero infinito en su valor innato de la cultura náutica, de su historia, de su afianzamiento y participación en el mantenimiento de una industria que se ocupa de un medio donde hacen falta embarcaciones para cumplir  con el gran patrimonio náutico que tenemos.

A veces pienso que Dios no nos bendijo con tanta agua, pues parece un castigo no poder tener control verdadero sobre los millones de kilómetros cuadrados de agua que tenemos, sobre los recursos, sobre su explotación y también sobre el sencillo hecho de disfrutar de ella.

Nuestros números anuales son pobres para una economía emergente.  Y digo números anuales en todo concepto: fabricación, mantenimiento, guarderías, importación, talleres, etc.

No contamos con estadísticas reales de nada. No contamos con líneas de crédito. Tenemos impuestos abusivos, siempre fue igual, porque “tener un barco es tener dinero”, expresión ramplona de gente que al decir “barco”  involucran en igual forma a un kayak, una lancha, un yate, un buque pesquero ó el Buquebus, da lo mismo.

Tampoco contamos con una Autoridad de Bandera (Prefectura) que se ocupa en forma eficiente sobre nuestro medio, aún con reuniones de trabajo, acercamientos, pedidos. ¿Motivos? infinitos, como siempre.  Incluso, su personal está afectado en gran parte a fuerza de seguridad. Esto es también parte de un problema de raíz, histórico.

Nuestra Cámara,  Cacel hace lo que puede, sin respuestas a veces por lo que antes he expresado: factor de escala, entre otras . En rigor de verdad, nadie tiene la receta de qué demonios hacer en estos momentos pero… quienes somos los protagonistas, vemos hoy con singular resignación como se va cayendo nuestro pequeño castillo de naipes, forjado en una sólida base pero que, lustros tras lustro, década tras década se cae en pedazos y volvemos a construir una y otra vez. No podemos proyectar siquiera dos años consecutivos de proyectos reales…

Entiéndase por castillo de naipes mi más fina ironía, pues a través de los años, nadie pudo construir un verdadero castillo de concreto. Y quien lo logro, se lo dinamitaron…

¿Y ahora qué?

Hay muchas palabras dando vueltas: reinventarse, ponerse a tono con las circunstancias, adaptación, reordenarse… volvamos a ser honestos: es empezar de nuevo otra vez.

Si tenemos que empezar de nuevo y queda aún en el fondo de la sentina una pizca de amor propio, de ganas de seguir, y de sentar no las bases sino elevar la estructura al menos un par de hiladas de ladrillos, hay que participar para lograr  cambios, pero participar de verdad, así como nuestros abuelos y padres conseguían el asfalto del barrio mediante las sociedades de fomento. Los municipios se tenían que movilizar con los reclamos de esas nobles instituciones. Había participación colectiva.

Esos cambios deben ser de raíz y como sabemos bien qué es lo que hay que cambiar… hay que exigirlo. Una, cien, mil millones de veces. “La perseverancia es la base de todas las acciones”. Podemos hacer propuestas, miles de variantes. De lo que sea.

¿Quieren hablar de impuestos? Hagámoslo en forma seria. Desde hace más de 40 años que el sector no tiene ningún tipo de ayuda, seria y perdurable en el tiempo.

¿Quieren hablar de insumos, de importación, de personal, de capacitación, de generación de empleo, de ventas, de créditos, de reglamentación , de registro,  de lo que sea… lo podemos hacer en nuestro factor de escala. Pero hay que ser, de una maldita vez, negociadores inteligentes, sin miedo, agresivos, que más nos puede pasar, si estamos con el agua hasta el motor….

Hoy por una cuestión de salubridad general (real) no podemos siquiera ver si nuestros barcos flotan. Son bienes registrables, que tributan exagerados impuestos, que tienen un valor de reventa y para muchos podría ser incluso su reserva económica. No se puede ni acercar a la marina, ni con turnos, ni con nada.

No podemos abrir nuestros talleres, pero si se pueden comprar materiales para no hacer nada, ni reparaciones, ni construcciones, ni cumplir con los contratos.

Estamos viendo cómo se desintegra nuestra industria. Los impuestos siguen llegando en hermosas y nuevas camionetas municipales. Y nosotros en casa, bien protegidos.

Tal vez dirán, la lndustria automotor está en la misma situación y son muchos más…. ¡Precisamente! Somos tan pocos que, ordenadamente, no impactaremos sobre la maldita curva. Y debemos salvar lo que queda, en especial, nuestra magra mano de obra calificada, que, en gran parte, debemos protegerla porque por su edad son personas de riesgo.

Para finalizar esta opinión,  que a veces se ha desdibujado porque son tantas las tribulaciones que nos persiguen desde siempre, recurro al elemento de consulta permanente que es leer on line que están haciendo en el mundo nuestros equivalentes, con y sin ayuda del estado. Este mes de Abril también se ha perdido, y muchos ya están con el agua en la borda.  A todos: o enderezamos las naves y partimos, o las quemamos. Pero este momento es una verdadera bisagra histórica.

Si no definimos enérgicamente posición estratégica, y fijamos el mismo rumbo desde cada barco, este temporal nos lleva a todos. Si alguno entendió la idea, prenda las luces y que se reporte a servicio.

Sino… no grite piediendo auxilio. Que Neptuno lo acomañe.

Texto: Gustavo Revel

barcos@barcosmagazine.com

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