Home / Clasicos  / UNICA FRANCISCA cuando el proyecto se hace realidad

UNICA FRANCISCA cuando el proyecto se hace realidad

La Única Francisca no fue mi primer barco, antes tuve un Phantom 19, un velero bastante más chico. Fue entonces cuando me di cuenta que me encantaba navegar, pero que lo que realmente quería era tener un barco para poder disfrutar del río en cualquier lado con las comodidades de una casa. Siempre tuve curiosidad por las chatas, porque me gusta la madera, me gusta lo restaurado/reciclado, y además me gustaba mucho verlas navegando… es decir, me gusta la onda de un barco grande que no desentona con el ambiente, el río, el delta. Como ya estaba seguro de lo que quería, vendí el velerito y me puse a buscar chatas;  vi miles por Santa Fe, Entre Ríos, por acá… pero, por el presupuesto que manejaba vi barcos realmente muy deteriorados. Estuve cerca de comprar una en Santa Fe, pero como el dueño no aceptó mi oferta con la condición de levantar para hacer ver el fondo, no prosperó. Y fue así que por otros motivos desistí de la búsqueda. Un año después recibí un llamado de una desconocida que decía haber recibido un mensaje mío a través de una página de internet consultando por una chata… me agarró tan de sorpresa, no tenía idea de qué me hablaba, no me acordaba ya de ese proyecto. Pero, por supuesto que le dije “ah sí, yo estaba buscando un barco… la verdad es que ya no, pero de todas maneras mandame un mail con fotos y alguna descripción como para ver de qué se trata”. Y fue así que ahí nomas se me volvió a despertar el bicho de mi proyecto… Cuando abrí ese mail me encontré con una chata en ruinas, abandonada 100% por su dueño quien había comenzado la transformación de barco de carga a barco de placer, pero a raíz de una  enfermedad tuvo que desistir y su hija, quien me contactó, no tenía ningún interés en el barco y quería venderlo. Son esas cosas que quedan abandonadas para siempre. Pero igual puse rumbo a Zárate y la fui a ver dos veces, la primera me la mostró ahí nomas en la amarra un marinero que apenas la cuidaba, saqué fotos y me volví a hacer el arduo trabajo de calcular cuánto costaría aproximadamente la restauración: hablé con carpinteros, mecánicos, dueños de chatas que ya habían restaurado, me empecé a meter en ese mundo, hice mis cuentas y volví a Zárate, esta vez a hablar con la hija del dueño y ya más intenciones. Salimos a navegar un poquito, apenas 15 minutos. ¡No iba a comprar semejante barco sin, aunque sea, dar una vuelta! Y bueno, teniendo en cuenta todo lo averiguado hice una oferta que, entre idas y vueltas terminó cerrando. Finalmente, el 8 de julio de 2015 firmamos la escritura y el 9, a las 6am ya estaba con mi hermano, mi papá (experimentado asesor y consultor de cualquier tema barco) 80 litros de gasoil, mucho abrigo, sandwiches, mate y mucho entusiasmo en Zárate preparando todo para zarpar hacia San Isidro. No lo pudimos elegir, pero nos tocó un día horrible, gris, lluvia y frío, típico de esa época, pero no había muchas opciones. Todo tranquilo emprendimos viaje por el Paraná, con un GPS  prestado y el celular… fuimos adivinando el camino, que no era difícil, pero sí desconocido y sobre todo, no confiaba en que el motor o algo del barco fuese a fallar, ni el marinero, ni la hija del dueño sabían con certeza cuánto consumía, cómo estaban las baterías, en fin si estaba apto para esa travesía… y mucho menos nosotros. Ya navegando más de mitad de camino vimos que estaba haciendo agua, pero mucha agua. Tenía dos bombas que fueron a full hasta que, sin saber porqué dejaron de funcionar… Era muy preocupante la entrada de agua y que las bombas no funcionaran, más aún. Entonces meta balde y balde fuimos sacando el agua con mi hermano las últimas 2 horas del viaje. Al llegar al club no logré comunicarme por VHF para saber cuál era la amarra que me habían asignado, por teléfono tampoco, (feriado 9 de julio). El barco avanzaba en la entrada al puerto lento pero firme y, en el momento que intento sacar el cambio para frenar, ¡veo que no funciona el morse y que sólo va para adelante!… razón por la cual no tuve opción que apagar de urgencia el motor y pedirle a un amigo que nos escoltaba en la llegada con su lancha para ¡¡¡que frenase la estropada!!! Finalmente nos comunicamos y nos dieron la ubicación, pero cuando quise arrancar no hubo caso, no arrancó más. Llegamos justo. Increíble. ¿Qué fue lo que pasó? El alternador no funcionaba, por lo tanto nunca cargaron las baterías, por eso dejó de funcionar la bomba, por eso no andaba el VHF… Terminada la travesía tomamos una cervezas comimos un salamín y un queso que trajo mi amigo y fuimos a descansar. Esa misma semana pedí  turno en el varadero, hablé con el carpintero (un señor carpintero) y manos a la obra… Empecé con lo que podía, limpiar, acomodar, tirar toda la cantidad de basura y cosas que no servían, cambié las baterías, arreglé el morse, el alternador, traje una garrafa, dos platos unos cubiertos, unos vasos… y así, conociendo el barco y aprendiendo un poco esperamos cerca de  2 meses hasta que tocó la hora de la verdad, la del varadero, de la sacada a tierra, a mediados de septiembre… Estimábamos estar dos meses en tierra. ¡Fueron 6! La idea era calafateado y pintura de fondo, casco y cubierta. Terminamos haciendo de todo, el fondo obviamente estaba peor de lo que se pensaba y una vez que se empieza no se puede parar ni dejar trabajos a medias. Fueron 350 mts de calafateado, 4 cuadernas curvas de popa, 3 de proa, varios m2 de rumbo de popa, medio codaste nuevo, se modificó el baño, se eliminó el cerramiento de popa, mandamos a tornear un nuevo eje y bocina de timón en acero inoxidable, se restauró la hélice y timón, se cambiaron bulones flojos, fleje de proa nuevo, limera nueva, regala y tapa nueva, pintura bituminoso, barnices, pasamanos en la carroza, cambiamos los colores, dejando algo del color que traía, despintamos totalmente la cubierta, cambiamos varios rumbos, se calafateo con goma y pinto de blanco, pintamos toda la carroza, armé el interior, piso, techo, aislante, cielorraso, revestimiento, era sólo la chapa a la vista, cambié el tambucho ciego por uno de vidrio y acero inoxidable, coloqué dos ojos de buey que había tirado, puse luces 12v (todo led) no tenía ninguna, armé  la cocina, barra, instalé bacha, canillas, cañerías y conexiones, hice dos cuchetas de poco más de una plaza c/u, puse un sillón de dos cuerpos a modo de living, mesita etc., heladera, tanque de agua potable de 550L, el motor es la estrella, no hubo que hacer mucho ya que se ve que es muy noble, cambio entero de línea de combustible, filtros y filtros de aceite. Además agregamos nuevos filtros al gasoil, cambié los cables de acelerador y cambios. Y al final colgué una hamaca paraguaya, llevé una parrilla “chulengo”,  traje algunas plantas en macetas y salí a navegar todas las veces que pude solo y ¡hasta con 30 personas! Debe ser uno de los barcos que más sale a pasear. Obviamente conté con la ayuda y banca, de mis viejos, hermanos y amigos Me quedan algunas cositas “pendientes” de lo que planeaba cuando soñaba con comprar el barco como paneles solares, un camarote en proa, un buen asiento redondo en popa y algo más, pero no mucho. La idea es disfrutar el barco y el río, siempre. El mantenimiento es algo costoso, pero yo lo disfruto en el tiempo, no hay nada que terminar antes de salir a navegar. Eslora: 16m Manga: 4,2,m Motor: GM 120 hp diesel, 4 cilindros
Por Pacho Machado

barcos@barcosmagazine.com

Review overview