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Todos al agua y vamos por más!!

Resulta que, dando una vuelta por los stands del último Salón Náutico Cacel, sacando fotos y averiguando la especialidad y novedad que traía cada expositor para armar la nota, tropiezo con uno que me llamó particularmente la atención, tanto por quienes estaban como por su particular nombre: “Todos al agua”. Entre el grupo reconozco a Javier Cagnoni,  que me explica de qué se trataba el proyecto. Y fue ahí cuando lo conocí a Joaco, con su sonrisa eterna. Tanto me impactó que no dudé en pedirle una nota para transmitirles e informar de este gran movimiento de vela inclusiva.

En algún momento de nuestras vidas, sólo en algún momento, pasa que te encontras con un ser maravilloso, que no sabe que tiene ese talento, que no sabe lo que puede llegar a transmitir, que no sabe lo querible que es,  pero que sí sabe lo que quiere y que va a ser lo imposible por lograrlo. Este es su camino, éste es el elegido por Joaco Canevari.

Joaquín Canevari es instructor del Club Náutico San Isidro, de chicos con capacidades diferentes pero con una vivencia propia. Me contó que él es mellizo. El nacimiento de los dos fue prematuro, a los 7 meses  y los dos tuvieron un derrame cerebral que le produjo  a Joaco una lesión en su parte motriz, sobre su lado derecho con espasticidad que le provoca tensión y contracturas. Su hermano se desarrolló sin inconvenientes.

Barcos: Hola Joaco. Me gustaría que pudieras compartir con todos los lectores de la revista esta actividad que me parece sumamente interesante para difundir, contame un poco de vos.

JC: Bueno, soy Joaquín Canevari, tengo 24 años y soy socio del Náutico San Isidro. Desde chiquito siempre quise navegar. Generalmente uno empieza en Optimist pero yo no pude debido a que la postura en la que iba en el barco le hacía mal a mi columna. Y hace algunos años surgió la posibilidad de poder navegar porque acá en el club se organizó la escuela y yo empecé los sábados como alumno.

Barcos: Y hasta ese momento en que empezas la actividad, ¿cómo era tu vida? ¿Cómo se dio el hecho que subieras a un barco?

JC: A mi siempre me gustaron los barcos; desde chiquito, me gustaba ir hasta la Punta a verlos cómo navegaban y ese era mi sueño, algún día poder subir a un barco y navegar. Cuando terminamos el colegio, al cierre del ciclo una amiga nos había invitado a su casa en Santa Bárbara donde hay una laguna. Vi que había un barco a remo y un kayak, siempre le tuve idea pero  la gran ventaja es que el kayak es abierto, así que si te caes y te das vuelta podes salir perfectamente nadando. Como yo hago natación desde chico, me mandé jajajaja. Al principio iba dando vueltas en círculo porque tengo más fuerza de un lado (izquierdo) que del otro y estaba bueno porque tenía que buscar la misma fuerza de un lado que del otro. Y a raíz de eso le dije a mi vieja que quería hacer kayak en el club y, como no en ese momento no había en existencia, ella dijo: “Por algo será. Esperemos.”Pasó el tiempo y en el 2010 llegó esta actividad al club y una amiga de mamá recibió un mail informativo y nos lo reenvía porque enseguida se acordó de mi. Imaginate, al día siguiente fuimos  y había unos 5 o 6 chicos reunidos en una ronda y ese mismo día salimos en un Avan, un barco del club. Pilar García Hernández y María Gil me enseñaron mis primeros pasos en el agua.

Barcos: ¿Y te resultó? ¿Pudiste navegar?

JC: Yo siempre digo, en la náutica hay dos pilares: la comunicación y el trabajo en equipo. Y eso está bueno porque la discapacidad uno la ve en tierra pero en el agua desaparece, porque lo que no puede hacer uno lo hace el otro. ¡Eso es increíble! Por ejemplo, como no tengo mucho equilibrio, prácticamente estoy siempre al timón, porque si vas bien no hay que moverse mucho y uno va trabajando con la comunicación. En el momento en que hay que izar una vela o ir a proa a hacer alguna maniobra, busco a alguien que tenga equilibrio. Entre el equipo hay discapacidad física y discapacidad mental. Hay algunos con retraso madurativo, chicos down y, por ejemplo, lo tenemos a Charly que tiene problema físico y es un “animal”, es grandote, una bestia que creo que pesa como 120 k y lo usamos para adrizar jajajajja. Cada uno tiene su función. Lo que está genial en este grupo es que somos muy unidos y sentimos que tenemos  un mundo donde estamos incluídos, donde podemos charlar, disfrutar. Salimos en dos barcos, en cada uno va un instructor y un voluntario. Yo estoy habilitado como patrón de yate, aunque yo digo que soy medio patrón porque puedo hacer la mitad de las cosas jajajajaja.

Barcos: ¿Existe en Uds. el espíritu de competencia o navegan por placer, para pasarla bien?

JC: Hemos corrido regatas pero nosotros apuntamos más que nada a lo que es “inclusión” y básicamente que el chico no tenga miedo, que es bastante común cuando uno empieza algo que no conoce, más en el agua. Apuntamos a que le pierdan ese miedo al agua y al barco y que, a pesar de las dificultades que tenga cada uno, se den cuenta que están seguros y que pueden hacer cualquier cosa, tal como una persona que no tiene ninguna discapacidad.

Barcos: Es un tema de esforzarse y superarse cada día…

JC: Sí, es más, yo soy uno de los instructores y ellos me enseñan a mi todos los sábados qué es lo que pueden hacer. Una vez me pasó que yo estaba en un gomón y de golpe pensé “no les voy a decir que se pasen de lado porque no van a poder. Ahí me di cuenta que soy yo el que no puede pasar de lado, no ellos. El no ya lo tenemos, hay que probar. Que yo no pueda no significa que los demás tampoco”. De hecho, se los dije y lo pudieron hacer. Por eso te digo que ellos me enseñan a mi.

Barcos: Javier, ¿cuál es la idea de Uds. como organizadores de ampliar esta actividad?

Javier Cagnoni: Yo estoy encargado de las escuelas en el club. Este emprendimiento se llama “Todos al agua” y se hace acá en el club. Es una escuela no sólo para socios sino abierta a todos los chicos con distintas capacidades que quieran participar. Es en la única actividad que el Náutico San Isidro hace esa diferencia. Debido a eso es que en este momento ya no tenemos más capacidad operativa, hay lista de espera. Entonces se nos ocurrió que la forma de solucionar este inconveniente es que otros clubes se animen a hacer lo mismo. Por eso, lo que intentamos con Joaco y a través de él, es que los instructores y voluntarios, que son varios los que ayudan, expliquen esta actividad para que otras instituciones la repliquen y así poder llevar más chicos al agua, ampliando la oferta para los que tengan capacidades diferentes. El mayor propósito es ése, que más chicos naveguen. Y no es sólo nuestro propósito, es el de Joaco que sabe que siempre hay un porqué de todo esto. Cada día se da más cuenta y el empuje que tiene lo transmite a muchísimos chicos. Te invito a que te quedes hasta las 10, que llegan los demás y veas que la relación que ellos tienen es única, no lo logra nadie; los chicos lo quieren y lo respetan porque lo tienen como un gran líder, eso es lo que es. Lo siguen a todos lados a pesar de que él a veces los reta y los pone en vereda cuando es necesario. No es fácil manejar estos grupos de chicos.

Volviendo al tema de la organización, Cacel nos ofreció gratuitamente un espacio en el Salón Náutico y nos dimos cuenta que era ideal para desarrollar este tema y citar allí a la gente. Estuvimos muy abocados a eso, sobre todo Joaco que estuvo firme los 10 días que duró la exposición. Ya hemos tenido reuniones con comodoros de otros clubes de la zona norte y de todo el país. La idea era convocarlos para explicarles simplemente lo que nosotros ofrecemos. Nosotros no vendemos nada ni tenemos lucro de nada. Dimos la explicación de nuestra presencia allí que era dar a conocer una actividad que se hace aquí, para ampliarla y que más chicos tuvieran la posibilidad de navegar. Nuestro único fin es que más chicos naveguen ya que es una actividad que a todas las personas les provoca sentimientos y emociones espectaculares. Y los chicos con discapacidad de movilidad se sienten que están en una alfombra voladora en el agua, les abre mucho el espectro y la cabeza. En el grupo que se formó se han hecho muy amigos y comparten actividades también fuera del club. Se han unido y es para siempre, para la vida. Y una cosa muy linda que hemos experimentado acá es haber invitado a los padres de los chicos a salir en el Náutico II para que los chicos, navegando, les enseñen a los padres de qué se trata. Piensen que muchos de ellos no han subido nunca a un barco y de golpe su hijo, que tiene cierta discapacidad, le enseña a izar una mayor, qué es un timón, una botavara, etc. ¡El hijo al padre! Algo que no se le había dado nunca en su vida y los empodera. Y todo a 0 costo, tienen los barcos, les prestamos los salvavidas pero también nos importa que cada uno de ellos tengo el propio, que lo compre, más que nada para que sienta que es suyo, que la actividad es de él, no que se la prestan. Pedimos que tengan también su ropa náutica. Esto es acá en el club. También va un marinero en un gomón para que los acompañe, están siempre comunidados vía VHF. Se sale los días normales, no con viento fuerte ni tormentas. Pero la actividad se desarrolla siempre, si no es en el agua es en tierra, ya sea a hacer un asado a la Isla B, a jugar al billar o al pool. Perdón, pero estamos saliendo en este momento en el Náutico II a correr una regata y tengo que dejarlos.

Barcos: Mil gracias Javier por tu aporte, y suerte en la regata. Sigamos nosotros Joaco, ¿cuál es tu mensaje, para todos los que leen la nota?

JC: Mucha gente tiene miedo, tanto los padres como los chicos y yo opino que esa es la discapacidad. Una vez que el chico gana seguridad en sí mismo pierde el miedo. Salimos en dos barcos con 11 chicos, 2 instructores y 2 voluntarios.

Me pasó una vez que un chico no sabía nadar. Siempre salimos con chaleco y tenemos el gomón de apoyo. A veces en verano hacemos un chapuzón en el río para descansar o refrescarnos y una vez uno de los alumnos vio que tenía dos o tres amigos en el agua y él no sabía nadar. Entonces me pidió permiso a mi, “Che Joaco, ¿me puedo tirar al agua?”  y salió de él. Yo en ningún momento le dije nada. Y  ése el el grupo, ése es el objetivo nuestro, de “Todos al agua”: que le pierdan el miedo, que se sientan seguros de sí mismos y que se den cuenta de que, a pesar de las dificultades o discapacidades que tiene cada uno, se puede hacer lo que se quiera. Uno tiene sus tiempos, obviamente hay que  ir trabajando con eso. En este caso tenés 11 chicos y la misma cuestión llega de 11 formas diferentes, cada uno es distinto. A uno le podes exigir un poco más, a otro no tanto, a otro usar una nomenclatura, a otro simplemente, “Che, ¿ves el poste verde del canal? Bueno, apuntale ahí o mantené el rumbo”. Y otros tal vez saben de regatitas, derechos de paso, etc.

Cuando terminé el colegio hice el curso de conductor náutico, que me lo pedían para estar con los chicos y me entusiasmé y también hice el de timonel y patrón.

Por suerte mis padres me dieron una educación normal, no me sobreprotegieron. Gracias a Dios los dos hermanos mellizos fuimos iguales ante ellos y mis viejos siempre estuvieron ahí. El “no podes” quizá era “no podes ahora”, más adelante veremos y sino, se buscará otra cosa. Siempre me sentí acompañado por ellos. Y creo que fue eso, el no exceso de la sobreprotección, que se da por miedo, miedo a lo desconocido, a lastimarse, que no se hace por maldad sino por desconocimiento. Si un chiquito va caminando y hay un escalón, vos lo vas a sacar de ahi porque se puede caer. Pero creo que hay que dejar que el chico se tropiece y se caiga, porque él solo va a decir, si voy por acá me voy a lastimar. Entonces voy a buscar otro camino. También, por ejemplo, si vas caminando y te encontras un árbol caído, ¿qué haces? ¿Vas a volver para atrás, o vas a tomar envión para saltarlo por arriba?… y bueno, si no se puede buscar otro camino y si tampoco está ese camino va a ser más difícil pero hay que buscarlo. Mis viejos me dieron esa posibilidad, la sobreprotección te bloquea, a veces está bien, pero todo tiene que tener un límite. Nosotros les ponemos límites, no para retarlos sino para que respeten los momentos de la náutica. Si hay que hacer silencio, se hace. Después están los momentos para divertirnos, para cantar, para comer, para todo. Nos divertimos demasiado. A veces pienso que Prefectura no se debe ni animar a acercarse porque es una alegría permanente, los chicos bailan o cantan. Unos están esperando salir a navegar para disfrutar el día y otros para agarrar el timón y otros simplemente para comer el sándwich que trajeron de su casa en el barco jajajajaja.

Mi objetivo es no bajar los brazos hasta no conseguir lo que quiero, le busco la vuelta para lograrlo, si no puedo llegar  por un camino, lo busco por otro. El no ya lo tenemos, entonces hay que probar, soy cabezadura jajajaja. Y las cosas también pasan por algo, es una enseñanza que traigo desde casa.

Pongo las cosas en una balanza, por tener esta discapacidad hay cosas que no puedo hacer pero gracias a tenerla hay un montón de cosas que no hubiera valorado. Algo que yo veía difícil, hoy en día estoy a cargo de 11 chicos. Nunca me imaginé que iba a poder llegar a dar clase o tener gente a mi cargo. La vida te sorprende. Hay que jugársela. No significa que sea fácil el camino, hay días en que uno no está muy bien y otros que te queres llevar el mundo por delante. Si me pongo a pensar todas las cosas que no puedo hacer me voy a pasar la vida deprimido en vez de aprovechar un día como hoy que está bárbaro para poder salir a navegar. Uno está acostumbrado, yo que vivo la discapacidad en carne propia a veces escucho demasiado el “vos no podes”. La gente a veces tiene que salir de su zona de confort para navegar con los chicos. Muchos piensan que algunos son “peligrosos” y te puedo asegurar que son chicos bárbaros. No es que tuvimos que hacer un curso especial, es simplemente tener ganas de navegar y pasarla bien.

Hay que buscar objetivos, uno tiene que darse tiempo, es un día a día.

En la vida uno tiene una bandeja y siempre quiere tenerla con cosas que le gusten. Pero la bandeja no está llena, está vacía. Uno tiene cosas que están al alcance para ir llenándola. Hay que ir trabajando para poner también sobre la bandeja las cosas que estén lejos del alcance.

Es dar tiempo al tiempo…

barcos@barcosmagazine.com

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