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Sofy Grimau

LA PERSONA DETRÁS DEL PERSONAJE

@sofygrimauu

Conocer a Sofy es una experiencia enriquecedora para cualquiera que se cruce en su camino. Es tener enfrente a un ser lleno de energía, tesón, proyectos, un sinfín de sensaciones que pasan desde un tornado que a veces arrasa a la quietud total.

Subcampeona Mundial de Wakeboard Cable, en su categoría y recientemente consagrada en nuestro país en febrero pasado, decidió retirarse de la competencia para encarar otra etapa de su vida. Sus días rinden 48 horas, son tantos los frentes que abre en su nutrida agenda que a veces me llego a preguntar si realmente descansa en algún momento.

Pero acá está, tranquila y dispuesta a dejarnos conocer su rutina (que de esto no tiene nada) diaria.

Barcos: ¿Cómo te presentarías?

Sofy Grimau: Me presentaría como Sofy Grimau, que es mi marca registrada, deportista (ya no me considero de alto rendimiento porque no estoy compitiendo, lo fui hasta principios de marzo) desde hace ya 15 años atrás o más. Justamente lo que quería es dejar el “alto rendimiento” y las competencias, lo que no quiere decir que si surgiera una competencia en la que pueda participar y me divierta, me lo pueda tomar más recreativamente, lo haría. Pero bueno, quería tener una vida un poco más común.

Barcos: Vos elegiste esta carrera, elegiste el deporte. ¿A raíz de qué fue esa decisión? 

SG: Mamá tiene una casa en Colonia, a 300 metros del río y veraneamos toda nuestra vida allá, toda nuestra infancia junto a mis dos hermanos, soy la del medio de dos varones y siempre tratando siempre de seguir a mis hermanos en todo lo que hacían. Teníamos un gomón con un motor de 35 hp y mi vieja, otra loca de la guerra jajajaja, cuando yo tenía 3 años (teníamos un par de esquíes viejísimos, ella esquiaba en par y mono frente a la playa de Colonia)un día me quiso enseñar a esquiar y como las fijaciones de los esquíes me quedaban gigantes, no tuvo mejor idea que ponerme un par de zapatillas de mi hermano, siguiendo con su plan original y me las ató con cordones alrededor de los tobillos para que no se me salieran. Así fue como quedaron las zapatillas fijadas a las tablas y yo, fijada a ellas…  y aprendí a esquiar. Más tarde, también con muchas idas a esquiar en Buenos Aires, en el delta. Además, aprendí a surfear a los 11 años, me fanaticé con el deporte y me di cuenta de que no podía viajar todos los fines de semana a Mar del Plata para practicarlo y tener constancia. Entonces busqué algo parecido, siempre hice deportes de tabla, esquí en la nieve, snowboard y cuando probé el wakeboard por primera vez, wow. En realidad un verano nos estábamos yendo a Colonia y mi hermano pasó por un local, vio la tabla, preguntó si era para el agua. Cuando le dijeron que sí, la compró (yo tenía 10 años) y la llevamos para usarla en ese verano. ¡Así fue cómo aprendimos entre nosotros a hacer wakeboard en lancha! ¡Y me encantó!

B: ¿En ese momento pensabas ya en competir?

SG: Yo iba al colegio doble escolaridad, que para mamá era una condición sine qua non la educación académica de ese estilo bien tradicional. Yo jugaba al hockey en el colegio y me empezó a ir muy bien y terminé a los 15 años en el seleccionado juvenil de hockey en Argentina. Paralelamente, yo hacía wakeboard, snowboard y esquí. Pero seguí a mi instinto y dejé hockey, fui a una escuela de wakeboard en el delta y con los Renosto aprendí bien ese deporte y me perfeccioné. Ellos fueron los que me dijeron que tenía condiciones y que había torneos en los que podía competir en el verano. Y empecé a hacerlo. Arranqué y no paré.

B: En toda tu carrera, ¿tuviste algún percance físico?

SG: Sí, varios. El más traumático o el que más me dolió y me marcó a los 23 años, no tanto física sino psicológicamente fue una lesión muy fuerte en la espalda, un desgarro del disco entre la 4º y 5º vértebra. Fue un dolor tremendo, una historia muy larga de tratamientos, médicos, kinesiología, de rehabilitación… Algunos me querían operar y ponerme una prótesis de disco, ¡incluso me dijeron que me olvidara de ese deporte! Y yo me estaba preparando para un sudamericano, nos íbamos a Ecuador con el Equipo Argentino de Wakeboard Lancha. Fue entrenando en el río, con los chicos del equipo argentino y bueno, me quedé afuera. De todas formas, viajé a Ecuador porque fui como suplente, sabíamos que no podía competir pero no me iban a necesitar porque las otras chicas andaban muy bien. Estuvo muy bueno, yo estaba muy deprimida por mi reciente lesión y esto me sirvió como una arenga de todos ellos, vivir la experiencia desde otro rol fue importante para mí. Fue gracias a esa  lesión que me llevó a comprometerme al 100% con mi cuerpo, mi físico y la competencia. Yo realmente quería seguir adelante, me sentía muy joven para abandonar este proyecto que tanto amaba… Pero  hubo un médico que me dijo: “Yo te voy a decir la verdad. Esta rehabilitación te va a durar como mínimo, un año. Y vos vas a tener que entrenarte como si fueras la campeona del mundo para poder volver a practicar este deporte. Si te entrenas a menos, tu espalda no lo va a poder resistir”. Esas palabras me quedaron grabadas porque fue el único que me dijo: “Mirá, hay una posibilidad de que vuelvas a tener impacto sobre la espalda, y de que puedas soportar este deporte y es esa”.

B: ¿Cómo viviste ese período de inactividad?

SG: Mamá me acompañó muchísimo y siempre fue intensa en lo que respecta al estudio. Yo estaba estudiando licenciatura en marketing en la facultad. Me acuerdo que me quedaban 12 finales, había terminado de cursar pero me quedaban pendientes. ¡Para mí era imposible pensar en rendir 12 finales con la vida que llevaba! Y ahí fue que me armé una rutina para poder terminar la carrera, por suerte soy super organizada. Todos los días, de 7.30 a 12.30 estudio, almuerzo y a la tarde, rehabilitación que consistía en natación, kinesiólogos y preparación física. Y ¡lo logré! Me recibí con tesis y todo. Yo vivía con mamá en ese entonces. Ni ella podía creer las horas que me pasaba estudiando jajaja. Necesitaba un objetivo allá adelante, para mí la vida es difícil sin la “zanahoria”. Siempre me tuve que preparar para algo y eso me servía y me sirve de motivación. Fue una gran enseñanza.

B: Por todo esto que contas, ¿sentiste presión o exigencia?

SG: La verdad es que nunca lo viví bajo presión porque fue algo que yo elegí, nadie me lo impuso, ni yo estaba cobrando una beca para sostenerme económicamente (por suerte siempre estaba mamá para poder ayudarme si me hacía falta). Para mi ese camino fue fácil porque siempre lo viví desde el disfrute. Hice doble temporada todo lo que pude, nunca más de dos meses. La pasé muy bien con el deporte, nunca lo viví como una presión, sí en las competencias en donde tenía un rol como de referencia que fui adoptando con el correr de los años. La mirada ajena me hacía sentir presionada a la hora de competir pero es algo que aprendí a manejar. Con respecto a la exigencia, sí, soy muy exigente conmigo misma demasiado autoexigente pero lo estoy trabajando. No me gusta hacer las cosas a medias. Si elijo hacer algo, lo elijo porque se que lo voy a hacer bien, me voy a capacitar para hacerlo bien. Así, en todos los órdenes de la vida y esa autoexigencia era buena porque me permitió mejorar. Tuve mis frustraciones recurrentes en el deporte, pero son comunes.

B: ¿Cómo y porqué fue tu paso a wakeboard cable?

SG: Empecé el cable cuando abrieron el primero en Argentina. Estaba en un nivel de wake en donde comprar la lancha que quería equivalía a la compra de un departamento y era lógico que mamá, que siempre me apoyaba no hiciera esa inversión y me las rebusqué para entrenar con otras personas. Cuando yo me recupero de la lesión surge el cable y se empezó a masificar porque era muy simple ir a entrenar, progresar era más simple porque podías tener una constancia. En el río se complicaba por el gasto de la lancha, el mantenimiento en guardería, combustible, más conseguir dos personas para que vayan a bordo con lo que eso implicaba dadas las actividades propias de cada una de ellas. De golpe conseguías combinar todo eso y llegabas al río y sudestada, imposible. No podía tener una constancia, la que yo quería con mi nivel de organización y, sobre todo teniendo en cuenta lo que me había dicho el médico, tener mis tiempos de entrada en calor, elongación, etc. Fui al cable, lo probé, me encantó, vi que podía ser dueña de mis tiempos. Me quedo con esto, ya está. Me sentí muy cómoda desde el principio, no es lo mismo, las olas son rampas y hay otro tipo de obstáculos que los aprendes rápido.

B: ¿Recibías algún subsidio? ¿Los premios son monetarios?

SG: No, no hay beca deportiva para wakeboard cable de parte de la Secretaría de Deportes. Siempre me las rebusqué para tener sponsors. A medida que iba progresando y mi imagen valía cada vez más, fui haciéndola valer cada vez más. Siempre encontré sponsors que suplían la beca que tenía en wake lancha. También trabajé de community manager para ayudar con los gastos. Mamá siempre estuvo para ayudarme en lo que necesitara. En cuanto a los premios, se busca que sean para el podio ya que no hay beca. Yo empecé esta carrera sabiendo que no me iba a hacer millonaria ni mucho menos, mi camino era por pasión. Busqué recursos para poder solventarlo.

B: El entrenamiento que tenías, ¿variaba de acuerdo a las necesidades o tenías uno básico que ibas incrementando?

SG: Más allá del equipo de wakeboard cable, que es más complejo y no tiene un entrenador, es más individualista, te arreglas solo, entrenas como podes. Para ciertos eventos se arma como una estructura y lo que hice fue aprender mucho de mis entrenadores físicos y consultar para saber cuál era la mejor forma para organizar una rutina para entrenarme bien. Así que me organicé haciendo una temporada física bastante intensa que arrancaba en mayo hasta agosto, luego viajaba a EE.UU. a entrenar en cable todos los días, más una rutina física, para llegar en mejor estado de lunes a domingo. Al volver, en noviembre empezaban las competencias que duraban todo el verano. Era muy intenso porque viajábamos por todo el país, el verano muy movido y uno decidía en cual competencia se anotaba.

B: ¿Consideras que con el Campeonato Mundial de Wakeboard Cable 2019, en febrero pasado y en Zárate, comenzó una nueva etapa en tu vida retirada de las pistas?

SG: Mi retiro empecé a definirlo hace unos años, pero llegado el momento decía ¡un año más!, me sentía en carrera, incluso ahora. No es que el abandono fuera por otro motivo que cerrar una etapa. Mi decisión inicial fue a los 30 y no pude… Un año más y tampoco… Hasta que llegaron los 32 y estoy en un proceso de reencuentro, de restructuración y rediseño de vida absoluto, de encontrarme fuera de las tablas y las competencias. Porque es rarísimo para mi, pero lo hago con optimismo y alegría, proyectando cosas nuevas. Entre estudiar y trabajar, elegí estudiar. Justamente, a raíz de otra lesión en la rodilla que me dejó inactiva durante 7 meses estudié preparación física durante 2 años. Y en este año es una de las cosas que voy a hacer, tener mis alumnos que no pude hacer antes por falta de tiempo, así como dar clases de wakeboard cable, armar clínicas y hacer todo lo que se relacione a deporte ya que se un montón al respecto porque me capacité. Por otro lado estoy estudiando coaching motivacional para deportistas, hago un trabajo comunitario que me hace sentir muy bien como es  ir dos veces por semana a visitar y acompañar ancianos en un hogar, en fin, es un año de transición encaminado por el lado deportivo.

B: ¿Respecto a tu rutina física ahora, extrañas no entrenar tan intensamente como antes?

SG: Como todas las actividades en las que uno tiene una rutina y se va creando una costumbre, siento tal vez que me falta esa actividad que se va haciendo adictiva en un deportista, que es necesaria, que produce endorfinas… Me resulta difícil no tener ese entrenamiento, es muy raro para mi. Me da como una especie de locura mental que controlo pero necesito retomar el gimnasio para el que no encuentro el tiempo ahora, pero no me está gustando jajajaja. Extraño llegar a la tardecita con unos mates, música, un buen baño agotada físicamente pero con esa sensación de placer, de realización absoluta, del deber cumplido, que te duele hasta el pelo… Ahora llego a esa hora, también rendida pero mi cansancio tiene otra forma más mental, me sobra energía. Pero la realidad es que las etapas cambian, tengo la agenda llena pero es como un rompecabezas que estoy armando con mil cosas, me estoy reestructurando productivamente, necesito un marco que me contenga  y está perfecto. Todo esto es un aprendizaje.

B: ¿Tu sueño?

SG: No se si es sueño o fantasía ya que no se si se puede llevar a cabo: me encantaría que el wakeboard cable sea un deporte que tenga su equipo bien remunerado y que la gente se pueda dedicar a eso. Acá el deportista argentino se las rebusca para trabajar porque las becas no son las suficientes. Y me encantaría estar a la cabeza de ese team, acompañarlos en los viajes, couchearlos. También tengo otro sueño que sería tener mi propio cable circular en Argentina y armar una escuela de niños bien chiquitos de cable y ver ese progreso. También en Capital, tener un cable para la gente que sale a caminar por los lagos de Palermo y darles a los chicos de pocos recursos la posibilidad de desarrollarse en el deporte porque se que la gente es feliz haciendo wakeboard cable, no conozco persona que lo haya probado y no lo haya disfrutado. Y a nivel personal, me gustaría formar mi famil, tener hijos, hacerlos wakeboarders jajaja, que viajen por todo el mundo haciendo deporte y tener una casa con jardín para criarlos en la naturaleza. Todo llega…

B: Tu sensación de ser subcampeona mundial es:

SG: La verdad es que no me lo esperaba ni a palos, fue un año difícil porque había pasado por dos situaciones de lesiones que me obligaron a estar fuera del agua un mes cada una y ¡tenía que practicar unos trucos que sabían me iban a dar una buena pasada! ¡Y sentía que no llegaba con el tiempo! Estábamos con el kinesiólogo contra reloj, estaba 100% con mi entrenamiento. Llegué en una condición física buena pero no óptima. Y, cuando termino mi pasada y empiezan a decir los puntajes, mi familia gritando desde una cabecera de la cancha que había quedado segunda… no caía. Había terminado el hit, quedaban chicas por pasar pero ya no tenían chances. Fue una emoción increíble, sentí que valió la pena, a pesar del resultado igual hubiese sentido que valió la pena. ¡Qué loco cuando tenés un objetivo tan claro, como llegas ahí sea como sea, buscando los mejores mecanismos siempre tenés buenos resultados. El resultado es la sensación de  auto realización, de satisfacción por lo que hiciste. También me podría haber ido mal y hubiese aprendido un montón. Pero bueno, me fue bien y hablamos de eso. No me olvido más esa noche. Por el mundial me había alquilado un departamento en Zárate para estar cerca del cable, mi familia se volvía a Capital y yo sola, me abrí un champagne chiquito que tenía de cortesía y festejé. Me fui a dormir con una sensación de estar en las nubes pero lo más maravilloso fue despertar a la mañana siguiente y ver la medalla colgando del perchero y me dije: “Soy una genia”. No podía creer lo que había logrado. Todo tuvo sentido.

barcos@barcosmagazine.com

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