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Riviera se potencia. Una familia ensamblada

El astillero Riviera ya opera con su segunda generación a pleno; Jorge Aragona y Rodolfo Jaichenco delegan en sus hijos las múltiples tareas habituales en este tipo de empresas, pero con un valor agregado: el de ser una gran familia.

Texto y fotos: Gustavo Revel

Afortunadamente, esta sección permite darme el lujo de retroceder en el tiempo; en el tiempo de otras personas, cuyas historias de vida me permiten componer, en tiempo y espacio imaginario, el relato más certero posible; y en mi propio pasado, como en este caso, cuando con Jorge Aragona estudiábamos en el industrial de San Fernando, a fines de los setenta. Orillando cuarenta años de conocernos, doy fe de su inmensurable esfuerzo trabajando desde muy chico, sus ganas de aprender, desde bien abajo, con la sencillez que lo caracterizó siempre, con mucha humildad -en todas las formas que la vida nos la pide-, pero con una pasión arrolladora por los barcos, fuego que aún no se extingue en su día a día en el astillero. Dice estar algo agotado de capear los infinitos temporales económicos que nuestra patria nos regala con generosa y bastante exacta frecuencia, pero luego de la catarsis de rigor, habla sobre una mejora, modificación o nuevo proyecto, emprendimientos que no conocen la palabra imposible. Junto a su socio y amigo, Rodolfo Jaichenco, lograron que el astillero tenga equilibrio y armonía. Los productos Riviera son indiscutidos, difíciles de superar. Sostengo siempre que el tiempo no pasa, sino nosotros somos quienes transitamos el tiempo. Y así, casi sin darse cuenta, los hijos de ambos socios ya son parte del staff del astillero, cada uno con sus responsabilidades y con su impronta personal. Clara y Nico Aragona junto a Flor Jaichenco, son hoy imprescindibles en la vida de Riviera, pero también son más que eso: son una familia.

Barcos: Jorge, hagamos una reseña de tus comienzos, ya que sos quien empezó el sueño Riviera…

Jorge Aragona: Egresé en 1982 del ENET Nº 1 de San Fernando, como técnico Constructor Naval. Aproveche las pasantías de esa época y trabajé en Pagliettini desde 1978 a 1982. Empecé limpiando pisos en la sección plástico, y luego fui rotando cada dos meses por las distintas secciones. En los últimos años me especialicé en los modelos al lado de un gran maestro, don Oscar Pagliettini, de quien aprendí mucho de lo que soy. Trabajé, entre otros modelos, en el Pagliettini 16.50, un barco de gran porte. Justamente realicé el armado de una de esas unidades en mi propio astillero, el “Destriero”; tenía 27 años y apenas empezaba mi vida independiente. Riviera nace oficialmente en 1991.

Barcos: Pero hay mucho más entre el 82 y 1991…

J.A: Entre el 80 y el 83, Pagliettini entró en una profunda crisis y su posterior cierre. Trabajé en el astillero Astarsa ya como técnico naval. Primero fui oficial calderero y luego pasé a oficina técnica, pero los barcos comerciales no eran mi vocación.  Después trabajé en astillero Tango donde allí sí aprendí muchísimo, descubriendo mi pasión por los barcos deportivos. Tango hacía yates de altísima calidad, exportaba a Estados Unidos, pero finalmente el país entró otra vez en crisis y el astillero no pudo sobrevivir. Para esa época yo tenía parte de este galpón, que había construido junto a mi padre. Apenas salía de Tango, seguía trabajando aquí hasta que me independicé. Fue muy duro, pues siempre aposté a aprender resignando ganancia, dejando pasar buenas oportunidades, pero hoy estoy feliz y orgulloso de ese viaje realizado. Fue un aprendizaje severo, pero indispensable.

Barcos: Una vez que iniciaste la actividad como Riviera, el país nos jugó una mala pasada…

J.A: Sí, a todos. Estaba fabricando el Riviera 42 con buenas ventas, era un barco muy lógico y en 2001 debimos cerrar. Junto a mi familia me fui a Italia, cuatro años y con un kit del 42, lo transformé en el Antago 48. Fue otra gran experiencia estar en la cuna del diseño, entre los astilleros que son líderes en la industria mundial; aunque Italia es la tierra de mis padres, todos extrañábamos volver. Finalmente lo hicimos en 2004, con el proyecto del Riviera 48 en mi cabeza. Tuve la gran suerte de reencontrarme con Rodolfo, un gran amigo, y compartió mi sueño siendo socios desde entonces.

Rodolfo Jaichenco: Yo tenía un Riviera 42 y conocí a Jorge desde ese momento. No dude de estar con él en el proyecto pues siempre tuvo las ideas muy precisas, y es un líder nato a la hora del trabajo. Mi tarea en Riviera era administrar las obras, función que conozco bien pues fue parte siempre de las empresas en que estuve involucrado. 

Barcos: Fue algo totalmente nuevo para vos entrar a este rubro…

R.J: Era nauta y disfrutaba mucho de ello. Ingresar en el negocio de la construcción fue algo diferente, un mundo que late a otro ritmo, muy sensible a los momentos del país o a las economías. En este relativamente largo camino pudimos exportar, hemos hecho cinco modelos diferentes con un gran desarrollo tecnológico que sale de Jorge y su equipo de profesionales. Es una experiencia altamente dinámica y a veces estresante. Pero cada vez que sale un barco, sale del astillero una nueva historia, nuevos amigos que se mantienen en el tiempo y nos acompañan con nuevos proyectos. Una experiencia de vida muy placentera.

Barcos: Y los proyectos siempre siguen su curso…

R.J: Jorge es una usina de proyectos. Recién botamos el primer 60 pies, que es un barco de avanzada, y ya encaró otro desafío…

J.A: Sí, estamos con un nuevo desarrollo, pero por ahora sólo te puedo contar que seguiremos con la motorización Volvo, que siempre nos acompaña.

Barcos: Podemos seguir hablando del pasado por horas pero esta sección habla de trabajo en familia…

Clara Aragona: Me toca a mí –risas-. La primera en ingresar al astillero fui yo, en 2010,  aunque junto a Flor (Jaichenco) fuimos parte de la promoción del Riviera 48, saliendo en las fotos y filmaciones de aquel modelo. Fue muy divertido y desde entonces, empezamos a colaborar en las exposiciones atendiendo el stand. Cuando salía del colegio, venía a ordenar la oficina del galpón chico. Al finalizar el colegio, empecé a trabajar con Rodolfo, todos los días, y me fue enseñando todas las tareas, en su formato de administración. Flor tenía otro trabajo, pero venía muchas veces a colaborar.       

Barcos: ¿Y cuándo se acopla Flor al equipo?

Florecia Jaichenco: En 2016, mi papá me propone venir, porque de a poco quiere ir retirándose y le gustaría mucho que continúe con esta experiencia. Lo del retiro es algo a medias porque conociéndolo sé que no se retirará jamás, pero sí quiere delegar en mí y en Clara la administración. Yo dejé mi trabajo que estaba ligado al medio, y vine a ayudar. Me propuso que vaya poniendo mis propias ideas, que no copie su formato de trabajo, tema que me hizo sentir muy bien, muy libre de accionar.  

Barcos: ¿Fue difícil en general adaptarse al formato que Jorge y Rodolfo armaron en sus inicios?

C.A: Siempre nos pidieron responsabilidad, a los tres. Las cosas se hacen, se cumple. Por ejemplo, los horarios, podemos cambiarlos, en mi caso por la facultad lo hago y después compenso las horas, pero hay que cumplir y no dejar nada colgado. Nos manejamos con total libertad.

Barcos: ¿Qué es lo que más disfrutan de su trabajo?

F.J: Creo que sentir que nos permiten crecer y, si nos equivocamos, ellos están para ayudarnos, de hecho lo dicen siempre, que si hay errores es hoy cuando podemos equivocarnos, no mañana. Es un aprendizaje, y permiten que pongamos en práctica nuestra idea.

Mientras la charla seguía su curso, Nicolás Aragona participaba activamente de la misma. Es extrovertido. Veo en sus gestos y su forma de trabajo el ADN de Jorge, un calco de aquellos años de escuela. 

Barcos: Finalmente, Nico, contanos de tu ingreso.

Nicolás Aragona: Soy el más chico y me encantaba estar en el astillero con papá a pasar el rato  mientras trabajaba. Siempre encontraba algo para hacer. Hace unos años, me propuso hacer el stand de la exposición y lo hice a partir de unos bosquejos, en el 2017.

Barcos: ¿Y cómo sigue tu ingreso a la parte productiva del astillero?

N.A: Finalizado el salón náutico, yo hacía mitad de pasantía en el astillero. Papá me propuso comenzar a trabajar en el proyecto del 60 pies, en el sector plástico. Allí aprendí muchísimo, trabajando sobre el modelo y sobre toda la construcción del casco, cubierta etc.

Barcos: Pero también estás pasando por todas las áreas del astillero…

N.A: A futuro. Debo perfeccionarme en cada área para tener un conocimiento pleno de todo el funcionamiento del astillero. Aprendí mucho de Alfredo Ayala, cuando comenzamos con la nueva serie de los Riviera 48. También aprendía mucho de Alfredo Sanzano, quien me enseñó cada detalle de terminación, de cómo alinear las partes de la estructura, sobre las terminaciones inmaculadas de sentina y la sala de máquinas…

Barcos: ¿Estás estudiando en la UNQUI (Universidad de Quilmes- Arquitectura Naval) y ya estás dibujando algunos anteproyectos?

N.A: Si, estoy en la facu muy contento, y estoy tirando algunas líneas, copiándome del estilo que papá quiere en los Riviera, barcos muy distinguidos y de líneas delicadas. Pero te cuento que cuando se retiró Alfredo quedé a cargo de la parte pintura y el ensamblado de las partes, las terminaciones etc. Ya hice cinco barcos. Tengo como nueva meta pasar a carpintería, empezando por la parte gruesa, con los mamparos, niveles de piso y demás, la estructura, que considero un trabajo de ingeniería pura.

Barcos: Volvamos a las bases… ¿qué tenemos a futuro?

J.A: Ya hay otro proyecto en marcha, importante, pero sólo podemos decir que seguiremos con misma motorización. Vamos a seguir adelante, estamos acostumbrados a pasar los momentos difíciles, mientras los sueños sigan vigentes no hay cómo detenerlos. Además tenemos esta nueva sangre que nos asiste, aceptando los cambios que ellos proponen. Volviendo a los barcos, hay que aprovechar todos los cambios que las nuevas tecnologías y el mismo mercado nos impone.

Barcos: A los dos… ¿cómo se siente, muy internamente, delegar las tareas en sus hijos?

R.A: Yo lo hice como proyecto de vida y siento una gran satisfacción en ello. Mi retiro es simplemente bajar un poco las vueltas, son muchos años de trabajo, Jorge es más joven y tiene una fuerza increíble. Flor será un gran apoyo para Jorge, para todo el astillero. Los tres hacen una linda familia, una empresa de familia. A veces pienso todas las cosas que pasamos en estos años, desde el 2000 a hoy y sostengo que los esfuerzos por llevar una empresa adelante son sobrehumanos, pero, es lo que nos toca. Los chicos están preparándose para eso, para poder sobrevivir en épocas duras y optimizar recursos cuando tenemos viento de cola. Sería bueno, a esta altura de la historia tener reglas claras y constantes.

Barcos: Jorge,  ¿a qué modelo fue el que más corazón le pusiste?

J.A: El 48 sin dudas… fue un barco que lo venía pensando en Italia y me dio la posibilidad de revancha. Es un barco chico de eslora pero de un increíble volumen interno. El 48 marcó un estilo.

Barcos: ¿Qué opinas de las proas rectas?

J.A: No son de mi agrado, considero que van a ser una moda, sin descartar que se aprovecha mejor el sector de proa. En nuestro caso, seguiremos, al menos en lo próximo, con las proas lanzadas y líneas italianas, que es nuestro estilo.

Barcos: ¿Qué es lo que ves en los diseños europeos hoy?

J.A: Yo tomo algunos astilleros como fuente de inspiración, o al menos como quienes marcan tendencia. Se está trabajando mucho en estilización de superestructuras, ampliando los puntales. Los cascos, fondo y obra muerta, se están rediseñando, creciendo en altura, con una fuerte inversión. Por supuesto, electrónica, mobiliario y desarrollo ergonométrico son constantes en los nuevos productos, es el aprovechamiento de espacios al máximo con la mejor y más moderna tecnología.

Barcos: ¿Se animan a pensar diez años adelante?  

N.A: Tener el astillero más tecnificado, con más desarrollo…

F.J: Adaptarnos a las condiciones de ese momento sin perder nunca el horizonte…

C.A: Cuesta imaginar… parece tan lejano. Espero que con las mismas ganas de hoy. Nosotros nos manejamos como familia. Nos ayudamos. Sólo espero que siempre nos mantengamos así. 

J.A: Yo espero estar descansando…(risas)

R.J: A mí no me pregunten…(risas)

Barcos: Nico, ¿cómo te imaginás cuando estés a cargo de la producción?…

N.A: Parece un desafío altísimo, pero tengo el apoyo de todos y la escuela de papá. Será una buena experiencia, no lo dudo. Estoy tomando experiencias de todos lados, confío elegir lo mejor. Tengo bastante camino por delante.

La charla fue pasando a buenos recuerdos y experiencias vividas, otras no tanto… un repaso por la vida de todos, ya que Flor será, en un par de meses, la flamante mamá de Olivia, quien participó activamente de esta charla desde la panza. Hubo un tiempo para acordarse de Ana y Rosa, esposas y puntales de nuestros entrevistados mayores. 

Al irme, tuve la asombrosa visión de ese mismo lugar 37 años atrás; Jorge levantaba las paredes del astillero junto a su Felipe, su padre, entre montañas de tierra y escombro. Tenía algo menos de la edad de su hijo. Hoy puedo decir totalmente convencido, una frase que Jorge dijo alguna vez: el éxito es apenas algo más que suerte envuelta en trabajo arduo. Vaya que lo fue.  

barcos@barcosmagazine.com

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