Home / Edición digital  / Náutica en tiempo de Coronavirus

Náutica en tiempo de Coronavirus

Miles de veces hemos leído o escuchado esta frase: “¡ Paren el mundo, me quiero bajar!”. Y por primera vez en la historia moderna esta frase es la mejor explicación de lo que pasa hoy, de lo que el mundo está viviendo por estas horas, lo que estamos experimentando en el minuto a minuto de este marzo de 2020. El mundo se está deteniendo de verdad.

Ni la peor de las guerras, o un fenómeno climático que genera desastre imponderable, un ataque terrorista de extrema brutalidad o simplemente la vida diaria en las sociedades más desamparadas y castigadas han inmovilizado a todas las sociedades del globo en tiempo real, sea por precaución, temor o simplemente por no saber qué hacer ante estas circunstancias.

No estamos hablando de un problema genérico o algo temporal… hablamos sencillamente de exponerse a la muerte a causa de un virus que se contagia en forma sencilla, por estar cerca o en contacto con un portador que ni siquiera lo advierte.

Tamaña pesadilla, trama perfecta para una buena película de cine, de esas que acostumbramos ver mientras ni siquiera pensamos que remotamente sea posible; hoy lo es… existe y de alguna manera, estamos asistiendo a un evento mundial, histórico, peligrosamente mortal, inédito en tiempos modernos, donde la información viaja en segundos de un continente a otro. El mundo se está deteniendo, pero de verdad, nunca visto antes: vuelos suspendidos, aeropuertos cerrados, hotelería, empresas cerradas; comercio internacional paralizado por bolsas internacionales en stand by debido a las pérdidas mundiales; puertos comerciales sin actividad, suspensión de eventos deportivos, comerciales, religiosos, profesionales, escuelas y universidades cerradas, cruceros de placer sin ser recibidos en los puertos… todo se encuentra en modalidad Off…

Tal vez, y sólo tal vez, cuando esta nota se publique, la realidad podrá ser mejor. O no. Nadie lo puede saber. En lo personal siempre creo que lo que sucede en cada segundo de nuestras vidas es simplemente el resultado del factor humano, de nuestras acciones o ajenas, individuales o colectivas. El tiempo lo dirá.

En caso de pensar en Dios, para quienes no somos agnósticos, podríamos agradecer que al menos, hasta hoy, los niños no son víctimas de esta pandemia…aunque desde hace bastante mucho millones de pequeños de todo mundo la están pasando muy mal antes de la aparición de este virus…

De cualquier manera, semejante introducción que refleja en forma mínima todo lo que circula en las redes, es sólo un avance de lo que realmente me gustaría compartir porque, pandemia de por medio o no, somos gente del agua, somos nautas y sería muy bueno, ahora que tendremos tiempo muerto para estar en familia, tal vez con menos trabajo o haciéndolo desde casa, pensar un poco en nuestro medio, nuestro habitat.

Ya que una pandemia puede contaminar el aire y destruir la vida… ¿Cómo andamos con nuestros ríos y mares? ¿Qué tal los plásticos en suspensión? Y sobre el plomo y otros ácidos que volcamos desde las clocas clandestinas que llegan al río… ¿algo nuevo bajo el sol?

¿Recordamos que el agua donde flotan nuestros barcos está totalmente contaminada y nada sucede para que ello mejore? Y que esa misma agua es procesada para poder beberla… con controles estrictos claro pero… ¿mejoramos la calidad de nuestros ríos, mares, lagos y lagunas? ¿Estamos entendiendo el mensaje de la naturaleza? ¿Estamos entendiendo que no hacemos nada?

¿Quién garantizaría que en los próximos diez o veinte años nuestras aguas estarán mejor que hoy? Y no hablamos de un virus salido de un laboratorio, hablamos de fluidos que se vierten al río y son literalmente mortales, convivimos con ellos en cada fin de semana del año…

Flora amenazada, millones de peces que podrían morir, fauna costera y de isla que no tienen posibilidad de subsistencia. El agua contaminada destruye la vida.

Ahora que tenemos tiempo… podemos pensar al respecto. ¿Qué hacemos con nuestra aguas?, con ese recurso de vida que además nos permite el placer de navegar, de disfrutarlo…

Tal vez, sería buen momento de pensar en el mañana, que con los tiempos que corren el mañana es apenas un puñado de tiempo futuro. La matemática es demasiado simple para entender el tema: más población, más necesidad de agua, más consumo,  más contaminación. Más del 80% del agua que existe en tierra vuelve al río, y la mayor parte de las veces, con químicos, elementos pesados, materia fecal no procesada, aceites y miles de contaminantes diluidos en aguas barrosas.

Hablar con los hijos, entender la problemática, goglear cuales son la enfermedades transmitidas por el agua, qué hacer para prevenirlo, buscar información sobre que se hizo en el mundo con cultura náutica avanzada para modificar los patrones y conductas contaminantes… orientarlos, educarlos y tomar cartas sería un buen comienzo.

Mientras escribo, una noticia de último momento se asoma para darle otro sentido a esta nota, una lucecita que titila y predice que algo puede cambiar: leo en mi pantalla “Canales de Venecia con aguas limpias y peces por el confinamiento del Covid-19”.

“El agua en los canales se vuelve transparente, la contaminación disminuye y la naturaleza sigue su curso. El coronavirus empuja a todos a cambiar su estilo de vida de ahora en adelante ”; “vecinos, autoridades y expertos destacan que la reducción de las actividades turísticas, comerciales e industriales como consecuencia de las medidas de contención de la pandemia permiten que los canales reciban estos días menos contaminantes”.

Con el mundo en punto muerto, los ríos volverán a sus cauces normales y serenos, las fabricas no verterán sus desechos clandestinos como afluentes contaminantes, los peces serán dueños otra vez de sus espacios, sin capturas descontroladas, menos tráfico y combustibles sobre el agua, menos desechos flotando… menos smog, menos ruido, mas verde, más fauna, mas flora…

El Coronavirus mata, es verdad, pero le está dando un respiro al ecosistema. Este tiempo sin actividad será, en siglos, un respiro único para todo el planeta.

Como mi abuelo decía, “todo  pasa”. Y el Coronavirus pasará, dejando un trago amargo, tristeza y un nuevo orden mundial, un nuevo comienzo.

Pero será seguramente, con mejor aire, quizás con cambios que nos asombren para bien, simplemente porque no se contaminó la atmosfera por unos días. A partir de allí, será de verdad nuestra responsabilidad de cuidar nuestro espacio… involucrarse es el tema, no importa  dónde. Y no hace falta hacer secretarías, una ONG o burocracia pura. Es necesario actuar desde los lugares existentes, con voz firme, con propuestas, con ejemplos, con  compromiso y con la Ley, siempre. Aunque llegue tarde, la Ley nos protegerá si el reclamo es justo.

Entendamos que el agua puede ser tan contaminante como el aire, o tal vez más. Hagamos de nuestro tiempo disponible y de nuestro temor a lo desconocido una buena excusa para hacer algo por nosotros, por nuestro medio ambiente, por nuestra forma de vida libre y placentera que nos regala el agua en nuestra navegación.

La historia enseña que de cada evento, luego de superado, deja una enseñanza: la primera es saber cómo superarla (supervivencia pura), la segunda es avaluar lo perdido (estadístico), la tercera es saber por qué se llegó a ese límite (responsabilidades) y la cuarta es tomar los nuevos recaudos para empezar a escribir una nueva historia (compromiso).

Hagamos un pacto: involucrémonos, hagamos de esta experiencia traumática mundial del Coronavirus nuestro mejor esfuerzo para superarla y, en forma paralela, hacer un compromiso real, estudiado y generoso por evitar que tengamos que experimentar con el agua problemas que no tendrán, en algún punto, posibilidad de volver al punto de origen.

Recomiendo lecturas: Goglear “Rios contaminados que fueron recuperados”; “ Londres: como el río Támesis fue rescatado de la muerte – BBC”; “Los diez Ríos más contaminados del Planeta”; “Lagos contaminados del mundo”

 

Por Gustavo Revel

barcos@barcosmagazine.com

Review overview