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Miedo al miedo

Miedo a que el tiempo pase o a dejarlo pasar, a que terminen las clases o a que no empiecen; a que el trabajo acabe o a no empezarlo; a contagiar al otro o a hacerme contagiar; a que se escape mi perro o a hacerlo escapar; a que me dejen de querer; a que me engañen; a engañar o a hacerme engañar. A la vejez… En suma, miedo al miedo.

El miedo será un progresivo punto de llegada en el proceso de nuestra constitución subjetiva, una señal de alarma ante un peligro inminente sin la que nos encontraríamos desguarnecidos e indefensos. Advertencia ante un peligro para preservar nuestra integridad, imaginario o real. Llevado a un extremo nos deja inexplicablemente paralizados, sin palabras, para poder obrar a través de él.

Miedo a perder lo que creíamos asegurado, aunque no por nada se suele decir que a Seguro se lo han llevado preso. Miedo a sentirnos desinstrumentados ante lo nuevo, cuando en realidad ha sido el tránsito de lo nuevo lo que nos ha permitido ir adquiriendo recursos o instrumentos. El miedo es un sentimiento ahistórico y representa un entramado de significaciones inconscientes ligadas a la emergencia de una pulsión interior. Se trata de la vida misma que empuja desde lo más hondo para que hagamos obra con ella.

Enfrentados al miedo, algunas veces damos un paso atrás al modo de, “soldado que huye, sirve para otra batalla”, aunque irremediablemente habremos perdido ésta.

Otras veces intentamos prevenirnos del peligro, como la mujer que pretendía sostenerlo todo y a todos en su vida, hasta que un día al bajar unas escaleras se dijo, “Aquí me puedo caer”, al tiempo que rodó escaleras abajo.  Este ejemplo muestra como nuestros temores nos tocan el cuerpo.

O vamos hacia él desafiantes, como el impresionante velero Hugo Boss de Alex Thomson,  que acercándose al huracán Theta va en busca de más vientos en medio del Océano Atlántico. “No tenemos miedo de hacer las cosas de manera diferente. Puede que no siempre lo hagamos bien, pero lo reconocemos. No tenemos miedo de explorar cosas que no se han hecho antes”, dijo el patrón galés a expansión.com, en una nota que explica como el velero desafía el principio de Arquímedes en busca de velocidad.

Sea cual fuere la actitud que adoptemos, es indudable que hay una estrecha relación entre el miedo y el deseo. El miedo es indicador de un peligro, y la angustia que a veces conlleva nos hablará de un deseo en juego. Esto es lo que debemos escuchar cuando de éste se trata.

Resistir a los temores es retenerlos y resistir a lo que hay en juego en lo más propio, al deseo mismo. Usar el miedo como eso inquietante que nos lleve a interrogarnos con la escucha de un analista, permitirá desplegar y mover ese entramado de significaciones y lo irá disipando, a la vez que nos reencausará en la emergencia de lo nuevo,  de un deseo decidido.

Arriesgarse a atravesar nuestros miedos en un análisis tal vez implique perder un poco el equilibrio estático que se tenía momentáneamente, ese adormecimiento que aletarga, pero no arriesgarse es perderse a uno mismo.

Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA. Psicoanalista.
MN32057 MP93880
Cel 1140234163

barcos@barcosmagazine.com

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