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La siembra de agua, una técnica milenaria eficaz para enfrentarse a la sequía

Dicen en Perú que el que cosecha agua sin haberla sembrado es un ladrón 

La frase está llena de significado. En España tenemos un par de millones de pozos que cosechan agua subterránea sin que sus propietarios sepan que el agua también se siembra. Los pueblos quechuas y aymaras lo hacen en los Andes desde hace más de mil años mediante la construcción y manejo de amunas, cochas y bofedales, entre otros sistemas. También se siembra agua en Sierra Nevada, España, desde la época de Al-Ándalus, mediante las acequias de careo.

Un método verde y eficiente frente a la sequía

Las investigaciones que realizamos desde el Instituto Geológico y Minero de España del CSIC muestran que son sistemas realmente eficientes y válidos para enfrentarse a la sequía y afrontar los retos que plantea el nuevo escenario climático.

El sistema de siembra y cosecha es sencillo. Consiste en derivar e infiltrar agua en el subsuelo y recuperarla en otros lugares unos meses o años después. No se trata de implorar a los dioses para que llueva ni de levantar megaestructuras de hormigón, se trata de conocer los sistemas naturales de la Tierra y aprovecharlos sin dañarlos para que el agua no deje de brotar.

Un día más sin lluvias

Las precipitaciones dejaron de producirse en Sierra Nevada allá por el mes de marzo. Hace meses desaparecieron los neveros en sus cumbres y algunas de sus lagunas emblemáticas se han secado. Pero sus ríos, sus manantiales y las fuentes de sus pueblos siguen brotando con abundante caudal.

¿Por qué se da esta singularidad en Sierra Nevada? La respuesta es sencilla: los habitantes de la montaña semiárida más meridional de Europa aprendieron a sembrar y a cosechar agua hace mucho tiempo, más o menos unos mil años, cuando las condiciones climáticas eran muy parecidas a las actuales.

¿Qué significa sembrar y cosechar agua?

La siembra y cosecha del agua es un concepto acuñado en Andes peruanos, donde se realiza desde antes de la llegada de los españoles. Con procedimientos ancestrales se recolecta el agua de lluvia y el agua de escorrentía superficial para infiltrarla (es decir, sembrarla) en los acuíferos. Cierto tiempo después el agua se recupera, se cosecha, a través de manantiales o en los ríos, y mediante la construcción de pozos y galerías.

En Sierra Nevada se siembra y cosecha agua desde la época de al-Ándalus, mediante infraestructuras conocidas como acequias de careo.

Las acequias de careo son canales excavados en el terreno, sin revestir, algunos con más de 10 km de longitud. Estos canales están diseñados para conducir el agua procedente del deshielo de la cabecera de los ríos de montaña e infiltrarla donde es necesaria, llegando a los acuíferos que se desarrollan en las partes altas de las laderas.

Sima de las Albarradas, en Mecina Bombarón (Granada) donde se han medido caudales de infiltración de 600 litros por segundo, aportados por la acequia de careo de Bérchules. Blas RamosAuthor provided

Después de unos meses llega la cosecha

El agua se infiltra en las acequias a lo largo de su recorrido y en determinadas zonas concretas conocidas localmente como simas, calaeros o matas. El desfase de tiempo, que normalmente es de algunos meses desde que se siembra hasta que se cosecha, se debe a la lenta velocidad de circulación del agua subterránea por el subsuelo. Este retardo en su salida hace que los manantiales y ríos tengan un caudal prácticamente constante a lo largo de todo el año, sin que se sequen nunca.

El sistema permite modular el caudal de los ríos como si fueran embalses. Sin necesidad de hormigón, sin aportes de energía externos (funcionan con la fuerza de la gravedad), sin necesidad de importar tierras raras ni minerales estratégicos de otra parte del mundo. Sencillo, verde y eficiente.

La cosecha permite abastecer con agua potable de excelente calidad a las poblaciones serranas y al ganado; permite el riego de cultivos y pastos durante los periodos secos y contribuye al mantenimiento de innumerables ecosistemas asociados y al incremento de la biodiversidad.

Buena parte de los robledales y castaños de Sierra Nevada dependen de los careos. Pero, además, su mantenimiento colectivo, realizado por las comunidades de regantes, contribuye a aumentar la cohesión social y a generar unos paisajes culturales que son una de las señas de identidad de esta Reserva de la Biosfera.

Sin estos canales de agua ancestrales, todos estos pueblos serían un secarral la vida allí no sería posible.

Acequiero de la Comunidad de Regantes derivando el agua de la acequia de Bérchules para su infiltración en la sima de las Arroyadas.

Se consigue infiltrar el doble de agua que en otras montañas

Las investigaciones lideradas por el Instituto Geológico y Minero de España del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IGME-CSIC) han demostrado la eficiencia, la antigüedad y la resiliencia de este sistema ancestral de recarga de acuíferos. Hemos comprobado que el agua que se infiltra en los acuíferos de Sierra Nevada duplica a la que se infiltra en otras montañas similares.

El sistema tiene un alto potencial para contribuir al logro de buena parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la UE. Así lo ha entendido la UNESCO, que ha reconocido a las acequias de careo de Sierra Nevada como el primer sitio demostrativo de España y uno de los treinta a escala mundial donde se hace un manejo ecohidrológico del agua.

Técnicas que pueden multiplicarse

En España tenemos sistemas muy parecidos en peligro de extinción, en los que estas técnicas podrían replicarse. Es el caso de las pesqueras de la Sierra de Gredos el de las caceras de la Sierra de Guadarrama o el de las zayas de la comarca de La Valduerna, en León.

En los Andes, donde la panoplia de sistemas de siembra de agua es espectacular (amunas, cochas, tapes y bofedales, entre otros), las administraciones públicas y los gobiernos nacionales apoyan su recuperación y réplica.

La investigación de estos sistemas, que han logrado llegar a nuestros días pese a los importantes cambios climáticos y sociales, debería ser útil a los planificadores para contemplar otras formas de manejar el agua que no se enfrentan a la naturaleza, sino que trabajan de su mano.

 

Por: Juan Jose Durán Valsero, Profesor de Investigación del CSIC, Instituto Geológico y Minero de España (IGME.CSIC) y Sergio Martos-Rosillo, Científico Titular del CSIC.

barcos@barcosmagazine.com

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