Se podría escribir un libro sobre las virtudes de Gregorio Fabiano. Creo que no hubo capitán más generoso que él en aguas rosarinas y más allá también. Un excelente armador de barcos: todos sus CUIQUE SUUM (“A cada cual lo suyo”) fueron embarcaciones maravillosas hasta en los más mínimos detalles.
Pero lo rescatable de su paso por esta vida, lo importante, lo vital, fue su don de gente. Siempre dispuesto a ayudar desinteresadamente a quien se le acercara. Lamentablemente yo lo empecé a tratar recién hace unos pocos años cuando ingresó al Yacht Club Rosario pero a partir de entonces trabamos una linda amistad cafés de por medio semanalmente en la SHELL de Corrientes y 27 de febrero. Siempre lo consultaba sobre todo en el tema motores y otras yerbas náuticas ya que él era un libro abierto en este tema.
Querido Gregorio: no sé qué palabras usar para despedirte sólo quiero que no te quepan dudas que mientras estuviste entre nosotros dejaste tu impronta en todo lo que estuvo a tu alcance.
Te llevas nuestro cariñoso recuerdo porque fuiste un GRANDE así con mayúsculas, de los que no abundan sobre todo en nuestra época.
Estoy seguro que estés donde estés seguirás navegando con buenos vientos en muchos CUIQUE SUUM más.
Gracias por brindarme tu amistad, creo estar hablando en nombre de todos los que te conocimos.
Hasta que volvamos a vernos navegando.
Por Alvaro Casals