Home / Relatos  / GIPSY2

GIPSY2

Las vueltas de la vida…

Por Ezequiel Sunblad

Hace más de una década y media el Mago del Sur entraba al puerto de Mar del Plata, herido luego de que una freeky wave (ola loca) lo golpeara por una banda rompiendo  una ventana del pilot en su regreso desde Malvinas.

Apareció de la nada un viejo carpintero naval, Horacio Fuentes y le realizó una reparación de emergencia para que el barco pudiera seguir su derrota a Buenos Aires.

Las vueltas de la vida hacen que hoy le podamos devolver el favor a Horacio, como decimos la vida es un boomerang: tirala que vuelve (la buena onda).

Todo comenzó con un mensaje que recibimos de Cristian, uno del grupo de Malvinas que fue contactado por la hija de Horacio quien, muy angustiada solicitaba ayuda para saber el paradero de su padre.

Resulta que el Gipsy II, un doble proa diseñado por Campos en 1932, había zarpado del puerto de Imbituba con destino a Rio Grande do Sul hacía ya ocho días y se suponía que debían de realizar las 300 millas en unos cuatro días, más o menos y no se tenían noticias del velero ni tripulación.

Viajaban a bordo Horacio, de setenta y cuatro años, Daniel de sesenta y dos y Martín, de cuarenta y dos años.

Una rápida ojeada por Google nos mostraba un video filmado unos días antes de zarpar en Porto Belo donde se veía el mástil en malas condiciones y a ellos realizando un reparo que se veía un poco casero.

Eso generó la angustia de más de un navegante y familiar, ya que todavía está presente lo acontecido al Tunante y varios argentinos más navegando por estas aguas.

Se activó el SAR, la familia desesperada contactó a Prefectura, Cancillería que a su vez avisaron a la Marina Brasilera y la rueda comenzó a girar.

Por suerte, el Gipsy II no había pedido ayuda en ningún momento y, si bien un temporal del sur les dio algunos dolores de cabeza, llegaron a Rio Grande do Sul por sus propios medios.

La marina de Brasil activó un alerta a todas las embarcaciones en la ruta del Gipsy II para que estén atentos en caso de verlos y un pesquero, que entraba al puerto los vio y les tiró un cabo para poder entrar más rápido, contra la corriente que siempre hay saliendo de la Laguna dos Patos.

Cuando apareció la información de que el barco estaba en Rio Grande do Sul,  decidimos con Flor ir a dar una mano y ver en que podíamos ayudar.

Hicimos las dos horas de viaje desde Sao Francisco do Sul y llegamos al Rio Grande Yacht Club,  donde el barco no estaba, de ahí al Museo, tampoco, nos informaron que la Capitaneria dos portos los estaban buscando también, pensé en un minuto en un fake news de algún colgado y nos preocupamos al recorrer la costa de la ciudad y no encontrar el Gipsy por ningún lado.

Se me ocurrió ir hasta la escollera de entrada, distante treinta kilómetros de la ciudad y cuando estábamos llegando, a lo lejos vimos un mástil que no era de pescadores, nos desviamos y cruzando entre casas precarias llegamos a un muellecito donde estaba amarrado el Gipsy II.

La alegría de encontrarlos fue inmensa y la de ellos también al tener alguien que les diera una mano. Luego de ponernos al día pudimos constatar que estaban de muy buen humor y ánimo a pesar de los once días que les demandó la navegación.

Salieron con un buen parte para cuatro días, pero dos días de calma y un alternador que no funcionaba los demoró.

Al no poder arrancar el motor, se atrasaron y los agarró un temporal del Sur que sopló duro, lo quisieron capear pero la trinqueta se rompió, luego rompieron la botavara, para colmo no les funcionaba el timón de viento y tuvieron que estar al timón continuamente, esto llevó a partirse la caña del timón.

Con el movimiento se les contaminó el agua potable al entrar agua salada en los tanques por una tapa mal cerrada.

Compraron una garrafa de gas que vino cargada con agua y se quedaron sin gas.

Ni contarles la de humedad adentro del pequeño barquito de sólo diez metros.

A pesar de todo la moral era alta y estaban de muy buen ánimo.

Sin demora empezamos a solucionar problemas, primero volvimos con el auto hasta Rio Grande do Sul para buscar gas, por suerte a pesar de ser domingo y luego de varias vueltas encontramos un lugar que nos vendió una garrafa.

Luego sacamos la batería del velero y la cargamos conectada al auto. De esa manera pudieron arrancar el motor y mover el Gipsy II al muelle del Museo Hidrográfico.

Nosotros nos volvimos al Mago del Sur y los dejamos acomodarse dos días.

Cuando salió el sol volvimos al Gipsy con todo lo que nos habían pedido para hacer los reparos, el bauprés se había roto durante el remolque entrando al puerto.

La lista de shopping incluía unas cuantas maderas y Divino, el dueño del astillero nos donó muy amablemente para Horacio y tripu.

-A ver… una madera dura para la caña, llevate esta que es la ideal, para reparar la botavara se puso a buscar en su secadero personal, -Este cedro es liviano y flexible te va a servir bien para esa reparación, este bloque para el bauprés-. -Llevate estos sargentos que sirven para empatillar las piezas-.

Agarre todas las herramientas que solicitaron más algunas extras, por las dudas y con el golcito del viejo, cargado a tope volvimos las dos horas de viaje al muelle del museo. La cara de sorpresa al vernos llegar era la de chicos abriendo los regalos de navidad 🙂

Rápidamente, Martín y Daniel se pusieron a realizar las reparaciones necesarias, mientras nosotros llevábamos a Horacio a Receita Fede-ral para hacer los trámites que fal-taban de salida. Nos pasamos todo el día buscando cosas, entre ellas un nuevo alternador para el motor del Gipsy II.

Al anochecer nos volvimos nuevamente al Mago, dejándole las heramientas que necesitaban y las volvimos a buscar dos días después. Les prestamos nuestro rastreador satelital para poder mantener informada a la familia y amigos. De esa manera no habría posibilidad de malentendidos y, en caso de necesitar ayuda, la podrían activar ellos mismos y no desde tierra.

Les mostramos qué programa de meteo usábamos y cómo hacer para ver los pronósticos, ya que, como muchos navegantes sólo usan pronósticos muy básicos.

Cuando quisieron zarpar los frenamos unos días hasta que las condiciones fueran ideales, ya que si bien el barco había quedado bastante bien reparado, la cosa no estaba para hacer locuras, en esta época con corriente y vientos predominantes al Norte hay que buscar la ventana bien para poder ir al sur.

En una de esas ventanas llegaron a La Paloma y luego, en un viaje relámpago de dos días y medio llegaron de la Paloma a Mar del Plata donde el Gipsy II descansa y va a recibir un merecido mantenimiento general a manos de unos expertos carpinteros navales como son Horacio y Martín.

Felicitamos a la tripulación del Gipsy II por sobreponerse a las situaciones difíciles y seguir adelante con sus sueños, teniendo el sentido común de esperar cuando había que hacerlo y haber tenido la paciencia hasta que llegó la ventana de clima ideal para ellos.

Mientras nosotros seguimos con los mantenimientos invernales y como siempre sucede, uno calcula un mes y terminan siendo dos o tres 🙂

Ya volveremos a surcar los mares en búsqueda de nuevas aventuras.

barcos@barcosmagazine.com

Review overview