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Familia empresaria

Astillero ITSAS – BERMUDA 

Detrás de una marca hay un producto. Y cuando ese producto es reconocido, no sólo se trata de éxito. Detrás siempre hay una historia de esfuerzos, triunfos, sinsabores y más esfuerzo. Bermuda es el nombre, don Virgilio Percaz su creador y dos generaciones que mantienen intacto, como marcado a fuego, la impronta que su padre y abuelo les legó: esfuerzo, honestidad, trabajo y calidad. Estuvimos junto a los Percaz, en una charla abierta y sincera sobre su propia historia que compartieron gentilmente conmigo, retribuyéndoles este pequeño tributo.

Gustavo Revel – Fotos: Gustavo Revel / Flia. Percaz
Virginia Percaz junto a su hijo Sebastián Sica, sobrino Manuel Percaz y su hermano, Eduardo Percaz.

Cada nuevo reportaje que realizo me transporta al pasado. Y cerrando la charla, al futuro. Es un buen ejercicio mental el tratar de imaginar cuánto esfuerzo realizaron los que los precedie-

ron, en otro contexto de país y mercado (el cual parece ser una infinita historia repetida), con medios tal vez más simples o rudimentarios, con mucha imaginación y creando soluciones propias a todo los problemas que se presentaban. También descubro el poder que tenía el dar la palabra, el reconocer que un colega de la competencia era un amigo y no un enemigo a derrotar, que había mercado para todos y la ayuda podía ser mutua, y muchos valores más. Hablando de futuro, las nuevas generaciones proponen más profesionalismo, orden, prioridades, mejoras constantes. Protocolo familiar, como alternativa de eficiencia a futuro no demasiado lejano. Tal vez, Don Virgilio haya hecho un buen trabajo. En esta charla Virgilio estuvo presente en boca de todos sus descendientes, iluminando sus rostros al nombrarlo y contar sus miles de anécdotas que son, sin lugar a dudas, los mandamientos empresariales que hacen de Itsas una empresa equilibrada, de una familia que intenta definir para si misma el gran paradigma de estas pequeñas industrias: pasar de empresa familiar a ser familia empresaria.

Barcos: ¿Cómo empezó la empresa?

Virginia Percaz: La idea fue un señor que vislumbró el negocio, junto a otro que aportó el capital y nuestro padre, Virgilio Percaz, que fue quien cristalizó el proyecto con su trabajo. Así nació el astillero. Eso fue en mayo de 1961 cuando nace Náutica S.A. 

Barcos: ¿Había cultura náutica en la familia, eran nautas o el astillero empieza a funcionar como venta de un producto?

V.P: No. Nuestro padre era un coronel retirado. Empezamos a conocer la náutica e integrarnos a partir de este proyecto. Las lanchas eran un producto, y empezamos de cero. Para papá fue un trabajo sobre el proyecto de un señor que tenía una empresa de metalmecánica llamada Wecheco.

Eduardo Percaz: Papá, que trabajaba sin límites de tiempo, hablaba del astillero como “la fábrica”, pues entendía que la producción seriada se hacía en fábricas, como los autos.

V.P: Con el tiempo y trabajando empezaron a salir las primeras lanchas Bermuda, y así fuimos multiplicando la producción de todos los modelos que iban naciendo. Con el tiempo, mi padre compró a sus socios la parte de cada uno. Recuerdo que una parte de la sociedad pudo comprarla sin mayores problemas y bastante rápido, pero con la parte faltante realmente sangró, fueron muchos años para poder pagar los famosos documentos a largo plazo. Pero lo hizo.

Barcos: ¿De dónde proviene el nombre Bermuda, tan arraigado en nuestro medio que identifica sus lanchas? 

E.P: Todos preguntan el origen…

V.P: Sí, entendemos que fue un lugar que le había gustado, o comercialmente tenía fuerza y se identificaba con el medio. En verdad no tiene una historia definida, pero sí ha cumplido su cometido. Bermuda es sinónimo de una marca a través de los años.

Barcos: Por esos años el plástico reforzado con fibra de vidrio empezaba a ser el protagonista absoluto de la náutica; ¿siempre fueron fabricantes?

E.P: Desde siempre. Una de las pri-meras lanchas que sorprendió a todo el mundo fue la Bermuda Safari que era un trimarán espumado interiormente, de una solidez increíble, y era novedoso por ser trimarán, de bajo francobordo, muy cómodo y veloz, estable. Muy solicitado.

Barcos: Igualmente el portfolio de embarcaciones era muy amplio, desde botes de pesca a lanchas de variada eslora…

V.P: Sí, siempre tuvimos lanchas; recuerdo algunos modelos en gene-

ral, como la Senior (era un especie de ropero), Rabbit, Yarará, Hooker, Lacruz, Elynx, Sabre, Marama, Cobra, Clout y la Caribbean, nuestro producto insignia…

Manuel Percaz: Super Sport, la Mark, la Eagle, entre otras, además de los modelos actuales… será algo así como treinta modelos.

Barcos: ¿Cuáles fueron los lugares donde se estableció el astillero en todos estos años?

E.P: Fueron tres lugares que recuerdo bien: Avenida Maipú, Boulogne y Puerto de Frutos, en el Tigre. Hoy en Tigre.

M.P: Es importante destacar que no demasiados años después del inicio, el astillero representó a la OMC (Outboard Marine Corporation) con sus motores Evinrude, motivo por el cual, siendo distribuidor exclusivo de esa línea de motores el astillero cobró un vuelo distinto, su posicionamiento fue crucial…

V.P: Yo acompañé a papá en 1965 a OMC. Nosotros vivimos de muy chicos un tiempo en Estados Unidos, nos fue bastante simple comenzar los contactos comerciales por esos años.

Barcos: ¿Qué recuerdan de esos años iniciales respecto del sector, de la industria en general? ¿Cómo era nuestro ambiente náutico?

E.P: La lucha contra los impuestos…. (risas). Siempre fue difícil. Fue lo que ori-ginó la constitución de Cacel (Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones Livianas) de la que mi padre ha sido socio fundador, donde trabajó arduamente por más de una década, además de coparticipar en FINA (Federación de la Industria Naval).

V.P: Yo recuerdo claramente a los astilleros como Regnícoli, familia que queremos muchísimo, Pagliettini, que era muy, muy fuerte en ese momento, los Canestrari… era todo muy distinto… Yo creo que mi papá veía, como te dije antes, la construcción de lanchas como industria, como fábrica, dejando de lado la artesanía que por esos años era verdadera. 

Sebastián Sica Percaz: Nosotros nacimos como industria plástica, los demás astilleros provenían de la madera, era una época de transición, por eso nuestro proceso constructivo era más “fábrica”, sin tantas partes que ensamblar, los hoy llamados procesos y procedimientos eran mucho más ágiles…

V.P: Sí, una fábrica de lanchas. 

M.P: Otro tema que al abuelo le preocupaba era la importación de los motores: era muy complejo…

E.P: Sí, era complejo… en 1965 papá y Virginia fueron a Estados Unidos y ya éramos representantes de los motores Evinrude. La OMC fabricaba los motores Johnson, representados por Casa Stewart y la marca Evinrude quedó representada en nuestra firma. Nosotros teníamos las embarcaciones para colocar cada motor, y esa fue una gran diferencia, además de papá…

V.P: Papá creó un vínculo muy fuerte en OMC, producto de su calidez y claridad mental. Era un tipo encantador. Te hablaba y te dejaba con la boca abierta, su personalidad era arrolladora… somos tres generaciones que no le llegamos a sus talones. 

Barcos: ¿Cuando los motores llegaron al país, los Evinrude, hubo una modificación importante en la producción del astillero?

E.P: Sí, pues era mucha la información nueva. La instalación de los motores requería mucho estudio de tiempos y rendimientos. En ese momento era una aventura…

M.P: Una revolución, pues el hecho que se estudiara y se documentara era nuevo. 

S.S: Mi abuelo era un gran “anotador”; el llevaba registro de absolutamente todo.

E.P: Totalmente. El anotaba que tal modelo tenía esta altura de motor, rendía “X” litros a “X” velocidad con tal carga y con tal hélice… modelo por modelo, lancha por lancha… incluso había que compensar el giro de hélice, desplazaba un poco el motor para evitar escoras con hélices de mayor tamaño. Era el verdadero motor del astillero. Nada quedaba suelto. Nunca.

Barcos: Seguramente don Virgilio los quería en “la fábrica”, pero quisiera saber cómo los fue integrando a la misa, a sus hijos en primer término…

V.P: A los 16 años yo empecé pegando estampillas en las miles de cartas que se enviaban…

E.P: No lo puedo precisar cuándo fue porque papá nunca dejó de trabajar en el astillero, era obsesivo, jamás largó…

V.P: Debimos hacer un gran esfuerzo para “desconectarlo” un poco del astillero ya que estaba grande y con problemas de salud, con su corazón… recuerdo a Manuel a su lado…

M.P: Sí, yo terminaba de trabajar en el astillero e iba a verlo para informarle, contarle y preguntarle cosas que hacíamos en la planta, todos los días. Yo empecé a trabajar en 1990 y él falleció en 1994; junto a Sebastián trabajamos algo más de dos años, a la par… tenía un vuelo increíble.

S.S: Se exigía a él mismo y te exigía a vos con su propio ejemplo. Tenía una capacidad de trabajo que agotaba a todo el mundo… era increíble. Lo recuerdo todo el día dando vueltas en planta, llegaban los motores, él mismo abría los containers con el embarque de motores, siempre estaba presente, siempre.

V.P: Sábados y domingos se iba a hacer papeles a la fábrica.

M.P: La época dorada fue entre el 1979 y 1981, se llegaron a fabricar unas 130 lanchas en el mejor mes. Se tercerizaban modelos, es decir, la fabricación de plástico, porque no se daba abasto…

E.P: Regnícoli nos ayudaba con la producción, gente de primera… les debemos mucho.

V.P: Son extraordinarios… tenemos un gran recuerdo de esa época. Mirá hasta qué punto había trabajo que yo trabajé mis primeros años en Náutica, luego fui azafata en el exterior y finalmente trabajé unos 12 años en Austral. En esos tiempos los gerentes de Austral me llamaban, sabiendo que mi familia era la fabricante, para ver si podía interceder para acelerar las entregas de las lanchas… 

EP: Y papá, con un ceremonial muy simple decía: “la orden de producción es ésta y acá no hay privilegios para nadie”.

Barcos: Entiendo que Don Virgilio fue el todo del astillero, pero, ¿cómo se orientaban o hacían un estudio de mercado para saber qué nuevo modelo debían incorporar a la producción?

EP: Papá miraba lo que navegaba y se formaba mentalmente una foto. Luego miraba en revistas las publicaciones de todos lados, de lo que se hacía en el extranjero. Tomaba conceptos tan simples como seis personas sentadas, o comiendo, ocho plazas, cuatro… trailereables etc. ¿Qué auto la debería remolcar? Entonces no debía pasar de tal peso… ¿y qué motor sería el ideal?, y ¿el centro de gravedad del trailer?…

V.P: Todo eso además de sacar los infinitos costos. El pensaba en todo, la velocidad de fabricación, las horas hombre… Era increíble, trabajaba en equipo. Se rodeaba siempre con gente que era generaciones una o dos menor que él. Todos eran gente joven, de nuestra edad.

E.P: Las campañas publicitarias eran tremendas, Bermuda debía estar en todos lados.

Barcos: Quisiera resumir como fue la transición de Don Virgilio a ustedes para luego pasar a las generación actual.

E.P: Un día decidió, así nomás…  “mañana, a las 8 de la mañana venite a la fábrica, que tenés nuevas tareas para hacer”. Punto. No se discutía.

V.P: Era ley, pero sabía escuchar y, si dabas opciones alternativas, las evaluaba. Pero era abierto. Pensá que yo con 21 años me fui a trabajar a Braniff Airlines en Estados Unidos, y vivir a Dallas. No le habrá gustado nada, sin embargo no sólo lo aceptó, sino que se vino a pasear y vivir conmigo unos días… creo que era más abierto al respecto a que sus hijos vuelen y hagan su propia vida, que mis hijos hoy respecto de mis nietos. Era un adelantado para esa época.

E.P: Yo tengo una carta protocolar que guardo con mucho respeto y admiración, entregada en mano cuando papá fue a trabajar a Estados Unidos, que le daba la bienvenida a su nuevo cargo en la embajada argentina por parte del presidente Eisenhower… nosotros teníamos entre 5 y 11 años cuando vivimos en Washington. Vivíamos frente a un bosque en Chevy Chase, recuerdos increíbles, dos años de escuela allí…

Barcos: Ahora bien, ¿cómo cedieron a la tercera generación el astillero?

V.P: Fue posteriormente a una dura crisis económica que nos tocó vivir como a tantos otros. Fueron los chicos quienes nos propusieron hacer los cambios necesarios, ya que ellos se formaron en la vieja empresa y, con reales convicciones que tienen en esa nueva fuerza generacional, querían cambiar y refundar el astillero. Así fue y estamos orgullosos de ellos, de cada uno de ellos, de su gran esfuerzo y trabajo sin pausas.

E.P: Creo que fue bueno, visto en perspectiva, que la familia siempre se involucró en la empresa y siempre empujaron para delante.

S.S: En realidad, todos estábamos trabajando en el astillero y ante el nuevo escenario muy complejo para nuestros padres, hicimos lo que debíamos hacer. Ya teníamos la experiencia de unos diez años de empresa, y cuando se dio ese corte arrancamos desde otro escenario. Los primeros cinco o seis años fueron de esfuerzo y experiencias, buenas en general, y después nos fuimos acomodando entre nosotros, en forma armoniosa y natural, sin grandes problemas.

Barcos: ¿Todos los primos empezaron juntos con este proyecto?

S.S: Sí. Manuel, mi hermano Cristian, mi primo Ramón y luego Virgilio, Tomás… Cuando trabajábamos en el viejo astillero nos enseñaron a trabajar como uno más. Por eso nos fue relativamente fácil acomodarnos. Sabíamos de qué se trataba.

M.P: Primero empezamos con mi hermano Ramón, Seba y Cristian; Ramón y Seba estaban en planta y junto a Cristian estábamos en ventas y compras del astillero. Luego de un tiempo Cristian decide abocarse a las ventas en forma independiente; posteriormente, mi hermano Ramón se inicia un proyecto propio, en el interior; hoy seguimos adelante.

Barcos: Estamos hablando de qué producción, desde los inicios…

M.P: A ver… estimamos unas catorce mil embarcaciones, aproximado, si querés te doy el número exacto. Pero de lo que no me olvido fue del año 2002: ¡7 (siete) embarcaciones!

Barcos: 2002 fue un año difícil para todos, no han sido los únicos. Bueno, hablemos del hoy…

S.S: El astillero está sano, con la producción ordenada, con stock, y con un par de proyectos en marcha.

M.P: Creeme que uno de los mejores capitales que tenemos es nuestra gente, nuestras personas. Ellos son parte vital de nuestra existencia. Estamos orgullosos de ello. Vamos, en un par de meses con un nuevo modelo de 19 pies, que cambia los estándares y nuestro estilo de líneas, siendo la tendencia actual de proas amplias y muy espaciosas; casi a fin de año, una nueva embarcación de 23 pies se sumará a la flota. Respecto de lo actual, no prevemos este año cambios, pero sí el próximo, con algunos restilings y mejoras, y también como modelos sustitutos a los actuales, pero debemos ver cómo va evolucionando el mercado y la situación del país. Los diseños en el mundo siguen avanzando y nosotros seguimos esos pasos, en forma más humilde. Nuestra competencia está trabajando en ello y nosotros también.

Barcos: ¿Qué tiene el producto Bermuda que ostenta tantos clientes fieles y respetuosos a la marca? Nadie habla mal del producto, y lo encasillan como una marca clave, líder y clásica. Extiendo la pregunta: ¿el mercado les pide modelos, cambios o todo parte del astillero?

E.P: La gente sigue marcas. Pero las marcas ofrecen productos diferentes. Nosotros apostamos a la mejor calidad del producto que trasciende al tiempo, con sus líneas moderadas y terminaciones de calidad. Llamalo clásico en el sentido amplio y concreto de la palabra.  

M.P: Estamos muy conscientes que hacemos lanchas que nos gustan a nosotros, y entendemos que eso gusta a nuestro propio público: hacemos lanchas de calidad constructiva, navegación correcta y terminaciones impecables. Nuestro público quiere eso. No quiere dibujos laterales o un parabrisas nuevo: quiere un producto superior en el 100% del mismo. Estamos trabajando para agregar algunos accesorios de origen foráneo para mejorar nuestra calidad productiva: creeme, estamos con muchas cosas nuevas, algunas en marcha, como los modelos, otras en pleno proceso integrador y otras a la espera de un mercado 100% en funcionamiento.

Barcos: Estuve en planta hace poco y vi que están trabajando con nuevos procesos productivos.

S.S: Si, estamos haciendo algunos modelos y partes chicas por sistema VPI, además del tradicional bajo mano. EL Safari 550 se realiza mediante ese proceso. Y vamos a extenderlo a otros modelos. Tenemos como dijo Manuel, muchísimos proyectos, pero vamos de a poco, una por una, como dice el tío Eduardo.

Barcos: Por último: ¿cómo viene encaminada la cuarta generación?

S.S: Si bien el traspaso generacional en nuestra empresa ha sido perfectamente fluido, sabemos que no siempre es así, que es difícil en algunos casos mantener el norte claro; los proyectos pueden llegar a ser individuales y todo podría perder la armonía. Conscientes de eso, y en una buena postura colectiva, hemos desarrollado nuestro propio protocolo familiar, donde queremos profesionalizar la empresa al ciento por ciento. Queremos que la empresa se perfeccione y que, si alguno de nuestros hijos quiere venir a trabajar, cumpla con este protocolo y se sume profesionalmente a ello, ya que eso garantizará que la empresa pueda seguir avanzando en el tiempo.

M.P: Estamos convencidos de ello, no queremos que el astillero sea una guardería o generadora de sueldos no productivos. Hasta hoy, todos hemos trabajado muchísimo, como nuestro abuelo y padres nos enseñaron. Pero vamos por más y mejor conducción y producción para el futuro, porque todo cambia a pasos agigantados.

S.S: Hemos hecho mucho estudio para entender si somos una empresa familiar o una familia empresaria, con todo lo que ello conlleva. Por eso, cualquier hijo, sobrino, nieto que se quiera integrar a la empresa, estamos poniendo las pautas para saber bien su lugar: qué estudiaste, donde trabajaste, terciario completo, etc. Queremos lo mejor para nuestros hijos y nietos pero que ellos estén preparados para seguir.

M.P: Eso es lo bueno. Si quieren ser de la empresa, deberán ser al menos tan buenos como las personas a contratar, sino, quedate en casa (risas).  

Barcos: Es muy interesante este punto, y toda esta historia de vida que trataré de resumir. Muchas gracias.

V.P: Gracias a vos y a la revista por tenernos presentes. 

barcos@barcosmagazine.com

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