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El Nudo de la Pandemia

Elegidos la tripulación y el rumbo, atiendo al pronóstico y me pregunto:  ¿saldremos?. Repaso la puesta a punto; cargo lo necesario para ir liviana, reviso mis cabos sueltos; elijo las buenas velas para cada viento; e intentaré no dejarme engañar por cantos de sirena para llegar a buen puerto.

A la deriva de los rebrotes de la pandemia, nos preparamos aguardando una salida posible, como cuando nos preparamos para salir a navegar. Una buena salida requiere pasos previos entendiendo que nosotros somos nuestro barco. El distanciamiento social facilita acercarnos a lo subjetivo, a lo más propio, para preguntarnos con quiénes compartir la vida, ¿a dónde queremos llegar?, ¿qué es aquello que cargamos de más que nos impide andar livianos ?.  ¿Cuáles de nuestros proyectos hemos soltado y cuáles querríamos sostener?, ¿qué nos ata y qué nos desata en esta vida? .

No sabemos si saldremos, pero si lo haremos habrá un antes y un después, y sería propiciatorio que lo hiciéramos en las mejores condiciones humanas posibles.

La buena tecnología que nos ha permitido acortar el distanciamiento, es la misma que empobrece la función de la palabra. Advierto el modo en que los algoritmos calculan por nosotros las mejores respuestas posibles debajo de cada mail, “Sí, gracias”, “No, gracias”, “Ok”, facilitando la despersonalización de una respuesta humana. El uso de la tecnología nos ha permitido continuar trabajando, estudiando y relacionándonos, pero su abuso nos termina instrumentalizando como a un objeto más dentro del mercado de objetos posibles.

El GPS es un invento muy útil, sin embargo la sensibilidad del navegante revive con el sextante de un modo más pleno.

De igual modo ocurre con la conversación cuando surge a través de ella palabras plenas de sentido, en oposición a la palabra generalizada de los medios, que responden a intereses ajenos a nosotros y  tendríamos que interrogar.

Tiempos de pandemia que corren y nos corre de la presencia física del otro, inaugurando nuevas distancias y nuevas formas de relación. El desarrollo de las redes ha afectado al mundo de manera vital, aunque esa vitalidad no es la misma que la de la vida humanizada. Esta se constituye a partir del impacto que la palabra marca en nuestros cuerpos, la palabra que nos afecta, nos toca y nos acerca resistiendo al distanciamiento social que nos aleja de los otros y muchas veces de nosotros mismos.

Navegar la palabra, organiza y fluye alumbrando sueños y deseos nuevos, manteniendo viva nuestra sensibilidad como el sextante al viejo navegante.

 

Cecilia Lavalle

Psicoanalista

cecilia.lavalle@gmail.com

                                                                                                                                    

barcos@barcosmagazine.com

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