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El desarrollo urbano y la impermeabilización del territorio. ¿Por qué se inundan las ciudades?

La forma de nuestras ciudades ha ido cambiando y adaptándose con el desarrollo industrial. 

Tras la llegada de la Revolución Industrial, se delinearon las directrices con las que las ciudades modernas debían ser diseñadas. Las calles estrechas, que anteriormente habían sido pensadas para ser caminadas, incrementaron su tamaño, para permitir la circulación del invento que lo cambiaría todo: los vehículos automotores.

Y es que, gracias a la visión de algunos emprendedores, como Henry Ford, Ferdinand Porsche, Armand Peugeot y Giovanni Agnelli, el automóvil se convirtió en producto al alcance de las masas, que dio a las personas un sentimiento de libertad, ya que ahora podían moverse cuando y hasta donde quisieran o hasta donde el depósito de la gasolina les permitiera ir.

La aparición del coche, sin embargo, también tuvo consecuencias en el panorama de las ciudades, donde las zonas urbanas redujeron sus áreas verdes y zonas peatonales, algunos parques y jardines se transformaron en zonas de parking y de repente los vehículos se convirtieron en el punto de referencia del desarrollo urbano.

Los problemas comenzaron a incrementarse durante el periodo de posguerra (de 1950 a 1970), ya que fuimos testigos de una migración humana a una escala jamás antes vista. Las personas del campo emigraban en masa a las ciudades de todo el mundo, buscando mejores trabajos, mejores escuelas y mejores condiciones de vida.

La consecuencia más importante del crecimiento de las ciudades es la impermeabilización del territorio. Las zonas suburbanas se llenaron de complejos residenciales, que incrementaron la importancia de las vías de comunicación, haciendo que las calles se transformaran primero en avenidas y luego en autopistas que permitieran la circulación de un número cada vez mayor de automóviles.

Durante los últimos años, hemos visto como el cambiamiento climático ha alterado los ciclos de lluvia a nivel global, ocasionando menos días de lluvias y mayores episodios de lluvias intensas. Esto se traduce en periodos más graves y duraderos de sequías e inundaciones causadas por lluvias torrenciales.

En entornos naturales, la lluvia cae sobre superficies permeables y penetra en el suelo mediante un proceso llamado infiltración. Pero en las ciudades, donde la mayor parte de la superficie es pavimento y asfalto, la infiltración natural es limitada y ante episodios de lluvias torrenciales, las redes de drenaje urbano pueden llegar a ser insuficientes.

En el mejor de los casos, estos sistemas pueden desviar las aguas superficiales a ríos o arroyos cercanos y deteriorar la calidad del agua de los acuíferos. En el peor de los casos, pueden ocasionar inundaciones devastadoras, como las ocasionadas por la denominada depresión aislada en niveles altos (DANA), más conocida como gota fría, cada vez más frecuente en nuestro país.

Actualmente, en las ciudades vivimos más de la mitad de la población mundial, y este número crecerá exponencialmente en los próximos treinta años, ya que se espera que la población urbana aumente otros 2.500 millones de personas para 2050. Por tanto, ahora más que nunca, las ciudades deben llevar a cabo grandes cambios significativos y a gran escala, para impulsar una transición urbana hacia modelos más sostenibles.

Es tiempo de volver a integrar a la naturaleza como un elemento indispensable de sostenibilidad en nuestras ciudades, implementando más soluciones como los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), que pueden disminuir la cantidad de agua que llega a la red pública de drenaje y reducir la posibilidad de inundaciones.

Por: Jorge Adán Sánchez Reséndiz

barcos@barcosmagazine.com

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