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EDICIÓN IMPRESA – Un estudio vincula la crisis climática con una caída acelerada del oxígeno en los lagos del mundo

El calentamiento global no solo se siente en la atmósfera. Un nuevo estudio científico ha puesto el foco en lo que está ocurriendo bajo la superficie de los lagos de todo el mundo. Según la investigación, liderada por un equipo internacional de científicos, las altas temperaturas y las cada vez más frecuentes olas de calor están acelerando un fenómeno silencioso pero potencialmente devastador: la desoxigenación de los lagos.

Esto significa que los niveles de oxígeno disuelto en el agua están disminuyendo, lo que complica la vida para peces, microorganismos y plantas acuáticas, y amenaza los servicios que estos ecosistemas prestan a millones de personas.


El estudio, publicado en Science Advances, se basó en una vasta recopilación de datos de lagos ubicados en distintos continentes. El equipo analizó series temporales de temperatura y niveles de oxígeno disuelto, utilizando modelos físicos y estadísticos para entender cómo el cambio climático está modificando la química de estos cuerpos de agua.
Los investigadores identificaron dos grandes motores de la desoxigenación: por un lado, el calentamiento progresivo del planeta, que reduce la capacidad del agua para retener oxígeno; por otro, las olas de calor, que actúan como catalizadores y provocan caídas abruptas en los niveles de oxígeno.


Los datos son contundentes: más de la mitad del oxígeno que se pierde en la superficie de los lagos puede atribuirse directamente al aumento de las temperaturas. Durante las olas de calor, la situación se agrava. En esos periodos, los niveles de oxígeno pueden desplomarse hasta un 7,7% en cuestión de días.
Esto no solo genera condiciones más estresantes para los organismos que habitan el lago, sino que también puede desencadenar episodios de mortalidad masiva en peces y otros seres vivos acuáticos.


La falta de oxígeno no es solo un problema para la fauna. También cambia la química del lago, favorece la proliferación de algas nocivas y puede provocar la liberación de nutrientes o contaminantes acumulados en los sedimentos. En otras palabras, no se trata únicamente de una amenaza biológica, sino también de un deterioro generalizado en la calidad del agua.
Todo esto repercute en la pesca, el turismo, la recreación y el abastecimiento de agua potable, especialmente en comunidades que dependen de estos ecosistemas para su sustento.


Ante este panorama, los autores del estudio hacen un llamado claro: hay que tomar medidas urgentes para frenar el calentamiento global y proteger los lagos. Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es una prioridad, pero también lo es monitorear los lagos de forma más constante y rigurosa, y adaptar las políticas de gestión del agua a una nueva realidad climática.
Restaurar los hábitats naturales, controlar el uso de fertilizantes y planificar el uso del agua de manera sostenible son algunas de las acciones que podrían mitigar el impacto.

barcos@barcosmagazine.com

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