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EDICIÓN IMPRESA – TURISMO: El Algarve, Portugal

El Algarve, la región más meridional de Portugal, es conocido por sus playas mediterráneas y sus centros turísticos de golf.

Las aldeas pesqueras encaladas en los acantilados bajos, con vista a las caletas de arena, se transformaron en la década de 1960 y ahora su costa central entre Lagos y Faro está bordeada de villas, hoteles, bares y restaurantes. La costa del Atlántico en el oeste de la región y el escabroso interior están menos desarrollados.
Desde aquí los portugueses iniciaron en el siglo XV la epopeya que los llevó al encuentro de otros pueblos y culturas… En el Algarve te reciben siempre con los brazos abiertos, a gran parte de los que visitan Portugal. Algo que queda patente incluso en el clima, suave y con mucho sol durante todo el año.
Y también con playas de excelente calidad. Interminables arenales, limitados por acantilados dorados, islas casi desiertas que marcan la frontera entre Ria Formosa y el mar, o pequeñas bahías, resguardadas por las rocas. El océano, con todos sus tonos de azul, casi siempre tranquilo y cálido, invita a largos baños y a la práctica de los deportes náuticos.


Y también está la sierra. En la que las personas viven en armonía con la naturaleza y mantienen tradiciones que les gusta compartir. Y las ciudades. Silves conserva vestigios del pasado árabe y Lagos de la época de los Descubrimientos. Más cosmopolitas, Portimão y Albufeira viven días y noches llenos de animación. Tavira es un escaparate de la arquitectura tradicional y Faro, la puerta de entrada a la región, merece una visita pausada para conocer su bellísimo centro histórico.
Para relajarse, nada mejor que los distintos tipos de tratamientos en los spas y centros de talasoterapia, y en las Termas de Monchique. También hay muchos campos de golf premiados internacionalmente en los que podemos relajarnos mientras practicamos algo de ejercicio. Y hoteles, urbanizaciones y complejos, desde los más sencillos a los más sofisticados. Un amplio abanico que tiene en común el auténtico gusto por la hospitalidad.
Senderos para recorrer a pie o en bicicleta permiten conocer la región, como la Vía Algarviana por el interior o la Ruta Vicentina por uno de los tramos de costa mejor conservados de Europa. Los paseos en barco son otra forma ecológica de observar la fauna y la flora.
En la mesa destaca el pescado fresco y el marisco, a la parrilla o en cataplanas. Sabores divinos que se aprecian en una sencilla terraza de playa o en los restaurantes más sofisticados distinguidos con estrellas Michelin, en los que sus cocineros reinterpretan la gastronomía tradicional. Son otras de las experiencias que no se debe perder al visitar esta región.


El mar ofrece fresquísimos pescados y mariscos, los principales ingredientes de la cocina del Algarve. Si añadimos verduras y frutas cuyo sabor ha sublimado el sol, tenemos los elementos para una experiencia gastronómica inolvidable.
Podemos empezar por lo que el océano nos ofrece. El marisco: almejas, ostras, coquinas y berberechos que, cocinados a la plancha o en la sartén, resultan deliciosos. Unos percebes al natural en una playa de la costa vicentina, el arroz de navaja, la feijoada de búzios (habichuelas con caracoles de mar), el xerém (papas de maíz) de coquinas y açorda (sopa) de marisco son otros ejemplos que le harán la boca agua. Muy demandada es la famosa receta de almejas en cataplana, uno de los platos tradicionales más apreciados, cuyo secreto radica en la utilización de este recipiente de cobre, de origen árabe, que retiene todo el sabor y el aroma de los alimentos que en él se cocinan. Para acentuar los sabores, nada mejor que un poco de sal de las salinas de la región, sobre todo su “reina”, la flor de sal. Además de los muchos restaurantes en los que se pueden probar estas especialidades, en verano se celebran festivales del marisco en Olhão y Faro, muy cerca de la ría Formosa, donde es más abundante.
Pero cualquier pescado fresco, cocinado lentamente a la brasa, al estilo de los pescadores, puede ser un auténtico manjar de dioses. Hay más platos, como el jurel al limón y la sardina asada, famosa en Portimão, aunque se coma en todas partes. Resulta deliciosa goteando en el pan o acompañada por una ensalada montañera, hecha con tomate, al que el orégano da un sabor especial. Del atún, en filete o estupeta (desmigado con hortalizas), de Tavira, al pulpo, que en Santa Luzia se degusta de diversas formas —estofado en vino, empanado, a la parrilla, con arroz o simplemente asado al horno—, pasando por los deliciosos calamares y choquitos, el Algarve es ilustre en estos menús.
Sin duda alguna, un destino que nos espera

barcos@barcosmagazine.com

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