Home / Psicología  / EDICIÓN IMPRESA – PSICOLOGÍA: La Desilusión

EDICIÓN IMPRESA – PSICOLOGÍA: La Desilusión

Uno creería que aquel ensayo hablaba de la pandemia y de lo que ocurre cuando el hombre es sometido a grandes restricciones.

Observamos el estallido de conductas explosivas como la de los “runners” en la Capital, el aumento de las fiestas clandestinas y los viajes al exterior, la acumulación de las vacunas por parte de algunos países, como si la muerte no existiera. Conductas como el conteo de fallecidos divididos entre los nuestros y los otros; o de la exhibición sádica de los medios con imágenes de hisopos y jeringas adentrándose en los cuerpos.
Uno creería que hablaba de la pandemia y de la desilusión de no ser lo que creíamos, de nuestra limitada y sensible condición humana, pero hablaba de la guerra.
El ensayo es «De Guerra y Muerte», fue escrito en 1915 por Sigmund Freud, y tomaré de él algunas ideas que me interesa compartir.
El texto se refería a aquellos que quedaban en sus casas aislados, desorientados e inhibidos en su productividad, obligados a sostener la vida anímica familiar. Había un sentimiento de desilusión por la miseria humana. En cuanto a las ilusiones, decía que son recomendables porque ahorran sentimientos de displacer y en su lugar nos permiten gozar de satisfacciones. Entonces, tenemos que aceptar que alguna vez se choquen con la realidad y se hagan pedazos.
El hombre trae al nacer fuerzas pulsionales que tienen como meta satisfacer sus necesidades originarias. Las clasificamos en buenas y malas de acuerdo a las exigencias de la comunidad, pero no son ni buenas ni malas. Son. Las mociones egoístas y crueles que se cuentan entre estas primitivas, necesitan dar grandes rodeos en el desarrollo del hombre hasta transformarse en pulsiones sociales y perfilar su carácter. Traemos al nacer una disposición a transformar éstas pulsiones egoístas en pulsiones sociales y, unos débiles enviones bastan para que esto ocurra. Otra parte de esa transformación se hará con la vida misma.
El amor y la educación intervienen atemperándolas pero éstas permanecen allí pulsando la existencia humana, de modo tal que cuanto mayor son los intentos de restringirlas, mayor es la fuerza con la que buscan su satisfacción.
Aquellos que fueron en su infancia los más grandes egoístas pueden convertirse en los ciudadanos más proclives a ayudar a los demás y a sacrificarse a sí mismos; la mayoría de los sentimentales, los filántropos, los protectores de animales, han sido de pequeños, sádicos y torturadores de animales.
Quien se ve obligado a sofocar constantemente sus inclinaciones pulsionales, vive por encima de sus recursos y es un hipócrita aunque no sea consciente de su déficit. En otras palabras, en la medida que la exigencia cultural es desmedida y las pulsiones sofocadas en exceso, éstas demandarán mayor satisfacción de un modo irrestricto, y habrá menos lugar para el deseo, la creatividad y el altruismo.
En cuanto a la desilusión por las limitaciones de nuestra condición humana, no hemos caído tan bajo como temíamos, porque no nos habíamos elevado tanto como creíamos.

Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA. Psicoanalista.
cecilia.lavalle@gmail.com

barcos@barcosmagazine.com

Review overview