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EDICIÓN IMPRESA – NUESTRO PEQUEÑO GRAN ORGULLO

RESEÑA DEL SALÓN NÁUTICO ARGENTINO Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones Livianas (CACEL)

A casi cuarenta años del inicio de la primeria muestra de la industria náutico recreativa de la Argentina, me motivó a realizar un paseo por esa historia reflejada en veintidós salones que, paralelamente a los diversos acontecimientos vividos por nuestro país en este período de tiempo, pudo lograr mantenerse honrosamente y a pura garra acorde a las circunstancias de cada momento. Vamos al recuerdo.

Por: Gustavo Revel

1983. Año donde la historia argentina daba un vuelco importante en la vida Institucional. Volvía la democracia. Cacel, ya con catorce años de existencia, intentaba unir en una muestra a quienes eran los artífices de la náutica recreativa de ese momento. Era otro mundo y obviamente, otra Argentina. Esos catorce años de vida para la Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones Livianas fue todo un desafío: época de guerrillas, un ajuste y devaluación del peso recordada como la más grande todos los tiempos, gobiernos militares con un resultado que aún hoy sentimos, importaciones salvajes, la Guerra de Malvinas; sin duda, esos pioneros debieron haber tenido días sumamente tensos en aquella casi década y media… quizás, o de alguna manera, el mismo esfuerzo e incertidumbre que hoy sufren sus sucesores. Pero, más allá de los eternos pesares argentinos, Cacel sigue activa y lleva a la fecha veintidós (22) salones realizados; he tenido la fortuna, como miles de nautas locales, de haber podido concurrir o participar en cada una de esas muestras y, en apenas un mes y fracción, seremos testigos de la muestra número 23.
Aquel tímido primer Salón Oficial de 1983 se realizó un 18 de noviembre en Puerto Chico, San Fernando. Fue un primer intento de reflejar lo que acontecía en la náutica de esos años: 60 expositores y 13 mil visitantes; el entusiasmo permitió que en 1984, apenas un año después se repitiera el evento, pero esta vez en la guardería Albardón, Tigre. Allí el Salón Náutico ya tomaba el formato de expo, con más espacios y servicios, inspirados seguramente en los salones internacionales que, quienes formaban parte de Cacel visitaban año tras año en busca de motores e insumos para la construcción. Fueron 110 expositores y 35 mil visitas.

Si tuviera que definir recuerdos importantes de aquella época – y las subsiguientes tal vez hasta mediados de los noventa- era una importante producción de veleros nacionales de todas esloras. En la investigación realizada para esta nota, pude verificar por esos años, noventa (90) modelos de veleros, desde Optimist hasta 50 pies de astilleros locales. Toda una potencia armadora para aquellos años. También, el avance de la electrónica en equipos de comunicación y navegación –no había GPS, ni celulares… ni nada- comenzaba a vislumbrase en instrumentos cada vez más sofisticados y complejos, pero de exacta ayuda al navegante. Otra particularidad era que Argentina producía motores fuera de borda de hasta 40 hp. Simples, económicos, e incluso se construyeron modelos especiales sail drive para veleros. Era un país tal vez más rústico pero muy industrializado. Nuestra cultura náutica era por esos años muy bien vista y de calidad superior a nivel nacional e internacional.
Algunas cuestiones de forma que preocupaban a Cacel en ese entonces era la frecuencia en que el Salón debería realizarse: un año era demasiado para un mercado pequeño en expansión. El punto siguiente era si convenía realizarlo al inicio o al final de temporada, tema discutido pues las opciones favorecían a un grupo productivo y perjudicaban a otro, por lo que se optó por una solución intermedia, una vez a cada extremo de temporada estival. Por razones imaginables –siempre económicas como es habitual- algunas fechas fueron estirándose y la excepción es el último Salón que fue en 2018 y posteriormente la pandemia lo demoró hasta hoy, 2022.
Los lugares de la muestra fueron mutando en función del crecimiento del mercado que se sumaba a las actividades náutico recreativas. Aprovecho el aviso para decir a quien corresponda –Afip y otros entes estatales- que esa es la categorización de la náutica internacionalmente: recreativa. El mal utilizado termino PLACER es relativo y hasta un poco malicioso, pues muchas embarcaciones recreativas tienen tareas comerciales, de trabajo, de transporte y patrulla, incluso deportivas. Placer es fumar un habano, comerse una torta de chocolate o dormir plácidamente debajo de un árbol, entre otras costumbres mundanas. Obvio que es un gran placer navegar –depende en que- pero muchas otras cosas también lo son. Remember: “Recreativa”.
El esfuerzo generado por Cacel fue increíble: en pos de “mostrar” la náutica a la gran ciudad, llevó tres salones seguidos (1986, 1988 y 1990) al corazón de la city, a la Rural, igual que lo hace la muestra ganadera. Si la gente no iba al río, Cacel llevó los barcos a la Capital Federal. Gran recuerdo de esfuerzo y grandes barcos por las avenidas porteñas. Los tres salones sumaron unas 175000 visitas, ya que hubo una campaña de 2×1 y cupones de ingreso gratis para que la gente vea la industria náutica en su mejor expresión, “desde un kayak hasta un velero o crucero, todo”.
Posteriormente, cada Salón iba cambiando de escenario; primero por no tener un lugar fijo y segundo porque todo evolucionaba acorde al compás de la política y la economía de cada período. Los años noventa dieron un vuelo diferente pues la importación –recuerden el 1 a 1 – hizo que la industria sufriera ese ingreso agresivo de equipos extranjeros. En 1994 y 1995, Cacel repite muestra en la Rural, aunque con menos público. En 1997 se llega a 32443 visitas nada más ni nada menos que en el flamante Puerto Madero. Años subsiguientes y en tres ocasiones, la Cámara realizó su muestra en el Centro Naval Olivos, siempre en búsqueda de la mejor performance respecto al espacio disponible para exponer y las alternativas más adecuadas para los visitantes. En 2003 –otro año duro económicamente hablando- la exposición volvió a Capital pero esta vez al Apostadero Naval, allí al ladito del Museo del Inmigrante. Por muchas razones, siempre fue preponderante que al menos algunos barcos expuestos estuvieran en su propio hábitat, es decir, a flote. A excepción de los salones realizados en la Rural, siempre hubo barcos en el agua. Finalmente, en 2005, Cacel logra encontrar su propio espacio en el Consorcio Parque Náutico San Fernando, del cual es integrante, realizando las últimas ocho muestras en este lugar ideal, punto de encuentro de la náutica argentina para ver que hay de nuevo en el mercado.

Soy de esas personas que siempre están atentas a los números. Muchas veces las estadísticas pueden reflejar verdades absolutas o relativas aunque no es un tema para discutir desde estas líneas. Pero al ver los registros históricos de los visitantes a las ferias de Cacel a través del tiempo, siempre hay una historia detrás de cada número, ligado total y absolutamente a las condiciones socioeconómicas reinantes en cada uno de esos periodos. Los volúmenes de negocios muchas veces no se reflejaban en cantidad de visitantes. Muchas operaciones no se realizan en la exposición, sino luego de un período de tiempo. Hubo años en que eso se revirtió y otros en los cuales la muestra fue sencillamente eso: un lugar de muestra para elegir después. Hay en el haber, épocas de ventas y otras sólo de participación institucional. Ese es el gran esfuerzo y reconocimiento que le debemos a los expositores y a Cacel: haber capeado cada temporal como fuera. Otro reconocimiento: en un país tan grande hablando de superficie, muchos nautas del interior mantienen sus costumbres de compra por intermedio de los representantes de venta zonales quienes siempre concurren a estos eventos en busca de la novedad en actualización de embarcaciones o equipamiento. En los ’90, el público de nuestra zona NEA (Mesopotamia y provincias linderas) apostó firmemente a lo nacional y gracias a ello, muchos astilleros pudieron superar esa etapa de importación que en algunos casos fue muy desigual.
Un párrafo aparte merece la prensa que acompañó cada evento a través de los años. Al principio, la gráfica fue quien recreó los hechos. En los ’90, muchos programas de cable y radio dieron una importante difusión a los salones y sus novedades. Este próximo salón será, a mi criterio, el primero donde la digitalización del evento en vivo cobrará otra dimensión será oficialmente la era digital al ciento por ciento. Los nuevos visitantes digitales sumarán números importantes a la feria, poniendo a nuestros queridos expositores en un constante intercambio de datos entre aquellos que, ávidos de información, lo soliciten por algún medio digital y aquellos que, como lo hicimos siempre, estaremos tocando con nuestras manos los productos que más nos sorprendan y los plasmaremos en el papel y en la nueva tecnología. El futuro de los medios es eso y tanto Cacel como quienes seguimos en el mercado de la información, estamos preparados. Dicho sea de paso, Barcos nació en 1977 y hoy es el medio náutico más longevo de la Argentina; Barcos ha sido fiel testigo y partícipe de esta historia, hecha a fuerza de sacrificios.
Para los expositores, nuestro renovado compromiso de desearles lo mejor. Para Cacel, un rotundo éxito en este nuevo emprendimiento. Y para todos los nautas que lean esta nota…. ¡¡¡PASEN LA VOZ!!! El XXIII Salón Náutico está apenas a unos días. No es obligatorio ir: es Imprescindible.

 

barcos@barcosmagazine.com

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