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EDICIÓN IMPRESA – NAVEGAR EL ALTO PARANÁ. NAVEGAR HASTA PUERTO IGUAZÚ (parte 2)

Franqueamos la ciudad de Yahape y navegamos entre piedras e inmensos arenales desiertos. Decidimos hacer noche en el Riacho Santa Isabel, donde se encuentra la isla del mismo nombre. El atardecer nos descubrió tomando un cafecito en la proa del barco cuando de repente comenzamos a escuchar un ruido ensordecedor. Un ruido que nos hacía mirar al cielo ya que parecía que algo desconocido e inesperado iba a caer sobre nosotros. No entendíamos que pasaba hasta que nos dimos cuenta que era el ruido de los monos carayá o monos aulladores que buscaban un lugar para dormir. Por la mañana, antes de zarpar fuimos testigos del mismo espectáculo. 

Al tercer día de navegación después de haber zarpado desde Corrientes, nos encontramos con dos empujes de bajada. La navegación comercial en el Alto Paraná es escasa. 

En el paso Entrerríos, a la altura del km 1369 debimos dejarle paso a dos empujes que venían de bajada. Tuvimos que quedarnos flotando entre medio de las piedras a pedido del capitán del empuje debido a que el canal es extremadamente angosto y la poca profundidad de la zona. 

Entre las maniobras de los dos empujes estuvimos una hora de espera sin poder navegar. No sabíamos que al final del día haber perdido esa hora nos hizo entran a la ciudad de Ituzaingó con una feroz tormenta de viento y lluvia que convirtió a la tarde en noche. 

A media mañana comenzó a llover copiosamente, franqueamos Ita Ibaté, seguía lloviendo y el viento cada vez es mas fuerte. La central meteorológica marcaba viento de 50 km/h. Eran las 17 hs y se hizo de noche, ya habíamos entrado al sistema de la ciudad de Ituzaingó. Pedimos permiso a la PNA para amarrarnos al pontón, por suerte nos autorizaron. 

Era de noche, diluviaba, la tormenta se acentuó, los truenos eran intensos y los refusilos apenas dibujaban la silueta del pontón que estaba a oscuras. Solo podíamos ver la luz de un barco de trabajo amarrado. Nos advirtieron que cerca del pontón flotante hay piedras, debíamos ir con mucho cuidado. Héctor subió al fly para timonear e intentar acercarnos con mayor visibilidad. Con la ayuda del Google maps ubicamos el pontón y allí nos fuimos aproximando. El Viejo Almacén seguía las luces del Diana con mucha atención. En la proa, gritaba un HOLA, ¡¡HOLA!! Pero no se veía a nadie. ¡Necesitábamos que alguien nos agarrara un cabo! Después de unos segundos, aparecieron un prefecto y Luis, el marinero del barco GONZALO que estaba amarrado. Ninguno de los dos entendía que hacían dos embarcaciones deportivas ahí, arribando en esas condiciones. El amarre fue difícil, el viento y la corriente nos tiraban contra el pontón. Sabíamos que no era un buen lugar de fondeo, pero no había otra alternativa en ese momento. 

Cinco días estuvimos en la ciudad de Ituzaingó, esperando las condiciones favorables para hacer el esclusado por la represa de Yaciretá. El Puerto de Ituzaingó está ubicado en el km. 1454 el río Paraná, tiene un pontón flotante que se utiliza como muelle y rampa de acceso a la ciudad. La ciudad es una ciudad veraniega con hermosas playas de aguas transparentes y cálidas. Anteriormente era un lugar de recalado de embarcaciones para solicitar remolques para el cruce en los saltos Apipé. Su altura hidrométrica es de vital importancia ya que representa la base para las profundidades en los pasos críticos existentes en la zona. 

Durante esos cinco días diluvió y una noche era tal la lluvia y el viento este y noreste que nos estaba apretando contra el pontón, se reventaron las defensas y debimos cortar los cabos. El Viejo Almacén y el Diana son dos barcos de madera clásicos. Una vez que cortamos los cabos y los barcos pudieron navegar, se movían agradecidos y alegres en medio del temporal. Seguir ahí amarrados, era marcarles un destino distinto al que teníamos programado. 

En la orilla y por la marejada veíamos como se hundían los botes y lanchas de los pescadores. 

Gracias a la ayuda de Luis el marinero del barco arenero GONZALO pudimos amarrarnos del otro lado del pontón, en medio de la noche. Estábamos agotados, al día siguiente evaluaríamos los daños. ¡¡¡Era hora de descansar donde se pudiera!!! ¡Tanta lluvia no dejó colchoneta seca! Esperábamos que de ese lado del pontón la estadía fuera más placentera. 

En Ituzaingó aprendimos varias cosas. Una de ellas que las Islas Apipé Grande, Apipé Chica, San Martin e Isla Los Patos son argentinas. En el pontón funciona una sala de embarque y hay decenas de trackers que hacen viajes a la isla. En principio y por desconocimiento pensábamos que cruzaban a la localidad de Ayolas en Paraguay. Pero no. Los trackers llevaban y traían gente durante todo el día a la ciudad de San Antonio ubicada en la isla Apipe Grande, distante a 15 km de la ciudad de Ituzaingó. Estas islas son argentinas y se encuentran frente a la represa de Yaciretá, poseen una población estable de 3000 habitantes. Las aguas que rodean estas islas son motivo de permanente conflicto con los hermanos paraguayos, debido a que la construcción de la represa modificó el curso del canal principal del río Paraná, las islas quedaron del lado paraguayo. Es por ello que Paraguay reclama esas aguas como suyas, generando varios conflictos con los pescadores que fondean en esas aguas. Después de conocer su historia, habíamos decidido visitarla con el auxiliar. Navegamos entre la Isla san Martín y la isla Apipe Grande, pasamos varios rápidos y cuando apenas pusimos un pie en la isla, el único prefecto que había nos pidió la documentación del auxiliar y nos preguntó si habíamos informado a Prefectura Ituzaingó de nuestra zarpada. Una vez cumplidos los requerimientos del prefecto, nos recibió Liliana de la Secretaría de turismo que nos llamó a un Remis y nos dispusimos a recorrerla. Ahí apareció Ramón con su F 100 modelo 1968 para llevarnos a recorrer la isla, el casco urbano, su costanera justo frene a Yaciretá y el centro de interpretación. Subidos a la caja de su camioneta, hicimos unos de los paseos más lindos y divertidos de la travesía, fue uno de los días que mas nos reímos, una experiencia hermosa e increíble llena de naturaleza, historia y también desazón por las historias contadas por sus pobladores que hablan de los vaivenes de nuestro país. 

Días antes, visitamos por tierra la represa de Yaciretá y el cuenco para tener una primera aproximación de lo que sería el paso por la esclusa. Para poder visitarla hay que pedir turno en el centro de visitas Yaciretá. Desde ahí, en un colectivo te lleva a la represa. 

La represa de Yaciretá puso en funcionamiento su primera turbina el 2 de septiembre de 1994 y el 7 de julio de 1998 puso en funcionamiento su vigésima y ultima turbina, su proyecto y construcción demandó décadas, ya que el primer encuentro argentino paraguayo relativo a la utilización de los saltos de apipé se desarrolló en 1926. 

¡¡¡Por fin salió el sol, el servicio meteorológico nacional informó que desde 1961 no llovía tanto como en estos días en Ituzaingo!!! Nuestro barco había tomado nota de ello. ¡Abrimos todo para comenzar a secar ¡todo! Ahora solo quedaba esperar que calme el viento. 

Varios fueron los consejos que nos dieron sobre la navegación en el lago de Yaciretá, el más importante era esperar el buen clima. Era fundamental hacerlo sin viento, debido a lo ancho y profundo que es y lo peligroso que se pone. 

Previo aviso a la prefectura, zarpamos a las 7 de la mañana rumbo a la esclusa de Yaciretá, había llegado el día tan esperado. 

Previamente habíamos coordinado con la prefectura de Ituzaingó el cruce. Son ellos los que se encargan de organizar con el personal de la represa el esclusado de los buques mercantes y de las embarcaciones deportivas. Solamente debimos avisarles 48 hs antes, que día y el horario en el que queríamos esclusar. El esclusado no tiene costo alguno, ni para nosotros ni para los mercantes. 

Reconozco que estaba muy nerviosa, el camino a Yaciretá estaba minado de piedras, debíamos ir muy atentos. Una hora y media después arribamos al muelle sur de espera. Prefectura nos informó que personal de la represa se comunicaría con nosotros, que aguardemos sus instrucciones. A partir de allí el esclusado es responsabilidad de la represa. Diez minutos después nos autorizaron a entrar al cuenco. ¡Que emoción! Nos informaron que debemos amarrarnos a una de las bitas flotantes y tener los chalecos colocados. 

PorDiana Mariño y Héctor Duche 

Continuará en la próxima edición 

barcos@barcosmagazine.com

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