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EDICIÓN IMPRESA – Hoy Como Ayer: La Negación

”El miedo es lo que más deprime el sistema nervioso, y es una buena medida ejercitar la voluntad para no dejarse dominar por un temor que nada justifica, ya que la influenza es bien conocida y se combate con éxito.”
Revista Caras y Caretas, edición del 2 de diciembre de 1918

Así se representaba entonces la mal denominada gripe española hace apenas más de cien años. Uno podría pensar que ya entonces se negaba la importancia del virus, como si se tratara de una “gripecita”.
Decimos “mal denominada gripe española” porque España fue un país neutral en la primera guerra, que no censuró la información sobre la enfermedad y sus consecuencias, como los otros países. Existen estudios que sitúan los primeros casos en la base militar de Fort Riley (EEUU) el 4 de marzo de 1918.
Hoy como ayer algunos tienden a priorizar la economía, poniendo el miedo a cuenta de la voluntad; ¡como si esto fuera posible!. Existe además de la economía monetaria una economía subjetiva que consiste en cómo cada ser humano ve, escucha y vive los propios miedos asociados a la pandemia. Estos miedos son inconscientes y no son posibles de ser dominados por la voluntad, miedo a contagiar a nuestros seres queridos o que éstos nos contagien y a sentirnos amenazados de perder la vida.
Transitamos el segundo año de esta pandemia que nos tiene hartos y “hacemos agua”. Hemos perdido proyectos, trabajos, clases, vida social, viajes, entre otras cosas posiblemente más importantes. Por aquellos que partieron, o por aquello que esperábamos y no fue, se impone un trabajo de duelo. El duelo como experiencia de pérdida y elaboración es parte de la vida misma, es un reencuentro con el dolor que a veces no queremos o no podemos afrontar. Entonces desarrollamos mecanismos defensivos, nos disociamos y ponemos la culpa en el otro convirtiéndolo en nuestro enemigo, negamos que tenemos algo que ver en la causa de lo que nos ocurre, nos auto justificamos con nuestro hartazgo, y transgredimos.
Aceptar perder un poco en el intercambio con el otro y con la vida es condición de posibilidad para que advenga algo nuevo y distinto, y no aceptar perder un poco o negarnos a ello, es arriesgarnos a perderlo todo.
Verbalizar nuestros miedos y escucharnos no es tarea fácil, porque en definitiva todo miedo es en un punto miedo a la muerte y nadie puede vivir todo el tiempo pensando en ella. Por eso a veces negamos sin saberlo, hacemos un “como sí” de los cuidados como cuando usamos el barbijo de bufanda, y nos sorprendemos distraídos arriesgándonos y arriesgando a los que más queremos.
La politización de la pandemia, las vacunas y la infodemia generan confusión y refuerzan la disociación de nuestros males. Hay una disputa de las representaciones a la que nos es fácil adherir para no responsabilizarnos del dolor y los miedos propios. El odio al otro nos impotentiza si no podemos detenernos a pensar que algo tenemos que ver en esta realidad invivible. Vivir en una realidad de la que somos parte no nos autoriza a desentendernos y echarle la culpa al otro cuando las cosas van mal, porque todos hemos participado en su creación en la medida en que somos una comunidad, aunque a veces nos suene extraño.
Dicen que una muerte es una tragedia y un millón una estadística, pero la curva, la ola o el pico, no son hechos naturales como la lluvia, sino que son producidos y dependen de nuestras representaciones y de nuestros actos. Dependerá de lo que haga un gobierno y lo que nosotros hagamos con lo que un gobierno hace.

Fuentes: gaceta médica.com “La gripe española: la pandemia de 1918 que no comenzó en España”

Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA. Psicoanalista.
cecilia.lavalle@gmail.com

barcos@barcosmagazine.com

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