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EDICIÓN IMPRESA – Alejandro «Mono» Da Milano

El 27 de julio pasado, y a sus jóvenes 77 años nos dejó Alejandro “Mono” Da Milano el avezado marino que navegó los mares del sur y del norte en forma ininterrumpida sumando tantas millas que ya resultaban incontables hasta para él.

Para él sólo existía la vida a bordo «Sólo sé que para mí es lo más natural: tanto o más que caminar», decía. Vivió duramente la cuarentena estricta, se sentía preso y siempre fue un desafiante del destino, no le tenía miedo a nada. Consideraba que era un bajón, lo que más extrañaba es el horizonte; salir y saber que tenía un par de semanas para llegar a algún lado era una sensación increíble, algo muy difícil de explicar a la gente de tierra.
Es que el Mono se recuperó milagrosamente de un ACV que le paralizó su banda de babor, hace ya más de 4 años. Gracias a su tenacidad con su físico de rugbier (jugó para Olivos y Alumni y llegó a Los Pumas) y su mentalidad de experimentado marino, contra viento y marea recuperó su movilidad. Tenía como proyecto volver al sur, volver a navegar cuanto antes como prioridad número uno. Detestaba el calor y soñaba con impaciencia estar junto a sus amigos en Ushuaia.
Corrió su primera regata oceánica, una Buenos Aires-Porto Alegre cuando tenía 16 años. Era la primera vez que salía al mar en barco grande además de hacerlo en los Río de la Plata o Grumete.
Fue uno de los primeros que empezó a navegar en forma comercial llevando a sus hijos Pato, tenía 7 años y Lola 1. Iban con el Mono a Brasil con el Mago 2, que no tenía motor, porque estaba en el fondo del río, lo fastidió tanto que lo tiró al agua…

El Mono, Lola y Pato, sus dos hijos

También fue con este barco la primera vez al sur. El Mago 2 era un super cadete de madera plastificada, de 13m, con el que se fue a Ushuaia, la idea era pasar por ahí y seguir pero se enamoró del lugar y se quedó viviendo a bordo. Nunca quiso tener una casa en Ushuaia porque le hubiera obligado a volver a un lugar. En cambio, con el barco iba adonde quería, fiel al espíritu libre que era.
Le gustaba tanto navegar que vivía de llevar y traer barcos. Normalmente era Brasil el destino, también cruzó el Atlántico un par de veces y corrió la Regata del Descubrimiento en el Victoria, de Kocourek, con Charlie Vilar Castex. Esa temporada hizo tres viajes del Caribe para acá porque los barcos habían quedado en Puerto Rico.
Su último barco fue el Mago del Sur, velero de 16,30 metros de eslora y 4,8 de manga, que construyó el Astillero ACENAV de Valdivia.
Recordamos al Mono en su cierre de la entrevista que tuviera con la revista en noviembre del 2020:
“Llegué a los 76 años yendo y viniendo por el mundo, viviendo distintas culturas, distintas religiones y distintas cosas y mi conclusión es que no hay una verdad absoluta. El mundo es amplio, grande y lindísimo si abrís la cabeza. Si la cerrás, estás complicado, se te cierra todo el panorama. “El optimismo es de por si un signo de inocencia”.
Y una cita de Diego Dumas, nieto de Vito Dumas que dice: “Mi abuelo fue un hombre que encontró la felicidad en la inmensidad del mar. Pasaba pocos meses en tierra porque lo agobiaban los problemas de la vida cotidiana. Despreciaba el materialismo y las miserias humanas. Soñaba siempre con volver al agua”, es la que mejor lo describe.

barcos@barcosmagazine.com

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