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Datos de satélite muestran una severa sequía sostenida en Europa

Europa lleva años sufriendo una grave sequía 

Los niveles de aguas subterráneas han sido constantemente bajos desde 2018, aunque las inundaciones den temporalmente una imagen diferente.

El comienzo de esta situación está documentado en una publicación en Geophysical Research Letters del año 2020. En ella, señala que hubo una llamativa escasez de agua en Europa Central durante los meses de verano de 2018 y 2019. Desde entonces, no ha habido un aumento significativo en los niveles de agua subterránea; los niveles se han mantenido constantemente bajos.

Así lo demuestran los análisis de datos realizados por Torsten Mayer-Gürr y Andreas Kvas, del Instituto de Geodesia de la Universidad Tecnológica de Graz (TU Graz). Como parte del proyecto de la UE Global Gravity-based Groundwater Product (G3P), utilizaron la gravimetría por satélite para observar los recursos de aguas subterráneas del mundo y documentaron sus cambios en los últimos años.

Los efectos de esta prolongada sequía se hicieron patentes en Europa en el verano de 2022. Cauces secos, aguas estancadas que desaparecían lentamente y con ellas numerosos impactos sobre la naturaleza y las personas. No solo numerosas especies acuáticas perdieron su hábitat y los suelos secos causaron muchos problemas a la agricultura, sino que la escasez de energía en Europa también empeoró como consecuencia. Las centrales nucleares de Francia carecían de agua de refrigeración para generar electricidad suficiente y las centrales hidroeléctricas tampoco podían cumplir su función sin agua suficiente.

En el centro del proyecto G3P se encuentran dos satélites gemelos llamados Tom y Jerry, que orbitan alrededor de la Tierra en una órbita polar a una altitud de algo menos de 490 kilómetros. La distancia entre los satélites, de unos 200 kilómetros, es importante. El que va detrás no debe alcanzar al que va delante, de ahí que se les haya dado el nombre de Tom y Jerry en referencia a los personajes de dibujos animados.

La distancia entre los satélites se mide de forma constante y precisa. Si sobrevuelan una montaña, el satélite que va delante es inicialmente más rápido que el que va detrás debido a la mayor masa que tiene debajo. Una vez pasada la montaña, vuelve a reducir ligeramente la velocidad, pero el satélite de atrás acelera en cuanto llega a la montaña. Una vez que ambos han superado la montaña, su velocidad relativa vuelve a establecerse. Estos cambios de distancia sobre grandes masas son las principales variables de medida para determinar el campo gravitatorio terrestre y se constatan con precisión micrométrica. A modo de comparación, un cabello tiene unos 50 micrómetros de grosor.

Sin embargo, el mapa gravitacional aún no determina la cantidad de agua subterránea. Esto se debe a que los satélites muestran todos los cambios de masa y no distinguen entre mar, lagos o aguas subterráneas. Para ello es necesaria la cooperación con todos los demás socios del proyecto G3P de la UE. Torsten Mayer-Gürr y su equipo proporcionan la masa total, de la que luego se restan los cambios de masa en los ríos y lagos, también se restan la humedad del suelo, la nieve y el hielo y, finalmente, solo quedan las aguas subterráneas.

El resultado de esta cooperación demuestra que la situación del agua en Europa es ahora muy precaria. «Hace unos años, nunca habría imaginado que el agua sería un problema aquí en Europa, especialmente en Alemania o Austria. Aquí estamos teniendo problemas con el suministro de agua; tenemos que pensar en ello».

Desde su punto de vista, en primer lugar es necesario poder documentar con datos la sequía continuada y disponer de misiones continuas de satélites al respecto en el espacio.

barcos@barcosmagazine.com

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