Jean-Jacques Savin es un navegante experimentado, paracaidista militar y piloto privado que a los 72 años y luego de haber realizado cuatro cruces navegando al Océano Atlántico decidió volver a hacerlo de una forma totalmente nueva.
Éste no es su primer desafío. En el 2015 hizo su ascenso al Mont Blanc y realizó cuatro nadadas en la Bahía de Arcachon. En 2017 logró el segundo lugar en el Campeonato de Triatlón de Francia, 15 años después de haber sido subcampeón de Europa, y séptimo en los campeonatos del mundo, en esta misma disciplina. Varias actuaciones en competición náutica también forman parte de su récord.
Así fue como en diciembre del año pasado, precisamente el 26 se embarcó en Las Canarias en un “barril”, ideado y fabricado por él para dejarse llevar por las corrientes en este insólito proyecto.
Luego de 4 arduos meses, a fines de abril llegó a su destino en el Caribe, en la isla de San Eustaquio y luego de navegar cerca de 4700 km, sin motor avanzando a una velocidad cercana a los 3 km/h.
Según sus comentarios en la página de Facebook necesitaba experimentar un sentimiento de libertad en su “móvil”, fabricado en un astillero de Arès.
Se trata de una cabina de 6 m2 y un peso de 450 kg hecha de poliéster para resistir posibles choques, con cuatro ojos de buey y una escotilla de 60 cm de diámetro. Su eslora es de 3 m, sus diámetros de 2,10 m y 1,70 para ambas caras. Para poder mantener el equilibrio, su parte inferior está provista con una quilla.
Este cruce, para algunos una locura, para otros una aventura y para otros una admiración ya había sido un desafío nadando, remando, navegando o haciendo windsurf…
De esto se trata la vida, superar los propios límites y llevar adelante un proyecto. Jean-Jaques lo logró con su propia invención, desafiando las corrientes marinas. Un pionero. ¡Chapeau!