BAJANDO EL BERMEJO EN EL IMPENETRABLE
Fue un viaje increíble. En pocos días uno puede sentir cómo la naturaleza se muestra a sus anchas. La costa repleta de huellas, por momentos no hay centímetro cuadrado donde algún bicho no haya dejado su «firma». Así, tapires, pecaríes, osos hormigueros gigantes, jabirús, yacarés, aguará guazús, felinos y tantos otros marcan con el peso de su cuerpo el suelo húmedo a la vera del río. Al caer la noche el silencio se apodera de todo, interrumpido apenas por el ulular del ñacurutú o pasos que de aquí para allá se sienten entre la vegetación cercana. ¡Es estar en la nada y el todo al mismo tiempo!
El Bermejo, ese río que une a Chaco y a Formosa, ¡qué río! Un río que me lo presentó a Darío. A ver, que me enredo entre lo que pienso y lo que te quiero contar: Darío es un genio con todas las letras. No exagero, las fuerzas del universo le han otorgado un don: una agudeza visual impresionante. No sé cómo lo hizo, pero divisó a un oso hormiguero tomando agua en la costa con el sol de frente y el oso en la sombra, ¡a más de cien metros de distancia!
Esa es una. La otra, ya de noche, y en el campamento, «Un tapir», dice. «¿Cómo, dónde?», preguntamos. «Allá, detrás de la carpa se ve la sombra», nos comenta. Me refriego los ojos y nada… Listo, me dije, Darío tiene visión nocturna. ¡Vamos Darío, viejo y peludo nomás! Sí señor, ahí estaba el semejante tapir, la gran bestia de esas latitudes. Y, por si fuera poco, es timonel y conoce cada recoveco de este caprichoso río. Y esto no es todo, ya para ponerle la corona de Rey, se mandó una cena cocinada con leña caída de aliso de río, que te lo digo y te lo repito, no hay estrellas Michelin suficientes para esa mano llena de magia.
Para cualquier experiencia en la naturaleza el elemento humano, en este caso bajo la figura de un guía, es clave. Y personas como Darío hacen que la experiencia sea algo superior: es que sin él no hubiéramos visto ni el oso hormiguero, ni el tapir y ni hablar del vacío con vegetales asados.
Todo esto en un recorrido, noche de por medio y acampando, de unos setenta y cinco kilómetros por el río Bermejo, desde el Glamping Los Palmares, en el limite noroeste del Parque Nacional El Impenetrable, hasta el Camping La Fidelidad, dentro del Parque Nacional. Una locura de travesía, que recomiendo a todos aquellos que busquen un encuentro profundo con la naturaleza del Gran Chaco.
Y medio al pasar también te cuento que al participar de estas expediciones automáticamente te transformás en protagonista de un proyecto de conservación: tu presencia es clave para sostener, transformar corazones y sumar adeptos de una movida que hoy más que nunca es tan necesaria como el aire que respiramos.
Por Emilio White – Proyecto El Impenetrable
https://www.rewildingargentina.org/