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Carlos Vilar Castex

ESTA ES LA ENTREVISTA QUE TUVIMOS CON CHARLIE EN MARZO DEL 2020. QUISIMOS REEDITARLA PARA QUE TODOS PUEDAN CONOCER O REPASAR SU FRONDOSA HISTORIA

LA PERSONA DETRÁS DEL PERSONAJE Si hablamos del yachting en Argentina, hablamos de Charlie Vilar Castex, el señor de la náutica, el señor de la vela. Varias veces Campeón Mundial de Snipe, junto a su hermano Jorge y Medalla de Oro en los Juegos Panamericanos. Su calidez y su generosidad no tienen límites, todos lo adoramos, no hay quien no sienta respeto y admiración por su persona. Está casado con Malena Castro Videla, es padre de dos hijas, Mariana Brauer y Rosario Varisco, abuelo de seis nietos, Valeria, Lucas y Tomás Brauer y Joaquín, Nacho y Simón Varisco, casualmente deportistas, excepto Vale. Charlie es arquitecto de profesión. Todos lo invitan a bordo de sus barcos, todos quieren tenerlo dentro de sus tripulaciones, aprender de sus experiencias, o simplemente compartir sus frondosos relatos a los jóvenes 89 años. Fue Comodoro del Club Náutico San Isidro durante dos períodos. No da un segundo de ventaja, compartir una charla con Charlie es detenerse en el tiempo y espacio, es disfrutar de sus vivencias tanto como él naturalmente las vive, es admirar a este Ciudadano Ilustre de San Isidro, que con sencillez y humildad todavía no sabe cuánto valor tiene su obra. Barcos: Contanos de tu familia original, ¿cómo estaba compuesta? Charlie Vilar: Yo soy el mayor de tres hermanos, después venía Jorge, un año menor y Alejandro, que era el más chico. Barcos: ¿Para vos, navegar viene de familia? CV: Mi abuelo Antonio vino de España en el siglo XIX, a los 12 años en un velero. La madre lo despidió en el puerto en la Coruña, era como una tragedia. Parece que eran muchos hermanos y la situación estaba muy difícil. Acá en Argentina tenían un pariente que lo iba a recibir, pero imagínate que a los 12 años, solo, en un barco de pasajeros lloró los primeros días porque extrañaba a su mamá, se mareaba pero finalmente se acostumbró y fue aprendiendo las maniobras a bordo. Cuentan que cuando estaban entrando en el Río de la Plata, los agarró un pampero que los devolvió al océano. Finalmente llegó a Buenos Aires, se instaló, se abrió camino solo y fue progresando. Empezó trabajando en la tienda de los Hueyo, después abrió su propia tienda, hizo plata y volvió a España a visitar a su familia. Volvío a Argentina y se casó con Isabel Villarino, y se mudaron a La Plata, recientemente fundada. Fueron padres de cinco varones, de los cuales murieron tres siendo jóvenes, quedando mi tío Antonio y papá, que jamás tomó una aspirina, tenía una salud de hierro. Así fue como empezaron a navegar en el Río Santiago. Vivían enfrente del Club Gimnasia y Esgrima, hizo todo tipo de deportes y, cuando decidió estudiar arquitectura, como en La Plata no existía esa universidad, tuvo que venir a Buenos Aires donde se hizo socio del Tigre Sailing y empezó a navegar en los Colin. Después se casó con mamá y yo nací en la calle Laprida, en Buenos Aires en el año ’31. Luego de unos años nos mudamos a San Isidro, precisamente Acassuso, a la casa que en principio era de “fin de semana”. Recuerdo que vinimos un fin de semana y nunca más volvimos al centro, nos dejó acá y él se fue a buscar las cosas a nuestra casa de Buenos Aires… Se hizo socio del Náutico San Isidro, que ya conocía a través de compañeros de la facultad y todos empezamos a ir. ¡Pensar que nos bañábamos en la bahía hasta que el balneario se trasladó a la Punta, sobre el Luján! Barcos: ¿Cuándo empezaste a navegar? CV: Papá se hizo construir un dinghy, tingladillo, abierto, diseño de Fox con un aparejo más bajo y salíamos a navegar, al principio con él y después nos dejaba hacerlo solos. Me acuerdo que una vez salimos con papá y se descuidó en una trasluchada, nos fuimos al agua, el barco era de madera pero no se podía adrizar. En esa época no nos ponían salvavidas, una inconsciencia, y mi hermano más chico ¡tenía tres años! había desaparecido. Por suerte, al rato lo vimos que trepaba al barco y salió a flote. Después de ese barco, siguió el Alax, chubasco diseño de Frers, botado en el ’41 y ahí empezamos a navegar en serio. Me acuerdo que veníamos en bicicleta desde casa y navegábamos todos los días en un chinchorro tingladillo, pero no había chicos que navegaran. El único que aparecía era Hormiga Negra, que tenía un chinchorro. Era socio del Náutico pero el barco lo tenía en el puerto, pienso que era porque le quedaba más cerca de la casa. Eran sólo nuestros dos barcos navegando, no había nada… Barcos: ¿Y a navegar en competencia? CV: Siempre veíamos los Snipe que salían del Club Náutico Sudeste, en ese entonces en el puerto y para nosotros era una maravilla, nos encantaba. Y papá, al ver nuestro entusiasmo nos prometió que nos iba a comprar uno si nos eximíamos en el colegio (íbamos al Nacional de Buenos Aires al centro todos los días, menos el domingo) y justo tuvimos la suerte que ¡se instaló la eximición con 5! No tuvo más remedio que cumplir con su promesa. El viejo era muy perfeccionista, lo hicieron en el Astillero de Gómez y Gutiérrez, compró la madera, la estacionó, hicieron un barco bárbaro. Durante las vacaciones empezamos a navegar en Snipe todos los días, veníamos en bicicleta y nos encontrábamos con los Madero que navegaban también en un dinghy, nos metíamos en el delta explorando por todos lados, era un juego… Andábamos tanto por todos lados que al final aprendimos a navegar solos. Las regatas las organizaba el Sudeste que ya tenía la flota armada. Después el YCO también armó su flota. El pionero de la clase fue Germán Frers, la primera regata que se corrió en Dársena la ganó. Fue quien construyó los primeros Snipe y después los compraron gente de San Isidro, básicamente del SIC. Los fuimos a ver para comprar uno pero papá decidió armarlo en el astillero. Barcos: La decisión de comprar un Snipe, ¿fue porque querían correr juntos con tu hermano Jorge, o por otro motivo? CV: La clase Snipe estaba en pleno auge, era la más popular y numerosa. Barcos: ¿Tus triunfos en la clase? CV: El primer año que corrimos, quedamos segundos en la selección para el mundial; nos ganaron Jorge Brauer y Zambo García Guevara, quienes fueron a correr a Suiza y salieron segundos, a un punto de ganar. Fue entonces que nos dimos cuenta que Argentina tenía un muy buen nivel. Y al año siguiente, en el ’48 les ganamos y quedamos seleccionados para correr en Mallorca, donde ganamos. Yo iba al timón y Jorge tripulaba: íbamos rotando los puestos. En el año ’49, fuimos a correr a USA, a Larch Mont, en Long Island Sound y salimos segundos, por un tema conflictivo ya que habíamos llegado primeros a la línea y nos acortaron el recorrido por poco viento porque pensaron que los que venían detrás no iban a llegar a término. En la reunión de timoneles, previa al campeonato nos habían dicho que no se iba a acortar ninguna regata. Los ingleses protestaron y esa regata fue anulada. Cuando la volvimos a correr, como en esa época se sorteaban los barcos, nos tocó justo uno con la orza pivote, en vez de la cuchillo y se nos trabó el mecanismo en una maniobra clave, perdiendo la primera posición. En el ’51 fuimos seleccionados para correr en La Habana, donde ganamos también, con Jorge al timón. Después empezaron a hacerse los Campeonatos del Hemisferio. Corrimos en Nassau y no anduvimos bien, tuvimos un tema con las velas, no se podían importar como ahora y las nacionales no eran muy buenas. Después también corrimos en Mónaco con un barco que llevamos desde Argentina y no nos fue muy bien. Barcos: O sea que algunas veces corrían con barcos sorteados, otras con barcos nacionales… CV: Cuando fuimos a Mallorca corrimos con barcos que eran iguales. Cada club de España había pagado por ellos, construidos por el mismo astillero. En USA lo hicimos con barcos provistos por ellos, pero que íbamos cambiando en cada regata, bastante equitativo aunque no te tocara correr en todos los barcos de la flota. Barcos: Aparte de correr mundiales, corrían campeonatos argentinos, sudamericanos y locales. ¿Ganaban casi siempre? CV: Ganábamos mucho, sí Barcos: Después del Snipe, ¿qué vino? CV: Papá vendió el barco que teníamos y compró un Grumete. Así que, después de correr en los del club empezamos a correr en el propio. Después nos empezaron a invitar a correr en barcos grandes, en los que siempre me gustó correr, con tal de estar en el agua… Además de correr las regatas tuve oportunidad de conocer varios lugares, fuimos a Río ocho veces, con el Carla, el Juana, de Perdomo primero y después de Benavidez, con el Matrero (Germán Frers) y el Victoria de Kocourek, que era compañero de facultad y entusiasta navegante. Empecé con el Carla que llevó Potilo y era de Ferrini. Con el Barracuda de Perdomo ganamos una regata a Porto Alegre y con el Juana, ya de Benavidez corrimos la regata a Bermudas. Hasta acá navegaba con mi hermano Jorge, hasta que se mudó a Tortuguitas y quedó lejos del agua. En esa etapa posterior corrí con Kocourek en el Matrero, Bermudas y después cuatro Admiral’s Cup, tres con el Matrero y una con el Victoria. Barcos: Esta última es una regata brava, ¿no? CV: Sí, porque corres la Fastnet y la Cowes Week que son complicadas. Barcos: Vos estás haciendo referencia a regatas importantes. ¿Qué diferencias notas entre navegar en aquella época y la actual? CV: Era otra cosa, vivíamos a bordo y no había profesionales del yachting, era todo amateur, a pulmón. No teníamos sponsors. Los viajes los pagábamos, aunque había arreglos, podías pagar en cuotas, etc. Una vez, cuando fuimos a correr a Bermudas con Kocourek, Germán Frers conocía un brigadier que nos puso a disposición un Hércules que iba a USA con turbinas para arreglar y viajamos a bordo las tres tripulaciones de los barcos. Tardamos como una semana, iba parando en todos lados. En la actualidad se ha ganado muchísimo, todos los días se aprende en la vela. En el Snipe no teníamos lingas para colgarnos, adrizabas como podías, tampoco tenías prolongador del timón. Ahora los barcos tienen trapecio. Fuimos de los primeros que hicimos planear el Snipe, recuerdo que en La Habana ganamos una regata con un planeo, una barrenada. Barcos: ¿Navegas actualmente? CV: Navego todo lo que puedo. Siempre me gustó navegar también de crucero. Tuve varios barcos, entre ellos un Star que estaba abandonado en San Fernando, muy deteriorado. Le prolongamos las cuadernas, le levantamos el francobordo, le hicimos una cabina, conseguí el palo de un Dragón y con ese barco fuimos a San Juan, con mi mujer y Mariana, que en ese entonces gateaba. Lo vendí y me armé un Eitin, “Chaio” en Astilleros del Estuario con Ancarola, donde trabajé después de hacerlo en la Municipalidad y el en Banco Hipotecario. Con ese barco navegamos un montón, fuimos al Río Negro, al arroyo Rosario, donde pasamos varios veraneos, etc. En este momento tengo un barco que nació como kit, un Albatros 950, con orza “Mariana” y crucereamos a la Isla B, un placer. Justo Cone Beccar Varela me invitó a correr la Claro de Luna en el Malay y quedamos terceros, hicimos una linda regata. Barcos: A bordo, ¿vas al timón o haces la táctica? CV: A veces timoneo y otras hago la táctica. Con instrumental moderno es una maravilla, da muchas ventajas que antes no existían. Barcos: ¿Qué significa para vos haber sido nombrado “ciudadano ilustre de San Isidro”? CV: César Martigarro un día tuvo la idea de enviar una nota al Concejo Deliberante con mi historia y me llamaron para entregarme el diploma. Yo he vivido en San Isidro casi toda mi vida, cuando era una maravilla y las puertas de casa no se cerraban, estaba todo el día en la calle, en bicicleta o en patines, en el club. Barcos: ¿Tenes algún hobbie? CV: Sí, carpintería y mecánica, siempre me gustó armar y desarmar. Tengo un Citroen 2CV al que le meto mano y sigue andando. Hago muebles y muchas cosas para el barco en madera y herrería. Barcos: ¿Tus nietos te consultan? CV: El otro día a uno de ellos, un amigo que se iba a vivir a Europa le regaló un auto en el que había que trabajar muchísimo, ahí vino y me consultó. Si de náutica se trata, yo los consulto a ellos. Todos ellos hicieron Optimist y algunos han ido afuera a correr. A veces navego con ellos y es un placer, no hay que explicarles nada. Tienen un muy buen grupo de buenos amigos, yo estoy presente y me divierto con ellos. Barcos: En tu vida, ¿tenés algo pendiente? CV: Siempre hay cosas pendientes, aunque he podido hacer mucho, hasta llevar el Victoria a Cádiz, España con Kocourek y el Mono Damilano y el año siguiente cruzar en la Regata Colón; otra vez, también con el Mono y Javier Fernández Beyró, fuimos desde La Plata a Punta Arenas, navegamos el Beagle con el Mono, bastante. Se me dio todo lo que quise hacer. He navegado bastante de crucero, he llegado a construir Snipes con Santambroggio, correr en Batitú y hasta en Yola… Quiero agradecer a la gente que me permitió hacer tanto, sobre todo a Kocourek. Gracias a él he podido recorrer gran parte, he participado en regatas importantes y compartido eventos con gente extraordinaria.

barcos@barcosmagazine.com

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