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Antártida, el continente de la ciencia

Parte IV – Por Gastón García Guevara

Unas pocas horas separan a la tripulación de su próxima estación de muestreo. Mientras tanto los científicos terminan de procesar todo lo que les queda de la captura anterior y van dejando listo también los interiores de los gabinetes para recibir las próximas muestras.  Un grupo de Puerto Madryn, del CENPAT, a cargo del Dr. Gregorio Bigatti, casi sin descanso, fija las últimas muestras de invertebrados marinos que trajo la red.

«Trabajar arriba de un barco es como ir para el campo, que siempre vamos caminando por las costas o buceando… esto es algo distinto digamos, porque uno se queda quieto y se mueve todo el barco, entonces uno toma muestras en distintos puntos sin que se mueva. Y tiene el laboratorio al lado de donde toma las muestras. Entonces tenés la posibilidad de que los animales cuando suben están vivos y vos ya los podés poner en agua y trabajar distinto».

Dr. Gregorio Bigatti. Biólogo marino CONICET. Laboratorio de Reproducción y Biología Integrativa de Invertebrados Marinos (LARBIM), CENPAT Puerto Madryn.

Otro integrante del grupo del CENPAT, el Lic. Jose Fernández Alfaya, nos comentaba sobre la importancia de poder contar con un barco como el Puerto Deseado, para la continuidad de los muestreos en años consecutivos:

«El hecho de ir a la plataforma continental seguido… es la continuidad lo que hace a la importancia del trabajo, porque no sirve de mucho hacer una campaña hoy y una campaña dentro de 10 años o 20. Es la continuidad lo que le da más fuerza al trabajo, para sacar conclusiones y obtener resultados. Eso es lo que más cuesta en un trabajo biológico y en Argentina también, entonces que haya una manera de poder conservar esa continuidad a través de un barco, a través de muestreos, es muy importante para los futuros trabajos que se hagan a todo nivel, ya sea en la Antártida que se va una vez por año, como en toda la plataforma continental»

Compartiendo gabinete con el grupo de Mar del Plata de peces, en el laboratorio continuo al de Bigatti, la Lic. Lucía Epherra y su compañero Sergio Bogan, reciben decenas de estrellas de mar y erizos, que diseccionan cuidadosamente utilizando tijeras de corte especiales, separando las gónadas entre otras cosas y las crías, que guardarán para posteriores análisis de regreso en el continente. El trabajo de ellos es el más arduo y cansador de todos los embarcados. En comparación a otras especies, sin duda las estrellas de mar es lo que más abunda en aquella región de la Antártida. Las hay de diversas formas y colores, tamaños y texturas.

“Si bien no podemos hacer un seguimiento anual de todo lo que es el ciclo reproductivo de las diferentes estrellas de mar, en los distintos años venir en la misma época y hacer la parte histológica, ver la parte reproductiva en que se encuentra el organismo… se puede relacionar todo eso, la energía, en qué momento de la reproducción está, si está incubando o no, etc.

A mi lo que más me interesa es la parte ecológica, de adaptaciones a distintos ambientes, con los cambios y demás”.

“Una pregunta típica es: ¿Pero para qué sirve lo que estás estudiando? Y a veces es difícil cuando hacemos lo que se conoce como “ciencia básica”, que es el conocimiento por sí, conocer. Muchas veces para lograr aplicar algo primero tenés que conocer, o muchas veces es conocimiento, generar conocimiento, más que nada acá en la Antártida… si bien se está trabajando hace muchos años, distintos países y demás, y en la Antártida cada vez hay más científicos argentinos que están trabajando, que están muestreando, es generar conocimiento, conocer, es importante porque eso es la ciencia, es conocer”.

Lic. Lucía Epherra. Bióloga marina CONICET. Centro Nacional Patagónico (CENPAT) Puerto Madryn.

Si bien el Puerto Deseado es un buque destinado principalmente a la obtención de muestras biológicas de los fondos marinos, que puedan capturarse con redes de arrastre a diferentes profundidades, durante la navegación también se realizan aprovechando la derrota del buque, otros tipos de estudios de otra índole.

Tal es el caso de un grupo de la Universidad de Córdoba, dirigido por el Dr. Gustavo Argüello, que hace ya varios años viene realizando mediciones periódicas de los índices de contaminación que puedan registrarse en la atmósfera antártica.

“La Antártida es un lugar en donde no hay absolutamente ninguna fuente de producción de nada que sea contaminante. Sin embargo llegan los contaminantes que se emiten en los continentes. Cuando yo digo contaminantes orgánicos persistentes, me estoy refiriendo justamente a un tipo de sustancias que son emitidas en el continente o en los continentes y que tienen, viven, digamos así, lo suficiente como para poder ser transportados por las masas de aire y llegar a la Antártida.

Entre esas sustancias por ejemplo, nosotros nos estamos dedicando particularmente a medir o a determinar algunos plaguicidas o pesticidas, que se usan en la actividad agrícola.    

Nosotros no hacemos nada con organismos vivos, nuestro trabajo consiste en tomar muestras de aire, hacer pasar esas muestras de aire a través de ciertos elementos filtrantes que utilizamos, colectar en esos elementos filtrantes todo lo que pueda quedar adherido digamos así, para después analizar qué es lo que se adhirió.

Así determinamos la presencia o ausencia, generalmente la pre-

sencia de ciertos contaminantes orgánicos persistentes. Es decir, son contaminantes porque no son especies que se generen en la atmósfera, sino que son especies que son emitidas a la atmósfera por alguna actividad humana y que tienen un tiempo de vida lo suficientemente largo como para que las corrientes de aire las vayan arrastrando a distintos lugares y entre esos lugares está precisamente el aire antártico, que es donde nosotros hemos venido a detectarlos”.

Dr. Gustavo Argüello. Químico. Investigador principal del CONICET. Instituto de Investigaciones en Físico Química de Córdoba (INFIQC).

En otro sector de popa, sobre una mesada aislada y en soledad, el Dr. Federico Acosta, biólogo molecular traido desde Tucumán, filtra sin descanso litros y litros de agua marina, muestras que obtuvo a diferentes profundidades y en distintos puntos del océano. Con estas capturas busca dar con microorganismos que le permitan elaborar antibióticos o antimicrobianos, para ser utilizados con distintos fines, entre los que se destacan medicinales y alimenticios.

“El concepto de que una bacteria es mala es un error, en realidad en la sociedad se ganó mucha fama porque es verdad, existen microorganismos patógenos, no solamente bacterias, sino otro tipo de microorganismos y que han causado muchos males en la humanidad, pero la realidad es que en este planeta hay vida gracias a las bacterias, surgió la vida gracias a ellas y se mantiene actualmente. Las bacterias cumplen un rol importantísimo en nuestro planeta”.

“Para colectar muestras de agua a distintas profundidades se utilizan unas botellas especiales llamadas Niskin, que son como un tubo de pvc abierto por abajo y por arriba, que sujeto a un cable de acero se sumerge a una cierta profundidad. En el momento en que un indicador marca la profundidad deseada, por ejemplo 300 metros, desde cubierta se larga una plomada, un peso, que viaja a través de un riel a lo largo de todo el cable de acero hasta alcanzar la botella. Cuando da con ella, al golpearla, se cierran las dos tapas que estaban abiertas y de esa forma queda atrapada, en su interior, una muestra de agua de aquella profundidad.

Una vez que sube la muestra de agua al barco, con unos aparatos de filtración, filtro todo ese volúmen de agua y los microbios quedan atrapados en esos filtros. Luego guardo los distintos filtros en tubos con agua que me llevo al laboratorio en continente, para analizar lo capturado posteriormente.

Se toman muestras en distintos puntos del océano porque uno nunca sabe donde van a estar los microorganismos que a uno le interesan, entonces uno tiene que ir muestreando en distintos puntos y a distintas profundidades, para ampliar las posibilidades de poder encontrar lo que uno quiere.

Yo trabajo con organismos vivos pero microscópicos, no los podemos ver directamente”.

Dr. Federico Acosta. Biólogo Molecular. Investigador del CONICET. Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI Tucumán).

La vida marina en los mares antárticos, a diferencia de lo que se cree, imagino como consecuencia o atribuído a lo hostil del ambiente, es extremadamente rica y de altísima biodiversidad. Individuos de las más variadas tallas, desde gigantescas ballenas jorobadas o francas, hasta diminutos seres microscópicos, como así también pingüinos de diferentes tamaños y fisonomías, lobos, focas, peces de los más extraños, algunos casi transparentes al no contar con hemoglobina en su sangre y sobre todo una extensísima variedad de organismos asociados al fondo o bentónicos, como estrellas de mar, caracoles, erizos, cangrejos, etc., pueblan estos mares australes y dan vida a numerosos ecosistemas de los más ricos que puedan encontrarse en todo el planeta. Esto se debe gracias a la gran oxigenación y salinidad con que cuentan sus aguas, que sumado a un alto índice de nutrientes y a períodos prolongados de horas luz durante los meses de primavera y verano, hacen que la fauna marina en aquellas latitudes sea extremadamente rica y abundante, variada en organismos.

El Puerto Deseado es un gran laboratorio flotante, una herramienta y un sostén fundamental para la obtención de muestras que permitirán el desarrollo de numerosos proyectos de investigación vinculados al mar.

La comunidad científica a bordo comparte largos días de trabajo, tanto fuera como dentro de los gabinetes, soportando muchas veces las más duras inclemencias del tiempo, pero motivados por la oportunidad de poder obtener la mayor cantidad de muestras posibles, que servirán tanto para  investigaciones en desarrollo, como de consulta también para estudiantes o científicos.

En los diferentes centros de investigación del CONICET existen colecciones regionales de individuos colectados, que pueden ser consultadas por quién lo precise, en apoyo al desarrollo de tesis de grado o becas.

«Tener un buque a disposición es muy bueno porque las especies y los ejemplares que nosotros recolectamos utilizando las redes y el buque, no los recolectamos desde el continente, más allá de que buceemos. Acá podemos juntar especies que viven a 500 metros, a 1000 metros, cosa que buceando como usualmente hacemos en Puerto Madryn, no lo logramos. Allá nosotros colectamos prácticamente especies que viven en la zona costera. Tener este buque a disposición es fundamental para conocer toda la fauna del mar argentino»

Dr. Javier Signorelli, biólogo del CONICET y tercer integrante del grupo del LARBIM – CENPAT embarcado en esta campaña.

En cubierta ya no queda nadie. Una nueva jornada de trabajo se disipa. El Puerto Deseado se adentra en la oscuridad de la noche antártica, camino a su próximo punto de muestreo. Tan sólo 4 o 5 horas de navegación lo separan de aquella estación, los científicos saben mejor que nadie de lo importante de estas pocas horas de descanso para recobrar energías.

barcos@barcosmagazine.com

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