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Alejandro Da Milano

Difícilmente el nombre Alejandro “Mono” Da Milano pase desapercibido en el ambiente náutico.

Nacido el 22 de mayo de 1944, este conocido personaje y avezado marino ha navegado tantas millas que ya resultan incontables hasta para él.

Lleva tantos años subido a un barco –el último, un velero de 16,30 metros de eslora y 4,8 de manga, bautizado Mago del Sur, que construyó el Astillero ACENAV de Valdivia– que difícilmente es capaz de concebir una vida distinta de la que lleva. «Sólo sé que para mí es lo más natural: tanto o más que caminar», dice.

Cómodamente instalado en su casa de Victoria, donde  dice considerarse un “preso” ya que no es su hábitat natural, no lo acepta y reniega de la situación. Es que el Mono se recuperó milagrosamente de un ACV que le paralizó su banda de babor, hace ya tres años.

Su tenacidad es única, con su físico de rugbier y su mentalidad de experimentado marino, contra viento y marea recuperó su movilidad. Sigue firme su tratamiento, no acepta las medias tintas, quiere un 100% de efectividad y confieso que está a un 1% de lograrlo.

Su proyecto: volver al sur, volver a navegar cuanto antes es prioridad número uno. Detesta el calor y con impaciencia sueña con estar junto a sus amigos en Ushuaia cuanto antes.

A pesar de no reconocerse a sí mismo como muy comunicativo, o verborrágico, en una charla bien informal nos cuenta un poco de su fascinante historia.

Barcos: ¿Por qué te dicen Mono?

Mono Da Milano: Salió de la época del rugby, jugué 20 años. Empecé en Olivos y terminé en Alumni y llegué a Los Pumas. Jugué un Sudamericano en Brasil con el seleccionado, que fue el primero que fue a Sudáfrica. Tengo muchos amigos en Alumni, de hecho todos los jueves nos reunimos en Tortugas en una comida, nunca dejamos de ir.

Barcos: ¿Y cómo fue que empezaste a navegar, un deporte que no tiene mucho de común con el rugby?

MDM: Mis padres navegaban antes de que yo naciera. Ya antes de casarse se habían comprado un barco que tenían en el Tigre Sailing, club del que el viejo fue durante muchos años comodoro. Justo encontré fotos de ese velero, era un pescador con vela cangreja. Nací navegando, a los dos meses fue mi primera navegada rumbo a San Juan. Después empecé con todo, navegaba siempre desde ahí. Eran mis épocas de colegio cuando empecé con rugby a los 12 años. Se me mezclaban los dos deportes… Hablando de colegio, yo fui al Westminster y después al Saint Peter’s, que era en Martínez, en la antigua quinta de los Alvarez Forn, que después se loteó, hicieron unas casas enormes y ahí enfrente vivía Hormiga Negra, Hernán Alvarez Forn.

Barcos: ¿En qué clase de barco navegabas en esa época?

MDM: Empecé a navegar en el barco del viejo, después seguí con los Coleen, que eran los barcos originales que tenía el club, como los Grumetes. Navegaba con tripulación, después de grande navegué en solitario porque me gusta.

Barcos: Contame cómo hacías para jugar al rugby y navegar al mismo tiempo…

MDM: Yo jugaba al rugby y seguía navegando como cosa natural, no se me ocurría que pasara un fin de semana sin navegar. Cuando volvía de jugar, mis viejos ya estaban en el barco con mi hermana. Me acuerdo que yo estaba en el seleccionado para ir a Sudáfrica con Los Pumas y se corría una regata a Río. Me fui a correr y a los entrenadores mucho no les gustó, quedaron obsesionados con el tema.

Barcos: En esa época no había escuelas de Yachting, ¿aprendiste de tu padre, sos autodidacta?

MDM: Sí, aprendí de él y de navegar con otra gente. Corrí mi primera regata oceánica, una Buenos Aires-Porto Alegre cuando tenía 16 años. Era la primera vez que salía al mar en barco grande. También corría regatas acá con Río de la Plata o Grumete.

Barcos: Y tu actividad náutica, de llevar y traer barcos, ¿cómo surgió?

MDM: A mí me da la sensación de que la gente acá no navega mucho, va al club, hace sociales, le gusta más jugar “a la casita” que hacer travesías, por ejemplo un fin de semana irse hasta Riachuelo (cuando se podía, obvio). Me parece que no le gusta mucho andar arriba del barco y a mí siempre fue eso lo que me cerró. Recuerdo de haber dejado la amarra un viernes a la tarde y poner rumbo a San Juan o Riachuelo, para estar de vuelta el lunes en horario laboral. Parece que los vientos de 30 nudos ya son un obstáculo para navegar, y es un viento bien fresco, ideal. Si es por el calado, la oferta del agua es acá pero si te vas a Dársena o La Plata, allá estas muy bien tenes calado de sobra, yo lo haría, en auto, para ambos casos y por la autopista a La Plata llegas bastante bien.

Fui uno de los primeros que empezó a navegar en forma comercial. Cuando Pato, mi hijo tenía 7 años y Lola 11, ya venían conmigo a Brasil con el Mago 2, que no tenía motor, está en el fondo del río porque lo tiré al agua, me fastidió tanto que lo tiré al agua… ¡Íbamos y volvíamos a vela! No hacía falta nada más, fue la época más feliz del barco hasta que le puse un motor brasilero, una vez que fui para allá. También fue con este barco que fui la primera vez al sur. Me gustaba tanto navegar que vivía de llevar y traer barcos. Normalmente era Brasil el destino, también crucé el Atlántico un par de veces y corrí la Regata del Descubrimiento en el Victoria, de Kocourek, con Charly Vilar Castex. Esa temporada hice tres viajes del Caribe para acá porque los barcos habían quedado en Puerto Rico. Traje también el Ana 3 de Hugo de Rosa, un dibujo de Potilo construido por Astillero Regge, un excelente barco. También hago asesoramiento de barcos, sobre todo en aparejos.

Barcos: Y tu familia, ¿cómo se compone?

MDM: Tengo dos hijos, Lola, que vive en Catamarca y Pato, que está ahora en Buenos Aires. Tengo varios nietos y estoy muy feliz porque voy a ser bisabuelo. Un hijo de Lola tiene a su mujer embarazada y el mes que viene va a ser mamá. Viven en San Luis y planeo ir a visitarlos. A esa rama de la familia no le gusta vivir en Buenos Aires y a mi tampoco, cuando vienen para acá no ven la hora de volver a sus casas. Mirá que nací en Olivos y viví acá, pero siento que no es mi lugar, para mi no es una buena ciudad para vivir.

Barcos: Entonces ¿qué lugar elegirías para vivir, si pudieras?

MDM: De Sudamérica elegiría las Malvinas para vivir, es un lugar muy agradable donde se respeta a todo el mundo, el mar está ahí, se puede navegar libremente, la gente va y viene.

Justo hablando de Malvinas, me viene a la memoria una anécdota con el Náutico, el barco escuela del Náutico San Isidro, que no se si recuerdan que fue abandonado por su tripulación y llegó flotando hasta acá. Lógicamente la aduana quedó a cargo de su mantenimiento. Fue uno de esos días que fui por el muelle y sentí que alguien me llamaba. Me di vuelta y vi un personaje con mameluco, todo engrasado y roñoso que emergía del barco. Estaba seguro de conocerlo, me acerqué y cuál fue mi sorpresa de reconocer a Robert King, ¡el mismo jefe de la aduana! trabajando como cualquiera en el barco. A eso me refiero con el respeto a todo el mundo y como no tienen problema de “arremangarse” si hace falta…

Mi familia viene de la Toscana, mi abuelo era de Lucca, una ciudad cerca de Florencia y me gustaría mucho vivir en Capri, es lindísima y tiene todo, hay cultura como me gusta.

Barcos: Tu primer barco…

MDM: Tenía un barco, le decíamos Verderón y se llamaba Celina. Acá no lo conocía nadie y navegaba por el río porque tenía su limitación. Después, a la vuelta de un viaje grande que hice a Europa, lo vendí junto con otras cosas que tenía y compré el Mago 2, que estaba en el Albatros. Era un super super cadete de madera plastificada, de 13m. Me fui a Ushuaia, la idea era pasar por ahí y seguir pero nos enamoramos del lugar y ahí nos quedamos. Vivíamos a bordo, nunca quise tener una casa en Ushuaia porque me hubiera obligado a volver a un lugar. En cambio, con el barco vas adonde queres, que es lo que me gusta.

Barcos: ¿Tenés recuerdo de alguna rosca importante?

MDM: Cuando hacés cosas, te pasan cosas. Estaba en el Matrero en la regata de la Fastnet del ’69 y lo pasé. Volviendo de las Malvinas para acá, adonde íbamos muy seguido porque llevábamos gente de paseo (muchos nadadores como Inés Mato, experta y discapacitada, tiene una sola pierna y Agustín Barletti, que justo la semana pasada empezaron a llamarme amigos con los que uno conserva una simbiosis después de haber compartido viajes, porque hacían 5 años de su cruce a nado uniendo las Malvinas),  un amigo inglés casado con una uruguaya que tiene una compañía de pesca, me trajo una bolsa de calamares que estaban buenísimos y un fax con el pronóstico con una punta del papel rota que marcaba justo una depresión frente a Comodoro Rivadavia. Cuando llegamos a esa latitud, ¡amigo si sopló! Y no nos quedó otra que capear la tormenta así como veníamos, haciendo nada y a 150 millas afuera del Golfo de San Jorge. Es el temporal de los últimos años que más recuerdo.

Barcos: ¿Tuviste un proyecto de viaje especial?

MDM: Nos habían contratado en Ushuaia para hacer un viaje para pasar por arriba de Canadá, donde vivía esta persona, por el Paso del Noroeste. Durante mucho tiempo los europeos trataron de pasar pero era casi imposible por el hielo. Con el calentamiento global ese paso, que es por arriba de Alaska los hielos se derritieron y está bastante en auge. Tengo bastantes amigos, navegantes europeos que lo han hecho. Entonces arrancamos de Ushuaia y teníamos un arreglo con quien nos contrató para encontrarnos en una fecha determinada en Nueva York para cruzar enfrente de Terranova a la desembocadura del Río San Lorenzo donde están los grandes bancos y existe la pesca del bacalao. Y, cuando estábamos yendo para allá se empezó a diluir el tema. En ese tiempo en que estábamos yendo para arriba, las comunicaciones con la persona que nos contrató se fueron diluyendo y era el que bancaba ese proyecto. Si volvíamos para el sur era para volver a Europa, cruzando por el Caribe o pasar por Panamá y volver por el Pacífico. Como el viaje por el Atlántico ya lo había hecho varias veces, decidí cruzar hacia las Galápagos y de ahí a Valparaíso y vuelta a Ushuaia

Barcos: Entremos en el tema de tu salud. ¿Cómo fue que te recuperaste de tu ACV?

MDM: Tuve un ACV,  con suerte,  que me afectó el hemisferio derecho (parece que es menos grave que el izquierdo, que te traba el habla y demás) y me paralizó toda la banda de babor. Hubiese necesitado una “bruja” que me recordara que tenía que tomar los remedios y estaba solo. Así que me olvidé de tomarlos, nunca los tomé… sobre todo el anticoagulante. En esa época vivía en la casa de un amigo, Robby Bisi (padre). Recuerdo que el día anterior yo había visitado un kinesiólogo para que me diera una rutina de  una serie de ejercicios para mejorar la movilidad debido a  una prótesis de cadera.  A la mañana siguiente empiezo con esa rutina y me tiré al piso porque tenía que hacer un ejercicio que tenía que empujar con la pierna “mala” y de golpe me di cuenta que no podía salir del piso, hacía fuerza del lado izquierdo y lo único que conseguía era rodar…  Enseguida vino Robby a ayudarme pero con mi físico no podía, al rato Pato también y terminé internado.  La verdad es que el haber dos meses paralizado en una cama en el Fleni me dio tiempo para pensar, para hacer replanteos. Evidentemente todas esas navegadas que hacía, de agarrar el barco e irme solo para todos lados, no puedo hacerlo. Estoy haciendo muchos esfuerzos para llegar al 100% de recuperación pero no se si voy a lograrlo. Es un bajón, lo que más extraño es el horizonte, salir y saber que tengo un par de semanas para llegar a algún lado es una sensación increíble, algo muy difícil de explicar a la gente de tierra.

Barcos: ¿Cuál es tu proyecto en este momento?

MDM: En este momento estoy buscando un crucero, uno al que se le pueda colocar un aparejo y sea marino como para poder ir a mar abierto, a Mar del Plata o Rio Grande a comer camarones. Me han mostrado varios, algunos fuera de mi alcance y otros con bondades que yo no comparto, como por ejemplo un gran cockpit. ¿Para qué quiero un cockpit? Eso es muy lindo para tomar un gin tonic pero yo busco otras prestaciones además de un barco donde pueda moverme cómodamente. Me he recuperado bastante, por ejemplo la mano izquierda estuvo tirada acá abajo durante mucho tiempo, fue una recuperación de mucha gimnasia,  voluntad y esfuerzo. Ya me habían dicho que es mucho más fácil recuperar la pierna que un brazo. Con el tema de la pandemia habían cortado unos meses la rehabilitación en Mario Raiman, donde iba dos veces por semana y los otros tres días a nadar a una pileta pero todavía sigue clausurada. Ahora retomé kinesiología.

Ya se que no voy a volver a hacer lo mismo que antes, pero por lo menos hacer algo parecido. Quiero volver al sur, quiero volver a Ushuaia, quiero salir de Buenos Aires. Hace unos meses estuve allá, mis amigos me llaman para que vuelva, hay unos amigos jóvenes que tienen un barco y quieren ir al Cabo de Hornos y me están esperando para que los acompañe.

Barcos: Si el sistema de salud en Ushuaia es bueno, ¿qué impedimento hay para que puedas hacerlo?

MDM: Bueno, tampoco quiero moverme mucho ahora. Mi proyecto inmediato es irme a San Luis para compartir el nacimiento de mi bisnieta y me están esperando, jamás se me ocurrió que podía ser bisabuelo… Es demasiado título y pega bien.  Justo estuve buscando fotos para darte y aparecieron distintos momentos en la vida de mis nietos, desde bebitos hasta ahora y me parece increíble que ahora sean ellos los que van a tener un bebe. Es una sensación que la vida ha pasado en muchos aspectos pero que ¡todavía queda mucho por disfrutarla y divertirse!

Barcos: Si tuvieras que elegir uno de tus tantos viajes, ¿cuál elegirías?

MDM: Cualquier viaje por los Canales Fueguinos, por los Canales Chilenos. En una época era un enamorado de los viajes al norte de Brasil pero ahora, no se si me gusta el frío pero no soporto el calor. De sólo pensar que viene el verano, ya estoy pensando qué hacer para evitarlo. Tendría que ir al sur pero el Mago del Sur está en Puerto Williams, Chile. El tema es ahora que no se puede pasar por el Canal de Beagle, no por Chile pero sí por Argentina. No está fluida la comunicación… Un amigo que tiene un velero en Ushuaia y se dedica a llevar gente en  kayaks a Chile y no puede hacerlo. Punta Arenas es uno de los lugares con más infectados y los que vienen del norte pueden  llegar hasta Santiago, pero desde allí a Punta Arenas hay muchas dudas. Si llegas a Punta Arenas, podes volar a Puerto Williams a Ushuaia pero la compañía aérea no está funcionando, lo único que tenes es un ferry que en 4 o 5 días te lleva, tampoco es seguro. Yo estoy en contacto con mucha gente en España y pese a todo la gente va y viene, hace y deshace sin problemas… Tengo una nieta de 18 viviendo en Italia que se fue con unas amigas a Grecia, tomaron un avión y se fueron. El mundo sigue funcionando.

Barcos: Me gustaría saber si hay algo que quisieras transmitir…

MDM: Llegué a los 76 años yendo y viniendo por el mundo, viviendo distintas culturas, distintas religiones y distintas cosas y mi conclusión es que no hay una verdad absoluta. El mundo es amplio, grande y lindísimo si abrís la cabeza. Si la cerras, estás complicado, se te cierra todo el panorama. “El optimismo es de por si un signo de inocencia”.

Y cerramos con una cita de Diego Dumas, nieto de Vito Dumas que dice: “Mi abuelo fue un hombre que encontró la felicidad en la inmensidad del mar. Pasaba pocos meses en tierra porque lo agobiaban los problemas de la vida cotidiana. Despreciaba el materialismo y las miserias humanas. Soñaba siempre con volver al agua”. ¿Alguna coincidencia?

barcos@barcosmagazine.com

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