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Aislamiento y Libertad

Sometidos a un aislamiento intramuros que afecta cuerpos y relaciones, nos cambia el humor, nos volvemos más permeables, dando lugar a la aparición de pasiones no acotadas en un tiempo que parecería presentarse como infinito.

Ya decía Freud que el Yo es ante nada un Yo corporal. Tenemos y somos un cuerpo y todo aquello que lo altere nos perturba el humor.

Alterados por la pérdida y el esfuerzo de sustituir los viejos modos de relación por otros nuevos, saludos con codos, palabras filtradas por barbijos, rostros pixelados en las pantallas de los celulares, estudios y trabajos a distancia, fiestas de egresados, cumpleaños…  por zoom?. Somos nuestros sueños, aún los más frívolos y los intentos de alcanzar una nueva normalidad que no llega, provoca un malestar que lejos de disminuir parece renovarse.

China puntúa a través de un nuevo dispositivo a la gente según su salud, la cantidad de alcohol que bebe, las horas de sueño, etc.  De la puntuación depende la posibilidad de obtener créditos y premios varios. Los ciudadanos lo aceptan e incluso hasta juegan con la nueva situación. La libertad queda digitalizada con el agregado de cientos de nuevas cámaras para monitorear sus vidas.

En Francia hay una aplicación que permite detectar si uno ha estado en contacto con el Covid19, y hasta se han fabricado burbujas para que las familias puedan reunirse en los asilos de ancianos sin tocarse.

La tecnología puesta al servicio del cuidado de la salud o del telecontrol de los cuerpos, o ambos. Cada comunidad se dará sus normas para transitarlo y sería mejor no precipitarnos en conclusiones rápidas.

Por un lado la pandemia, por otro la cuarentena y sus salvoconductos, las redes y  su excesiva oferta que termina transformándose en nuevas demandas a las que nos vemos compelidos a responder y complican nuestro rumbo. Oferta sobreabundante de información que nos confunde e impide la posibilidad de elegir.

Será este quizá el momento propicio para que cada quien se interrogue por la idea de libertad.

El concepto de libertad cambia según el contexto que la produce. Un modo de pensarla suele ser aquella que dice que mi libertad termina donde empieza la del otro.  Este enunciado mientras produce un modo de relación respecto del espacio del otro, nos ubica en una tensión de rivalidad con el semejante. Otra vieja forma de definirla desde otro punto de vista es, «No seré libre hasta que todos no seamos libres», este modo de enunciarlo destaca el lazo solidario al otro. Hay otra definición que consiste en que la libertad es siempre la libertad del que piensa distinto.

Es difícil  delimitar el espacio, unos lo exceden y otros quedan más retenidos, quizás ambos intentan hacer algo de distinta manera con el miedo que los habita. En todos los tiempos esto ha sido así, pero la cuarentena precipita además la caída de la ilusión de saber lo que vendrá cuando  en realidad nunca lo supimos.

Según como cada uno se posicione frente al cercenamiento de esa libertad de acercarse y de separarse, del otro y de lo otro, teniendo en cuenta que las relaciones son más llevaderas en ritmos de presencias y ausencias y éstos se vienen modificando a pesar nuestro, cambiando los ritmos habituales. Acercarse y alejarse de los otros a través de las redes, de los medios, dará lugar a crear nuevos espacios más propios, dará lugar a la creatividad, a la invención de lo nuevo en los tiempos que corren en función de una espera con la que debemos convivir.

Advertidos que frente a lo indominable de la cuarentena que nos cobija y nos priva, aparecen conductas que nos resultan extrañas en nosotros que surgen de la tristeza y el enojo, cada uno irá conquistando sus propias formas de reflexionar sobre estos efectos para no caer en el vacío ni quedar dominados por el entorno, en la búsqueda de su singular modo de estar en el mundo.

Lic. Cecilia Lavalle
Psicóloga UBA
 Psicoanalista

barcos@barcosmagazine.com

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