Una historia de encuentro
Si este relato no fuese verídico (de lo cual doy fe que así es), cualquiera podría pensar que se trata de un guión novelado para una película de Disney o algo similar pero trataré de relatar los hechos tal como me lo contó uno de sus protagonistas ya que me pareció algo maravilloso que ocurre de vez en cuando en la vida.
Gastón es un navegante rosarino quien, no obstante ser joven con sus treinta y pico de años, ha adquirido la suficiente experiencia obtenida durante un par de viajes a Punta del Este en su Colibrí 24 y a través de innumerables regatas corridas en el río Paraná.
Cuando Gastón fue licenciado de su trabajo habitual y se anunció la cuarentena inicial cuyo comienzo era inminente, él cargó todas las provisiones que pudo estibar en su Soñador y partió rumbo a las islas frente a Rosario en solitario a probar nuevas aventuras.
Hizo las cosas correctas legalmente ya que se presentó ante la policía isleña para ratificar su domicilio allí y su intención de permanecer en la zona todo el tiempo que le fuera posible.
Así fueron pasando días, semanas y nuestro Robinson Crusoe moderno fue mimetizándose con el paisaje y las costumbres tan singulares que brindan las islas entrerrianas, adaptándose rápidamente al medio ambiente.
Casi siempre en soledad, trabó cierta amistad con los lugareños pero la mayor parte del tiempo estuvo sin compañía de ningún tipo, sobre todo por las noches.
Un día muy especial y con el río manifestando un caudal muy bajo y ya en cercanías de comienzo del invierno, Gastón notó algo que nadaba hacia su barco y en un primer momento pensó que el animal en cuestión era una nutria. Su sorpresa fue muy grande cuando descubrió que se trataba de una perrita cachorra aún (de unos 5 o 6 meses quizás) de tamaño mediano chico.
ANCLA (así la llamó desde el principio) se acercó moviendo la cola tímidamente como pidiendo permiso acomodándose en primera instancia en el cockpit del Colibrí y las primeras noches dormía sobre la lona del barco cuando el frío se hacía sentir. Pero era obvio que ella ya había elegido a su compañero humano y poco a poco fue ganando terreno hasta que con el transcurrir del tiempo fue cordialmente invitada a compartir cariñosamente la cabina con el navegante rosarino, su nuevo amigo.
La relación entre Gastón y ANCLA se planteó de inmediato: ella saltaba del barco a la costa a la mañana y a menudo pasaba horas sin volver pero como fuere al mediodía y a la noche siempre regresaba con su humano para hacerle compañía. Pareciera que ANCLA hubiese sabido que Gastón necesitaba de ese afecto que muchas veces sólo un perro fiel puede brindarnos en ciertas circunstancias de la vida.
Pasaron los meses y llegó el momento de regresar a la ciudad y Gastón comenzó a pensar que iría a suceder con ANCLA y su vida en la ciudad… ¿Qué iba a pasar ? Pues nada!… que ANCLA se adaptó a la vida de su humano como si siempre hubiera estado ahí, en un departamento de un ambiente sin emitir ladrido alguno ni ensuciar adentro y portándose como un can citadino de toda la vida. Gastón salía en su bicicleta y allí iba ANCLA también en su canasto. Gastón iba al almacén y ANCLA lo esperaba en la puerta como una correctísima perra entrenada lo haría. Los dos juntos como los tiempos pasados durante la cuarentena en la isla.
Ya pasó bastante más de un año del inicio de esta historia de amor (¡?) o de encuentro y ellos siguen inseparables: Gastón y ANCLA inclusive corrieron un par de regatas en dobles ya que ella supo entender dónde ubicarse con las escoras del Soñador como el mejor tripulante y al grito de su capitán de “¡Viramos!” rápidamente se encaminaba hacia la bañera para luego volver a la proa siempre a barlovento. ¡Una genia!
Epílogo: Vale la pena aclarar que apenas llegó ANCLA al barco, Gastón le preguntó a todos los isleños si la perrita era de alguno de ellos pero todos negaron conocerla…
Surge entonces la pregunta obligada: ¿ Cómo llegó ANCLA al barco o qué la motivó para arrimarse y adaptarse a su vida es algo que sólo ella lo sabrá pero hay algo que es seguro y es que ANCLA y Gastón se encontraron mutuamente para el resto de sus vidas y para la felicidad de ambos.
CÁMARA NÁUTICA REGIÓN
ROSARIO – GESTIÓN MMXXI
Esta Cámara, con 22 años de trayectoria, fue creada con la finalidad de resolver aquellas problemáticas que afectan a todos los que pertenecen al sector de la náutica en la Ciudad de Rosario y en la Región.
Con nueva Comisión Directiva electa hace 2 meses ya dando los primeros pasos.
Se ha desarrollado un plan estratégico de acción con diversas alternativas de restricciones según cada fase y etapa de la situación epidemiológica expuesta en audiencias con el Secretario de Desarrollo Económico y Empleo Lic. Sebastián Chale y con el Jefe de la Prefectura Rosario Prefecto Principal Aldo T. Monzón.
Además ante los hechos de incumplimiento y violación de los Decretos Provinciales y Nacionales se está diseñando la implementación de un centro de recepción de denuncias que atestigüen las posibles infracciones para elevarlas a los Organismos de Control competentes (P.N.A. / M.A.P.) con el objetivo de minimizar los riesgos de contagios del Covid y con la intención de educar y concientizar sobre la importancia del respeto de los protocolos y recomendaciones sanitarias.
En búsqueda permanente de generar una herramienta que represente fielmente a personas y entidades, brindando asistencia y conexiones tan necesarias a la hora de hacer escuchar los reclamos y/o problemas del sector.
Con mucho esfuerzo, pasión y proyectos por delante de velar por la conservación del medio ambiente, potenciar la formación profesional mediante cursos de capacitación, difundir y tomar medidas acordes para prevención de la contaminación detalladas en REGINAVE, fomentar, promocionar y patrocinar los deportes náuticos en todas sus modalidades, entre otros.
A fines de contactarse comunicarse con la camaranauticarosario@gmail.com
Texto y fotos: Alvaro Casals