SEGUNDA PARTE – Por Guillermo Rodríguez
En 1663, el abad francés Jean Paulmier de Courtonne publicó “Memorias sobre el establecimiento de una misión cristiana en el tercer mundo, también llamada la Tierra Austral, Meridional, Antártica y Desconocida” donde afirmaba que un navegante francés, Binot Paulmier de Gonneville, había llegado en 1503 a la “Terra Australis Ignota”, el continente legendario que, se creía, se hallaba en el hemisferio sur. Para sostener tal cosa, el religioso se basaba en el cuaderno de bitácora del capitán Gonneville. Según Courtonne, de acuerdo a las anotaciones del marino, Gonneville partió de El Havre en 1503 rumbo a las islas de las Especias (las islas Molucas, en Indonesia) a bordo de la nave “L’Espoir” cuando, en cercanías del cabo de Buena Esperanza, una tempestad se abatió sobre la embarcación. Después de navegar a la deriva, los viajeros desembarcaron en una playa desconocida donde permanecieron seis meses. En sus apuntes Gonneville no identificaba la región pero el clérigo aseguraba que se trataba de la “Terra Australis”. Courtonne conjeturaba que el territorio estaba deshabitado y era fértil, ubicado en algún lugar entre las islas Tristan da Cunha y Madagascar. La publicación del libro originó un debate en Francia acerca de la existencia de una gran masa continental localizada a 45 grados de latitud sur entre América del Sur y África (y de la importancia de que la Corona conquistase esas tierras luego de la pérdida de casi todas sus posesiones en América del Norte). Así, su búsqueda se convirtió en el objetivo principal de la exploración marítima francesa de las regiones australes durante el siglo XVIII.
Louis Antoine de Bougainville consideraba que los territorios desconocidos del hemisferio sur debían buscarse en el océano Pacífico y no en el Índico. Cuando en 1766, tras negociaciones diplomáticas con España, se le informó que Francia abandonaría su colonia en las islas Malvinas (que él mismo había establecido dos años antes), Bougainville comenzó a planear su viaje hacia el Pacífico Sur. La primera circunnavegación francesa fue también la primera travesía de investigación científica (la expedición de Bougainville precedió en dos años al primer viaje alrededor del mundo del británico James Cook). Para ello reclutó al naturalista Philibert Commerson, al cartógrafo Charles Routier de Romainville y al astrónomo Pierre-Antoine Véron que se encargarían de recolectar plantas, trazar mapas y perfeccionar el cálculo de la longitud geográfica. Pero el propósito de la misión iba más allá de la confianza en la ciencia y la razón del Siglo de las Luces. La finalidad de la travesía era el descubrimiento de nuevas tierras, abrir una nueva ruta para llegar a China y hallar variedades de especias que pudieran cultivarse en el dominio de la isla de Francia (la actual isla de Mauricio). A lo largo de un siglo el comercio galo en el océano Índico había estado monopolizado por la Compañía Francesa de las Indias Orientales (fundada en 1664 para competir con los ingleses y los neerlandeses). A mitad del siglo XVIII las autoridades del reino habían decidido que fuera el propio Estado quien tomara el control de la política colonial. De modo que cuando Bougainville presentó su proyecto de exploración al rey Luis XV y a sus ministros, el navegante obtuvo de inmediato el patrocinio oficial. El marino pudo contar con una fragata recién botada, “La Boudeuse”, de 1000 toneladas y con un navío de suministros, la corbeta “Étoile”, de 500 toneladas. Los barcos estaban a las órdenes de los oficiales que habían acompañado a Bougainville en sus viajes a las Malvinas: los capitanes Nicolas -Pierre Duclos- Guyot (en “La Boudeuse”) y François Chenard de la Giraudais (en la “Étoile”).
Sin embargo, el comandante de la expedición no estaba conforme con la elección de la fragata como nave insignia. “La Boudeuse” era una embarcación de líneas elegantes, de 40 metros de eslora, armada con 26 cañones: un buque de guerra. Bougainville pensaba que hubiera sido más adecuado un navío más tosco pero capaz de transportar la mayor cantidad de provisiones y de resistir los embates del océano durante una travesía prolongada. Como sea, el 15 de noviembre de 1766 “La Boudeuse” (con 215 tripulantes) zarpó de Nantes rumbo a los mares del sur. La “Etoile” (con 115 tripulantes) partiría más tarde y se reuniría con la nave capitana en Río de Janeiro. A poco de salir, un temporal se desató sobre la fragata y causó serios daños en la arboladura del barco. Bougainville se dirigió a Brest donde efectuó las reparaciones y a comienzos de diciembre puso proa en dirección a América del Sur. A finales de enero de 1767 arribó a Montevideo donde se encontró con dos buques españoles que participarían de la entrega de la posesión austral. Al cabo de tres semanas, Bougainville y los hispánicos zarparon hacia las islas Malvinas. A mediados de marzo fondeó frente a Puerto Saint Louis, en las islas. Los algo más de 150 habitantes del asentamiento habían aceptado a regañadientes la noticia de la transferencia de la colonia a España. Además, 15 residentes solicitaron permiso para alistarse en la misión de exploración. Bougainville entregó formalmente el dominio el 1º de abril y a finales de ese mes los dos navíos españoles partieron de las Malvinas con los colonos a bordo. Al poco tiempo, “La Boudeuse” abandonó el archipiélago. A mediados de junio se reunió con la “Etoile” en Río de Janeiro.
La hostilidad del virrey de Portugal decidió a Bougainville a zarpar de Río de Janeiro rumbo a Montevideo adonde llegó a finales de julio. En ese puerto una nave hispánica embistió a la “Etoile” provocándole severas averías en el casco. Como en Montevideo no se podían efectuar las reparaciones, Bougainville cruzó el Río de la Plata hasta un astillero en la ensenada de Barragán. El percance retrasó cuatro meses la partida de la expedición. Al final, a mediados de noviembre, con suministros para diez meses, los barcos de Bougainville dejaron atrás el estuario del Río de la Plata para dirigirse al Atlántico Sur.
(Continuará)